Tocar fondo.

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Koichi había despertado casi con un pre-infarto al ver la hora de su despertador, había quedado de llegar antes al salón para poder hacerse las uñas con Yumiko pero parece que ya no va a poder ser.

Se duchó y vistió como si le hubiesen inyectado adrenalina directo a una de sus arterias, tomo apenas unos sorbos de café y mordió rápido una rebanada de pan que encontró sobre el mesón de la cocina. Tomo sus bolso y abultando un poco su cabello corrió en dirección a la puerta del ascensor y cuando llego a la calle echo a correr desesperado.

A trote ligero hizo su aparición en la entrada del salón rezando por que su jefe no hubiera llegado, su mirada viajo hasta el lugar de su amiga pero ella estaba buscando esmaltes en las repisas de más atrás. Fue lo más rápido que pudo por su "uniforme" de trabajo y llego a su silla que ya estaba ocupada.

–Buenos días ¿en que puedo ayudarle? –no estaba del mejor animo ya que de verdad quería tener uñas bonitas, pero eso no era culpa de la persona sentada frente a él.

–Pues, ayudaría que te concentras más la próxima vez~ –pero claro ¿que mejor visita que la puta más grande -no me refiero a altura- de todo Harajuku?

–Lo siento, no se a que se refiere señor. –Koichi una vez más hizo el loco, no estaba de hunor para responder ironías de ese creido.. –Le recomendaría cambiar ese castaño y en las puntas poner un tono más claro, también recortarlo un poco.

Cualquier oportunidad es bienvenida a la hora de molestar a alguien, y más si se trata de Ruki. Y en opinión de Koichi ese enano era un maltratador de cabello profesional, todo quemado y enmarañado aunque lo disimulaba bien con tanto químico y tinte que guardaba en el baño del bar.

–¿Tu crees? Bueno, dejaré que lo arregles si te presentas a trabajar esta noche porque quiero presentarte a alguien, a menos que quieras que llame a Kou ¿te parece ricura?

Koichi odiaba más que nada esos apodos dichos en público, y más en su trabajo. Pero cuando se trataba de Kouyou es mejor no reclamar.

–Oh, claro que sí señor. –al fin y al cabo siempre le toca obedecer. Fue a la parte de atrás por las tinturas y decolorante y una vez más se puso a trabajas para Ruki, con una cara de fastidio que ni el más disimulado del mundo podría hacer pasar por una cara seria.

–¿Que pasó encanto? ¿Te molesta que venga a verte en tu trabajo? –consulto el enano haciendo notar la palabra trabajo. Una mirada de satisfacción y seguridad dirigida al peligrosa a través del espejo y una sonrisa de victoria. –Oh vamos, solo tenía ganas de ver a mi empleado favorito.

Dejo una suave caricia en el dorso de la mano del más alto, lo cual no era para nada bien recibido. El enano no era de dar demostraciones de cariño, y mucho menos con Koichi y esa caricia solo logro causarle un escalofrío que le recorrió la espalda por completo.

–Ruki... –pausa por el error –Señor, por favor, le ruego me deje terminar con mi trabajo.

Koichi retenía las ganas de quemarle el cabello al enano y dejárselo blanco, pero podrían echarle y ahí sí que no tendría otra opción que no fuera Ruki.

–Claro ricura, no te interrumpo más. Termina por favor. – otra sonrisa.

¿Y este qué? ¿Folló con Shima ayer y le subieron aún más el sueldo?, no puede estar de tan buen ánimo a menos que le estén alabando, pensó en pelirrosa con una risita que no se animó a soltar.

Koichi termino su parte y le dejo el resto a una de las chicas para que pudiera terminar el trabajo, el ya no podía. Aprovecho de que al fin Yumiko estaba libre y fue con ella.

Todo Por Tu Amor  [MEJIBRAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora