Prologo

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Respiró hondo y abrío la puerta principal, comenzando a correr aunque no tenía muy claro a donde. El pequeño niño peliazul corría como si la vida le fuera en ello, las lágrimas no paraban de brotar de sus ojos. Estaba triste. Enojado; con el mundo y con quién había tomado la decisión de que su vida fuera así.

Estaba nevando, lo que dificultan aún más el correr rápido por la fría cuidad de Harajuku, las calles eran resbaladizas y caería en cualquiera momento por el elaborado vestuario que llevaba encima en aquel momento y que involucraba unos zapatos no muy apropiados para correr. Pronto llegó a una plaza, allí bajo el ritmo y caminando se detuvo frente a una gran casa. Luego de un rato la puerta se abrió ante él dejando ver a un chico de rosados cabellos un poco mayor que el, tanto por estatura como edad. Este le tomo de la mano  y comenzó a correr sin soltarlo hasta la plaza.

Ambos tenían frío, así que se refugiaron de la nevada y las miradas de las personas en una casita de madera un tanto alejada de los demás juegos. Tomaron asiento en el piso apoyando las cabezas en el otro y mirando al piso.

—Koichi-san no quiero irme— lloriqueo el menor soltando lágrimas otra vez, a pesar de solo tener 8 años no quería dejar al único amigo que había tenido. El otro chico atino a acurrucarlo junto a él y acariciarle el cabello en forma de consuelo.

Yo no quiero que te vayas Meto-chan..—solto el de cabello rosa en un tono triste, pareciera que el también lloraría pero se prometió ser fuerte.

¿Porque papi tenía que hacerle eso a mami? ... Mami es buena con él y ahora por su culpa no volveré a verte— cuestionó el más bajo con odio y lástima, no quería irse, no quería tomar ese avión mañana, no quería separarse de su Koichi-san.

No lo sé pequeño..No lo sé— dijo el mayor con la mirada perdida, a él tampoco le agradaba la idea de no volver a ver a aquel tierno chico nunca más, y odiaba a los adultos por tomar aquellas decisiones.

El pelirosa tomo al más bajo de los hombros, se acercó un poco dejando un corto beso en su mejilla. Esto provocó que menor se sonrojara. Entonces el chico más alto, quien apenas apenas tenía diez años, mirandolo fijamente a los ojos hizo la promesa de su vida.

Jamás me separaré de ti, siempre estaré contigo y no te olvidaré.

¿Lo prometes?— pregunto el más pequeño aún con lágrimas en su rostro, pero ahora sus ojos desprendían cierto brillo nuevo.

Lo prometo.

Luego de decir aquello, levanto frente al peliazul su dedo meñique alzado. El pequeño entrelazó el suyo con el contrario.

Dos amigos con cabellos de fantasía, a quienes intentaban separar por medio de absurdas razones que para los adultos eran coherentes, sin ser consientes de cuanto daño provocaban y cuánto dolor pasarían. Dos amigos que encontraron en el otro algo único, que se extrañarían por un tonto juego de adultos...

Esa promesa perdurará con el paso del tiempo o al menos lo intentarán.

Todo Por Tu Amor  [MEJIBRAY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora