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Mi paciencia se rompe en mil pedazos cuando ya me doy cuenta que no puedo seguir durmiendo y no sé porqué. Miró el reloj de la mesa de luz marcando las siete de la tarde y después, a Madison que también me está observando y sonreímos al mismo tiempo, acarició su mejilla y le doy un fugaz beso en la nariz.

-Bueno, Kaden - pronuncia sentándose en la cama y envolviéndose un poco con las sábanas - he de suponer que vamos a hacer algo con respecto a... ¿Luba? Como se llame. Y antes de que digas algo, yo no pienso dar la cara con ella de que me contaste este tema.

-Lo sé, pelirroja - contesto uniendo con una línea imaginaria los lunares de su pálida espalda - tampoco te haría dar la cara con eso... Creo que sería fácil si viniera hasta acá y hablar para que sepa que vos estás enterada de esto y que no hay nada de nada.

-¿Eso no sería estar dando la cara? - indaga cruzándose de brazos y tirándome una mirada acechadora con el mal genio a flor de piel.

-En parte sí pero no sé de qué otra manera sino... - farfullo antes de poner los ojos en blanco del malhumor que me causa el tema - sabiendo cómo es, no va a parar a menos que vos estés presente y lo sepa de sobra.

Se dirige hacia sus pertenencias mientras admiro ese hermoso y redondo culo firme desde la cama. El vaivén infinito de sus caderas pululando por mi habitación me deja derretido de excitación y las piernas de aspecto tan suave disparan en total mis hormonas nublándome las cavilaciones despreocupadas que estaba teniendo.

-Me vas a deber una muy grande por hacer esto - gruñe con desdén seguido de un portazo cuando se esfuma al baño a vestirse. Me carcajeo pensando en lo preciosa que se ve enojada así con toda la boca echa un pico de pato y comienzo a salir de las sábanas que aún las tengo pegadas al cuerpo.

¿Qué se supone que he de hacer en un momento así? Me enerva en la sangre darme cuenta que por pibas así, como Luba, es que muchas de las que tienen buenas intenciones están opacadas y no meto a todas en la misma bolsa pero es que mierda... Yo sé que uno no manda al corazón de enamorarse de una persona pero sí sé puede mandar a las acciones consecuentes para no joderle la vida a los demás por mucho amor o no que haya.

Y seguro en tanto así, uno dice que el amor es una mierda y la verdad que no, los mierdas somos nosotros que hacemos todo distinto, que no intentamos ponernos las pilas con una sola persona ni nos tomamos el tiempo adecuado para darle una porción de lo que llegamos a ser en el interior porque no hay nada más puro que eso. Los errores están desde siempre pero es genial presenciar como una sola persona puede alegrarse de ver un rostro demacrado y aún así parecerle el más hermoso del mundo, como de le iluminan los ojos por solo escuchar los venenos que a veces se desprenden de los labios y sentir que es tu lugar exacto en la vida y que realmente te llena el alma desencadenando cosas que andaban ocultas ahí.

-Supongo que vas a querer que te arme un porro antes y te compre unas birras, ¿cierto? - pregunto sacando el dinero de la billetera y contemplando el vestido suelto en color marfil en el que está enfundada. Una belleza anhelante calmando la furia vivaz de mis ojos.

-¿Puede ser que... - se acerca a mi pecho y pasea los dedos haciéndome desear - ahora lees mentes como Edward Cullen?

Exploto de la risa siendo víctima de su jugada de seducción para que termine la pregunta de esa forma.

-Puede ser pero no soy vampiro - contesto apretándole una nalga con fuerza - pero con vos podría convertirme, ya sabes cuándo...

Le guiño un ojo y tarda unos segundos en picar lo que he querido decir antes de sacar la lengua.

-¡Sos un asco, Kaden! - exclama saliendo al balcón mientras yo salgo disparado a comprar las botellas de cerveza y una etiqueta de cigarrillos para mí.

***

Ni bien entro en el departamento, dejo una botella en la heladera y la otra me la llevo pero me veo interrumpido a medio camino cuando consigo oír dos voces femeninas. El escalofrío que me recorre desde la nuca hasta la espalda baja, es increíblemente impresionante.

-Tipos así nunca cambian - aulla Luba acomodándose la cabellera oscura hacia atrás arrancándole miradas de odio y desesperación a la pelirroja - estuvo conmigo y andá a saber vos con cuántas más...

-¿Quién te dio permiso para entrar? - lanzo la pregunta como si fuera ácido y Madi me mira con los ojazos cristalizados pero absteniéndose a todo y a nada. Quisiera que las cosas fueran de otra manera, de la que ella no sufra por una loca queriendo arruinarnos.

-Seguro que no fuiste vos pero estaba hablando con ella - responde agria y rebajando con la mirada antes de volverse a mi chica y decir: - es más ni debes saber que fuimos a almorzar el otro día y vos capaz que estabas acá esperando a tu noviecito para descansar juntos.

-¿Es verdad? - murmura Madison con miedo y contemplo como la decepción se expande en su rostro mientras las lágrimas se forman en la comisura de sus ojos.

-Es verdad pero no es toda versión real de eso - contraataco sintiendo el gusto metálico de la sangre entre mis dientes después de la cachetada que me da y que bien merecida la tengo.

-¿¡Y eso qué tendrá que ver!? Lo hiciste y no fuiste capaz de decirme cuando hablamos de este tema hoy - grita con toda la rabia contenida echando a llorar sin importancia alguna ya. Corre hacia la pieza y la sigo como si mi vida dependiera de ello, solo para verla juntar un par de sus cosas al vuelo y encaminarse hacia la puerta de entrada. La agarro del brazo y creo que contemplo el profundo mar oscurecido en el que se han convertido sus zafiros rellenos de tristeza y angustia.

Me quedo solamente observando las vigas de la entrada y recordándome el porqué de que siempre soy tan idiota sintiendo como pesadas pero pequeñas gotas saladas son despedidas de mis pestañas.

Nocivo engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora