Capítulo 1
Por su diseño y su facilidad de uso, el nuevo sistema operativo está muy por encima de cualquier competidor –María se giró para señalar la pantalla de alta definición que tenía detrás, en la que se estaba proyectando la interfaz de su ordenador para que lo vieran las miles de personas del público y los millones que estaban viendo la presentación por televisión y por Internet desde todos los rincones del mundo–. Tiene un diseño impecable, fácil de utilizar y estéticamente agradable, algo que, como todos sabemos, también importa. En tecnología no importan solo los cables, lo que importa es la gente.
Sonrió para las cámaras, segura de su buen aspecto. Menos mal que tenía un estilista personal y todo un equipo que se encargaba de que estuviera perfectamente peinada y maquillada porque sin ayuda, era un completo desastre. Se lo habían dicho muchas veces. Pero con una legión de personas que se aseguraban de que estuviera presentable, se veía capaz de enfrentarse al mundo entero, literalmente, con total confianza.
–Pero el diseño no lo es todo –tomó aire y volvió a mirar al ordenador–. También tiene que haber una buena seguridad. El nuevo cortafuegos que hemos incluido es el más seguro que hay ahora mismo en el mercado. Es capaz de identificar y bloquear las amenazas más sofisticadas, por lo que podrán tener la tranquilidad de saber que sus datos están protegidos.
En ese momento vio parpadear la imagen del monitor que tenía delante y apareció en el centro un vídeo que enseguida ocupó la pantalla entera. María se quedó helada mientras todo el mundo tenía los ojos puestos en ella y en la pantalla gigante que había a su espalda, donde se podía ver lo mismo que había en su ordenador.
–¿Seguro? A mí no me lo parece, señora Fernández. Puede que nos proteja de los pocos piratas informáticos que utilizan Anfalas porque cualquiera que use el programa Datasphere podrá entrar en el equipo sin ningún problema.
Sintió un sudor frío en la nuca. Le ardían las mejillas. Esteban San Román era una auténtica pesadilla que la perseguía. Aunque, para ser justo, también lo era ella para él. Y los dos eran una pesadilla para Scott Hamlin. En pocas palabras, tenían la costumbre de molestarse los unos a los otros, pero aquello era demasiado.
El rostro de Esteban, ese rostro tan hermoso que resultaba enervante, había invadido toda la pantalla y, por tanto, su presentación. Su petulante sonrisa era la demostración de un fallo de seguridad del que María no sabía nada.
–Cualquiera no, señor San Román –le rebatió, tratando de mantener la calma porque sabía que su humillación se estaba viendo en todo el mundo. El lanzamiento de su nuevo sistema operativo era la noticia del día, igual que ocurría cada vez que salía cualquier producto de Anfalas. Y Esteban acababa de estropearlo–. Casi se necesita tener un máster en tecnología para saber utilizar Datasphere. Sin embargo, los ordenadores Anfalas están pensados para el usuario.
–Pues su usuario acaba de sufrir un ataque. Quizá haya algún dato bancario al que pueda acceder.
Le hizo un gesto a uno de los técnicos para que cortara la comunicación entre el ordenador y la pantalla, que se quedó en negro al mismo tiempo que cortaba también el sonido. La voz y el rostro de Esteban seguían en su ordenador.
–Se acabó –le dijo, lanzándole una mirada fulminadora. Luego levantó la mirada hacia el público–. Les pido disculpas por la interrupción. Ya saben cómo es la competencia. No me extrañaría que estuviese intentando compensar ciertas carencias –el público estalló en carcajadas.
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La pareja que engaño a todo el mundo
RomantizmEso sí que era no perder de vista al enemigo... La mayoría de las mujeres matarían por estar entre los brazos de Esteban San Román. El enigmático italiano era uno de los hombres más ricos del mundo y uno de los empresarios más importantes del mundo...