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La librería no es exactamente mi lugar favorito del mundo pero siempre supuse que por acá reina el silencio y no es así. Hay un gran alboroto en la puerta de entrada... Mujeres de todas las edades y varones también, sosteniendo sus libros y haciendo fila para que se lo firmen.

¡Oh y ahí viene también!

-¿¡Ese no es Kaden!? - exclama exasperada una chica que está haciendo fila junto con sus amigas y pierde el lugar para correr hacia mí.

Exhibo mi sonrisa más amplia y una postura amistosa cuando me agarra desprevenido para abrazarme.

-Hola linda - saludo cuando se baja de mi tórax y juro que siento como su corazón se acaba de catapultar y pretende salir de su pecho.

-¿Me das una firma? - indaga pasándome una lapicera y el libro de entre sus manos. Contemplo como ya una multitud se forma a mi alrededor y tomo el ejemplar para rayarlo con mi nombre.

Lo giro para no ocupar el lugar que vaya a firmar el autor y me entra un shock cuando contemplo la contraportada y caigo en cuenta que es el libro de Madison. Entonces para eso estaban ahí... Para que mi chica ponga su autógrafo en una blanca página del principio...

-Es todo tuyo - afirmo pasándole la pertenencia a la chica parada frente a mí. Varios ya hacen lo mismo también... No me quejo, soy una figura pública al fin y al cabo.

Una melena rojiza y peinada con una trenza desprolija de costado se acerca a mí y me sostiene de la muñeca con la poca fuerza que posee.

Choco sin previo aviso con ese mar que tiene por mirada y la furia que se esconden tras de ellos. Su respingada y redonda nariz pecosa se aproxima a la mía y casi pierdo el control.

-¿Serías tan amable de acompañarme? - indaga con respeto fingido. Sé de sobra lo que esa boca diría en un momento así y más sabiendo lo impulsiva que es... Capaz ha cambiado en el último tiempo pero tendría que detallar más cada uno de esos cambios a medida que vayamos hablando y este recién es el comienzo.

Asiento y una sonrisa burlona se asoma en mis labios. Tira de mi brazo hacia un recóndito lugar detrás de millones de libros en la librería y se planta frente a mí.

Su delicado y pequeño cuerpo no es una obstrucción y tampoco me amedrenta. Al contrario, estoy tan feliz de que nos hayamos encontrado después de dos largos e interminables años que todo el veneno que salga a borbotones de sus labios va a ser música para mis oídos.

-¿No te bastó con todo lo que pasó antes que ahora me queres robar la fama? - increpa cruzándose de brazos a la vez que realza el pecho. Admiro cada una y toda de las facciones de su cara como si nunca en mi puta vida la hubiera visto... El contorno de su mandíbula apretada, su labio inferior carnoso pintado de un leve color rosa, las pecas distribuidas por sus mejilas y nariz, y esos bellos ojazos que poseen esa loca manía de mirar con desdén y una pizca de dulzura.

Madison. Mi Madison. Es tan radiante y fantástica que parece un sueño...

-Me alegra poder volver a verte otra vez - susurro mientras la abrazo por la cintura y la elevo del suelo. Desprevenida y sorprendida lo único que logra hacer es soltar un silencioso bufido pero sus finos dedos se enredan en mi cabello despeinado.

-Creí que no lo iba a decir pero a mí también me alegra, Kaden - suelta con dejadez y algo se remueve en mi interior cuando su voz pronuncia mi nombre. También siento esas ganas incontrolables de meterla en la cama y escucharla llamarme en ese estado así pero tengo que tranquilizar las hormonas, al menos, hasta que realmente sepa si ella no se va a molestar porque quiera volver a formar parte de su vida.

La deposito en el suelo y la estudio con detenimiento... ¡La gran puta madre...!

-¡Mierda! ¿Cuándo te hiciste esa hermosura? - pregunto exasperado señalando el bellísimo tatuaje que cubre gran parte de su muslo derecho. Su sonrisa se ensancha como si hubiera esperado un milenio por este preciso momento...

-Después de que Max se fue... - confirma aún con una sonrisa pero con tono cargado de dolor y angustia - era un dibujo de él que también lo tenía tatuado. Es la muerte...

Sé lo que debe sentir todavía con respecto a él y me parece tan genial que se le haya ocurrido llevarlo en la piel, de esa forma ella debe sentir que no lo perdió del todo... Recuerdo ese día que la vi tan indefensa y comprendí que era sentirse impotente aunque la acompañé, sé que sufrió muchísimo. Eran de esas amistades que se unen por cosas en común y tienden a ser para toda la vida...

-Me encanta - anuncio sincero observando la obra de arte - me encantas.

Sus zafiros nerviosos van de un lado a otro y se muerde para no sonreír.

-No cambiás más vos - su tono de voz es divertido y me gusta saber que aún puedo entrar en su círculo tonteando un poco.

-Creo que no... - río entre dientes y consigo ponerla todavía más nerviosa - ¿queres que vayamos a tomar una birra? Nos ponemos al día, si no tiene nada que hacer claro señorita escritora.

-Para nada, estoy libre señor cantante - se da media vuelta y me mira de soslayo con la típica picardía impregnada - ¿en tu auto? Voy a buscar mi bolso...

Esto es mucho mejor de lo que me esperaba...

Nocivo engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora