Capítulo 33.

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Pov. Scott

—¡Noaaaah!

El árbitro se acerca a ella, y empieza la cuenta atrás desde diez.

Diez…

Nueve…

Ocho…

Y Noah sigue sin responder, ni hacer ningún  movimiento.

Siete…

Seis…

Cinco…

El árbitro se dirige a mi antiguo adversario, levantandole el brazo derecho dando por hecho que el combate esta ganado de sobra.

Cuatro…

Se dirige a Noah con una sonrisa triunfante en la cara.

Tres…

Dos…

Una última mirada al gorila y cae al suelo.

¿U—Uno?…

—¡Por encima de mi cadáver, maldito orangután!—Noah se levanta con sangre en la boca.

Unos, dos, tres… y demás puñetazos que le llegaron a la maldita bola de billar con patas. El hombre exhausto cae rendido al suelo. Todos empezamos a gritar de alegría.
Acompañamos al árbitro en su cuenta atrás.

—¡Diez!, ¡Nueve!, ¡Ocho!, ¡Siete!,
¡Seis!, ¡Cinco!, ¡Cuatro!, ¡Tres!, ¡Dos!, ¡Uno!—se suben los chicos al ring, y entre Sam y el chico que no conozco la suben sobre sus hombros.

Me levanto y a la pata coja, la logro alcanzar.

—Lo conseguites… lo conseguistes, creía que te había pasado algo, por un momento creía que…—le digo mientras la abrazo.

—Sshh, tranquilo no ha pasado nada, ¡hemos ganado!—dice riéndose.—ahora vámonos, te tengo que curar… te tenemos, te tenemos que cuidar.—se corrige rápidamente.

Todos montamos en la camioneta, menos el chico nuevo que ahora sé que se llama Henrik, que nos sigue en moto.

—¡Eso ha sido increíble!—sigue diciendo Sam, mientras los demás reímos.

—Tampoco ha sido para tanto…—dice Noah sonrojada «adorable.»

—Nada de menosprecios a la acción de salvarme el culo esta noche muñeca.—le digo con una sonrisa sincera en mi rostro.
Ella me mira y se sonroja aún más, «si es posible».

—¿Adónde vamos?—dice ella rápidamente cambiando de conversación.

—A mi casa.—contesto.

—Y justo a tiempo.—dice Sam.

Aparcamos en frente de la puerta.«Hogar, dulce hogar.»

—¿Donde tienes el botiquín?—me pregunta Noah dejándome tumbado en la cama.

Henrik se había ido al motel, y llevaba a John a su apartamento.
Así de fácil nos hemos quedado solos en mi apartamento Sam, Noah y yo.

—Segunda puerta a la izquierda según sales de aquí.—le explico.

Asiente y sale. Miro a Sam quién tiene una mirada un tanto rara, seguido de una mirada perversa.

—A ti te gusta Noah.— me dice subiendo y bajando las cejas divertido.

—¿Qué? No, no…— le digo.— ¿Tanto se me nota?— pregunto arrascandome la nuca.

— Un poco… bastante, mucho demasiado e incluso debería decir que…

—Ya me he enterado.— le salto.

—¡Lo encontré!— grita Noah, desde el cuarto de baño.
Seguido entra con las manos llenas de vendas, cremas, agua oxigenada.

—Vas a curarme, no ha montar un hospital.—le digo para chincharla. Ella me mira y me saca la lengua con un gesto infantil.

—Bueno, yo casi que me voy sino Jef me matará y hará cecina conmigo.—dice Sam despidiéndose y saliendo de la casa.

—Bien, incorporate anda, voy a limpiarte la herida de la ceja.—me pide.

Una, por una va desinfectando y curando cada herida de mi cara, de mi cuerpo y tal vez alguna de mi corazón. Me aconseja que si me molesta la costilla, que vaya al médico, y me entrega unas pastillas y un vaso de agua.

—Te ayudará a dormir, y con el dolor corporal.—me dice. Veo que se mueve nerviosa.

—Quédate conmigo esta noche.—las palabras salen antes de que procese algo. «Esa maldita pastilla para dormir, seguro que me atontan.»
Me mira como si me hubiera salido dos cabezas.— no me abandones.

—No lo haré.—dice acomodandose en el sofá de mi habitación.

—Vale.—digo sintiendo mis ojos cerrándose. —Buenas noches, muñeca.

—Buenas noches, rubiales.

FIN
Naaaah, es broma. Todavía queda mucho.
Hooola.
¿Qué tal están mis devoradores de libros?
Espero como siempre que bien.
Sam, como siempre ayudando a Scott en lo que puede.
Aviso: viene misterio. 7w7
Como siempre un voto ayudaría.
Un besazo y hasta la próxima.

En el reflejo de mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora