Día nevado.
Hace exactamente dos años eso significaría entretención garantizada para el aún pequeño peliazul. Significaría nieve en su ropa pero una sonrisa sincera en su rostro, significaría olvidar todo por unas horas, sacarse las discusiones de sus padres de la cabeza durante el tiempo que estuviera con su amigo de cabello rosa...
Pero, ya no sería así.
Ahora con diez años, Meto seguía recordando aquella promesa en la casita de madera. Hoy era una fecha importante, pero solo para el. Era un aniversario de una persona y lo celebraría como el año anterior, vagando por la ciudad tratando de que la tormenta de su interior no se diera a conocer para los demás. Era difícil conseguirlo, pero con práctica todo se puede...o al menos eso creía.
Y esque con solo diez años ya salía solo. No había vuelto a dirigirle la palabra a su madre, y si lo hacía solo era lo necesario. Le agradaba salir después de las seis de la tarde, se arreglaba y marchaba a recorrer las calles como consuelo, puesto que había asumido que el pelirosa ya no le recordaba, que lo había borrado de su memoria, tanto a él como todo lo que le prometió aquel día. En el segundo aniversario de su "huida" de Japón a Australia iría a una zona apartada de la cuidad, de la que había oído hablar a unos chicos en el autobús. Se arregló y tomo sus audífonos para salir de casa.
Cómo todo niño de diez años con una gran nostalgia, caminaba de forma lenta y arrastrando los pies. Con su reproductor a todo volumen y los audífonos embutidos en los oídos para no escuchar nada más, ni siquiera escuchar como su corazón se rompía. El ritmo de su caminar iba sincronizado con el de la melodía de piano que había grabado hace unas semanas, mostraba una pequeña sonrisa pero nadie la veía, solo una persona era merecedor de su sonrisa según él...Pero aquella persona se había esfumado, junto con todo lo demás.
Un poco cansado llegó a la dirección que le había escuchado al chico del autobús, no era lo que esperaba pero definitivamente era mejor.
Ante él se encontraba una casona abandonada, con hermosas molduras en el marco de entrada; el jardín delantero, que era donde se encontraba, estaba algo descuidado pero aún así era hermoso. Al pequeño le encantaban los lugares así y era de esperarse que comenzara a recorrer cada rincón de aquella deteriorada construcción, inspeccionando por todas partes y grabando todo en su memoria, era más que obvio que este sería un lugar para recurrir con frecuencia. Revisó la sala, la cocina y el comedor. Pareciera que nadie jamás hubiera tocado algo desde que la familia que vivía allí ya no la usa. La mesa estaba arreglada como para que cinco personas comieran, la sala estaba limpia y el jarrón de la mesa del centro tenía flores frescas; y el baño lucía recién aseado y olia a lavanda. Era bastante interesante y extraño, igual que el pequeño Meto.
Luego de recorrer la planta baja por completo decidió ir al segundo piso. Por lo que se podía deducir era una familia de cinco, tres hermanos y el matrimonio, todo bien pero el segundo piso olía bastante feo y daba algo de miedo. Reviso todas las habitaciones por mera curiosidad y como suponía estás también estaban intactas. La del matrimonio estaba hecha un desastre y se podía apreciar una enorme mancha roja en una de las paredes. Las de los hermanos mayores no eran muy interesantes, se notaba que a uno le gustaba leer y a otro los aviones, nada fuera de lo común.
Se dirigió entonces a la habitación del tercer hermano, y le llamo la atención de inmediato. Parecía que no era un niño mayor de siete años. Su cama perfectamente estirada y sobre ella descansaba un osito de felpa marrón.
En cuanto el peliazul se percató de la presencia del peluche le brillaron los ojos. Si, puede que el osito estuviese medio decapitado y le faltara un ojo pero eso no importaba. El tamaño era perfecto y decidió quedarse lo, no sin antes pedirle permiso a su antiguo dueño -quien accedió a que Meto se lo llevara- para después marcharse de regreso a su casa entre trotes y saltitos para avanzar.
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Todo Por Tu Amor [MEJIBRAY]
FanfictionLa vida no siempre es lo que esperamos, y mucho menos lo que queremos. Ella es quien decide lo que nos pasará, el cuando y el como de todo... pero no todos están de acuerdo con eso. Un pequeño niño peliazul, inocente, quebrado por los golpes que le...