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El sonido del timbre me despierta del susto y logro colocarme una bermuda antes de abrir la puerta.

-¿Se puede saber qué mierda querés? - indago cuando veo a Fabrizio del otro lado.

-¿Se puede saber por qué carajos no estás preparado para el show de dentro de una hora? - contraataca y hace un gesto con las manos como si fuera algo obvio.

¡Lo olvidé totalmente! Miro el reloj ovalado de la pared que marca las nueve de la noche algo pasadas... Otra vez otro día perdido en absoluto.

-Me doy un baño y estoy listo - exclamo dejando que pase mi hermano y busco la ropa para alistarme luego de la ducha.

Partimos rumbo al club en el que tocamos con la banda en un rato. Hacemos la prueba de sonido y varios chicos ya comienzan a sacarse fotos con nosotros una vez que bajamos del escenario, para darle lugar a las primeras bandas que nos hacen de teloneros.

-Buenas noches a todos los que vinieron a Niceto club a hacernos el aguante como siempre - anuncio cuando ya sostengo el micrófono. Las personas se alborotan, chiflan y aplauden... Amo esas reacciones que son producidas a causa de esto. Aunque diga cualquier cosa que no tenga nada que ver, el público se torna efervescente así solo por ser Kaden Price...

Si hay otra cosa que amo también es cantar, dejo mucho más que mi persona en cada estrofa de canción y más que mi cuerpo arriba del escenario. Es uno de mis mejores escapes de la vida, además de que me hace muy feliz el desenvolverme de esta forma. Me olvido por completo que soy un ser humano y que puedo ser ritmo, melodía y música.

Así es como empieza el recital. Opto por llevarme por el rasguido de las guitarras y el sonar de esa batería furiosa que se hace oír al compás del palpitar de mi corazón.

Si esto no es amor a la música y a la arte, entonces se le parece. Las letras fluyen de mi boca como bien me las sé y mis oídos se llenan de todo lo que hace ruido para hacerme renacer de entre los sentimientos de tristeza que estaba teniendo.

Mi mejor escape. Aprecio como las gotas de transpiración recorren mi espalda y me impregno de ese solo sentimiento que me da el estar cantando para que la gente disfrute de esto.

***

Nos encontramos en un Burger King todos los de la banda. Mientras algunos hacen el pedido, otros nos quedamos a ocupar una mesa.

-¿A dónde vamos de joda esta noche? - pregunta Jaime prestándole atención a la pantalla de su celular. Comienzo a mirar el alboroto de nenes que hay donde está una chica entregando coronas de papel...

-¿Pinta una bar... - el hilo de voz se me corta cuando entre tantos niños, visualizo a mi pelirroja acercándose con un pequeñito en brazos - ...do? Ya vengo.

-Que ni se te ocurra, Kaden - gruñe mi hermano haciéndome sentar otra vez de un tirón - no seas idiota. Dejála.

-¿Cómo...? Tiene un nene en las manos. Necesito saber... - me interrumpe y aprieto con fuerza los dientes.

-¿Si es de ella? ¡No te interesa eso, no estás más en su vida!

Lo atravieso con la mirada y sé que tiene más cosas para decirme pero solo se limita a intimidarme. En realidad, no lo hace pero siempre nos hemos diferenciado en una cosa, más allá de la edad porque yo soy más grande, y eso es que él piensa mucho antes de actuar y yo me guío por los impulsos.

-¿Y si fuera mío? - susurro y automáticamente las cabezas de mis amigos se giran a mirarme.

-Aún así está mejor sin vos interfiriendo en su vida, Kaden. Sé razonable una maldita vez en los treinta y un años que tenés - increpa apoyando las palmas de la mano en la mesa.

Observo como se encuentra ahora. No ha cambiado físicamente pero lleva el pelo en corte carré en punta que se amolda a la perfección encarmando su bello rostro y resaltando sus ojazos azules. La piel blanca cubierta por un fino vestido verde agua y despliega una sonrisa tan radiante que es capaz de hipnotizar a cualquiera.

Me levanto de la silla y me encamino fuera del lugar quedándome con esa viva imagen de ella. Nadie me detiene para que trague algo de la comida porque saben que no lo voy a hacer...

Tomo con fuerza el volante de mi auto y no sé a dónde voy, solo necesito despejar mi mente. Contemplo la penumbra de los Bosques de Palermo y estaciono sin mucha dificultad.

Abro la guantera para sacar la seda junto con las flores. Me armo el porro y con tranquilidad comienzo a fumar.

Mi cabeza al menos por un rato está en paz, la música del estéreo me transporta hacia otra dimensión y el tiempo cambia su percepción. Me encantaría regresa a esas veces cuando fumábamos con Madison y después teníamos sexo...

Lamentablemente no sé qué fue lo que me hizo pensar que ella iba a volver a mis brazos en cuanto terminara el tour con los chicos. Dejé todo acá y cuando pisé mi lugar, ya no poseía nada y no hablo de cosas materiales.

No sé si entro en mal viaje o no pero percibo que derramo un par de lágrimas. No me gusta eso, me hace ver tan débil a lo que suelo mostrar que soy por fuera. De fondo suena la canción Don't Cry de Guns and Roses y es como una bomba de tiempo para que termine de volcar todo lo que llevo guardando hace rato.

Nocivo engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora