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El repique de la lluvia en los cristales del auto, hace que me adormezca un poco. Los efectos ya se me están pasando y me encuentro frente al departamento de Luba.

Toco el timbre y me recibe con una botella de Heineken en la mano y está en bata de baño de color rosa... Tan desvergonzada como sexy sabe bien que es. El agua se escurre de su largo cabello negro y muere en el suelo alfombrado.

-¿Me estabas esperando? - inquiero con curiosidad y una sonrisa se plasma en mi cara.

-Algo así... - responde y ladea la comisura izquierda de sus gruesos labios - ¿qué te anda pasando?

Me hace ademán para que entre y cierro la puerta tras de mí observando el vaivén de sus caderas. Se sienta en el sillón cruzando las piernas mientras se sirve la bebida en un vaso...

-Creo que va a ser la primera vez que voy a hablar de esto con vos... - murmuro hundiéndome cerca de ella y mirando la nada. Hago un resumen de cuando nos vimos esa noche en el bar y cómo sucedió todo luego... Capto como la expresión de Luba adquiere una cierta oscuridad que no logro descifrar muy bien que digamos.

-En otras palabras, te enamoraste de ella... - murmura con apaciguamiento la morocha. Sus labios se convierten una línea recta después de darle un trago a la birra y libera aire contenido por la nariz en un suspiro pesaroso... Una actitud que no me gusta, me molesta e incluso aumenta en cantidad mi ego porque ya se lo que significa.

-En otras palabras, caí en mi propio juego y hoy no la tengo... - gruño con desdén sabiendo a qué me refiero con juegos, fue la primera chica que me dejó a mí y no yo a ella. Arrebato la bebida de su delicada mano y me la llevo a los labios, se tira sobre mí haciendo que el vaso se desplome junto con su contenido en el suelo y mi cuerpo quede aprisionado entre ella y el sillón.

-Puedo cambiar eso - sentencia con seguridad agarrando mis muñecas a la vez que acerca su rostro a mi cuello. Besa y muerde mi piel en un camino directo hacia mi pecho... Sube la mirada café con esos ojos de gato que posee pidiendo permiso para bajar el cierre de la campera y levantar la remera de abajo.

Solo la observo. No hago ademán de nada porque mi cabeza ni siquiera está en este mundo, sino que está pensando en lo que acaba de decir. "Puedo cambiar eso" ¿será una forma de referirse a sacar a Madison de mis entrañas? ¿O el simple hecho de cambiar mi personalidad narcisista y a la vez, mi propio juego?

De una forma u otra, me aterra. Exactamente esas dos cosas son intocables para mí, el mundo a mi alrededor se puede caer, destruir o lo que sea pero no lo que soy y tampoco Madison.

Sus largas uñas apenas rasgan mi abdomen en un movimiento agradable para deslizarse dentro de mi boxer.

-¿Me vas a dejar cambiar eso? - interroga mientras roza con la boca uno de mis oblicuos y, luego, acariciar con la lengua.

¿Qué sería eso? No quiero preguntarle y tampoco meterla en una ilusión errante de que me voy a enamorar de ella. Nunca se sabe pero la he visto nuevamente a Madison y he sentido lo mismo que la primera vez, que fue tan raro e innovador que pensé que picaba algo adentro del boxer pero no, eran las famosas mariposas de las que todo el mundo habla.

Mi mente divaga hasta que capto la expresión enojada de Luba. Arqueo una ceja no comprendiendo muy bien lo que desea pero aún así intento formar una respuesta acorde a la situación.

-No es lo que creo que vaya a pasar, Luba.

-Con el tiempo lo voy a hacer mientras me conformo con poder tenerte así - confiesa en un tono de voz leve y una sonrisa gatuna desopilante.

Contemplo la mesa ratona en la que antes no había reparado mientras Luba se dedica a repartir cariño en mis abdominales. Hay un par de encendedores, cigarrillos Virginia, un envase largo que creo que es para pintarse las pestañas y más allá un libro...

Un segundo, ¿¡un libro con la foto de la pelirroja en la contraportada!? Todavía me deben quedar efectos del porro encima sino no tiene explicación que hasta en eso la encuentro.

Me enderezco y lo sostengo con las manos. Es Madison... Con esa sonrisa blanquecina y esos zafiros que producen un pogo dentro de mí.

-¿Te gusta leer, Kaden?

-Algunas veces, dependiendo de qué género sea - susurro comenzando a leer que es la autora de este libro.

Nunca va a dejar de sorprenderme esta mujer. ¿A qué punto se puede ser tan genial de esta forma? Y yo que pensaba que era increíble por hacer música y ser famoso.

Tampoco puedo creer que esté bajando la cabeza... No es muy mío hacer eso.

-Romance, drama y tatuajes.

Quizás... Es posible que se trate de nosotros. Aunque es Madison... Siempre tiene algo nuevo y deslumbrante para demostrarle al mundo lo que realmente es.

Creo que es por eso que llama tanto mi atención y me hace en algún punto vulnerable además de frágil. Me molesta eso porque nunca sentí eso de absolutamente nadie.

¿Quién con una personalidad tan dulce y bonita llega a hacerle eso a alguien engreído egoísta, como soy soy?

Nocivo engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora