~"Si Te Gusta La Libertad, Deberías Amar El Viento"~
Me doy la vuelta y me encuentro a un hombre de un poco más de cuarenta años, muy apuesto para su edad con buena planta,y un estilo vaquero poco inusual. Por lo ajustado de su camisa de cuadros se le notaba que estaba en forma y el sombrero de cowboy le destaca el azul profundo de sus ojos y su pelo negro.
—Chuck deja de hacer daño a la mujer o te haré al horno con naranja— como si el ganso hubiera entendido perfectamente sus palabras, se paró de golpe, le miró con un atisbo de miedo en la mirada y como vino se fue dando pequeños graznidos a cada paso que daba.
—Ufff, muchas gracias...— empezó mi madre a decir pero fue interrumpida.
— Jeferson... pero unas señoritas tan apuestas como ustedes pueden llamarme Jef. — dijo el hombre misterioso ahora llamado Jef.— ¿No está su marido por aquí cerca para ayudarles con todas esas cajas?—pregunta curioso.
— Mi marido murió hace un par de años— dice mi madre con una leve sonrisa.
— Oh vaya lo lamento mucho... le echaré una mano si me lo permite— dice él algo apurado.
Mi madre entró con algunas cajas a la caja y yo me quedé afuera con Jef, no pude evitar mirarle y que no se me escapara una leve risa.
—No se preocupe Jef, todos ponen la misma cara que usted al enterarse, si le sirve de consuelo nos ha caído bien.— dije para tranquilizar.
Y sin mediar palabra, entré a la casa y empecé a desempaquetar las cajas en la que ahora sería mi nueva habitación. Ya tenía pensado algunos diseños para hacer un mural en la pared, pero tendría que hacer un par de compras, cosa que aprovecharía para conocer un poco más al fondo el pueblo.
Jef se quedó a comer, más bien le obligamos como muestra de agradecimiento por habernos prestado su muy necesitada ayuda. Le hice varias preguntas del pueblo, y descubrí que en la calle contigua a esta había un gimnasio, no muy caro donde podía ponerme en forma sin problema alguno. Además nos contó que posee un pequeño picadero a las afueras, esta tarde me llevará y de paso me enseñará el gimnasio.
Después de una buena ducha, nos subimos al coche de Jef rumbo al gimnasio.
—Bueno cuéntame algo de ti— me dice Jef, con la mirada puesta en la carretera.— Ni siquiera sé tu nombre.
—No hay mucho que contar, tengo diecisiete años a punto de cumplir los dieciocho, me encanta la naturaleza y los caballos, sobretodo los caballos— digo riendo— me gusta hacer deporte y dibujar. Y mi nombre es Noah.
— Muy bien señorita Noah, hemos llegado.
Me bajo del coche, el edificio es viejo tengo que admitirlo pero no importa si su función de mantenerme en forma la cumple, siempre he sido una chica de hacer deporte me gusta esculpir mi cuerpo a mí antojo, por eso y con bastante entrega conseguí el cuerpo que quería.
Entramos, recorrimos el breve vestíbulo y entramos a la sala principal, la cual la mayoría la ocupaba un cuadrilátero de boxeo, también había varias cintas de correr y pesas, además claro esta del material de boxeo, sacos, etc.
Jef iba saludando a cada hombre que pasaba cerca nuestro, me iba explicando que tuviera cuidado por si algún baboso se me acercara, y que si sucedía cualquier cosa se lo hiciera saber de inmediato puesto que el jefe era su mejor amigo. Me dejó un rato a solas mientras hablaba con Michael, el cuál era el jefe según me había dicho.Divisé un gran saco en una de las esquinas «ese lleva mi nombre» me acerqué con paso firme tiré mis cosas a un lado, me quité la camiseta dejándome solo en sujetador deportivo y en mayas, me vende las manos y empecé a calentar.
Me daba cuenta que los hombre me miraban, no siendo babosos más bien miraban mis tatuajes. «Es que ¿nunca han visto a una chica con tatuajes?» Cuando se dan cuenta que los he pillado observandome vuelve cada uno a lo suyo.
Golpeo con destreza el saco «derecha derecha, izquierda izquierda y abajo.»
Siempre es el mismo proceso excepto si querías hacer algún tipo de combinación. Los recuerdos empezaban a agolparse en mi cabeza a cada golpe que realizaba. Los motivos de mis tatuajes, los insultos, las burlas, la muerte de mi padre... No pude más y con una última patada terminé por romper el saco de boxeo llamando la atención de todos.Ni siquiera me estaba dando cuenta que arremetía con toda la furia del mundo.
—Vaya... el saco estaba viejo y lo iba renovar, creo que ahora si que lo voy a hacer— dice Michael.— Bienvenida a Paint Rock forastera será interesante tenerte por aquí— y empezó a reírse— mañana vuelve, ni lo dudes.
Después de una escena un tanto vergonzosa decidimos salir de allí, no antes claro de mi respectiva ducha y cambio de vestuario.
De vuelta a la camioneta Jef no paraba de decirme que cómo era posible que tuviera tanta fuerza, a lo que yo solo me encogía de hombros mientras reía.Una hilera de camionetas con al menos treinta hombres entre todas ellas pasaba delante nuestra gritando.
—Jef, ¿A dónde de dirigen esos hombres?— pregunto curiosa.
—A hacer algo de lo que se pueden arrepentir—dice apretando la mandíbula— Noah, te llevo a casa, tengo que resolver unos asuntos mañana te enseño el rancho.
Sólo me dio tiempo a asentir por que lo próximo que recuerdo es volar a toda velocidad por las pequeñas calles hasta llegar a mí casa. Y aquí me encuentro tumbada en la cama con la mirada puesta en el techo «¿Qué diablos acababa de pasar? Seguro que esos asuntos tienen que ver con lo que fueran a hacer esos hombres. ¿Qué habrá sido a lo que iban tantos hombres? Solo espero que Jef esté bien». Lo próximo que supe es que me había quedado dormida.
Hola devoradores de libros, ¿Qué tal va el día? Como prometí, súper capítulo, este es más largo y espero que os haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo.
¿Qué os parece Jef?😏😏
Siendo sincera me reí bastante mientras escribía la escena del ganso. 😅😅
Como siempre un voto ayudaría.
Un besazo y hasta la próxima.😘
ESTÁS LEYENDO
En el reflejo de mis ojos
Teen FictionTodo sucede por algo, el destino es así, nunca sabrás lo que te va a deparar. Sólo sé que pase lo que pase él es y será siempre el reflejo de mis ojos.