Capitulo 3

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Capitulo 3

—Día 15—


   Fue uno de los pocos días en los que Shizuo no tuvo que ir a trabajar. Al ser el guardaespaldas de los más grandes mafiosos de Ikeburuko, la paga era más que suficiente para tener una vida de lujos, pero eso no significaba que Izaya pudiese rasgar todo como usualmente hacía.

   Estaba por ser mediodía cuando el frío azotó contra el cuerpo del mercenario, causándole escalofríos mientras intentaba resguardarse entre las cálidas sábanas. Sin embargo, el sueño rápidamente desapareció en cuanto estornudó a causa de la cola de Izaya, pues el felino se encontraba en la almohada comodamente, meciendo su cola de lado a lado.

   Esa tarde, el guardaespaldas despertaba de buen ánimo, dormir era de sus actividades favoritas a pesar de no tener tiempo para ello. El rubio aprovechó el ambiente frío para tomar una relajante ducha, suponía que Izaya aún no despertaría y eso le daría tiempo.

   En cuanto la llave del grifo fue abierta, una gran cantidad de agua tibia golpeó el cuerpo del guardaespaldas para quitarle el sueño que aún tenía, el cual era poco. Todo estuvo en calma hasta que el crujir de la puerta le dió una señal: Izaya había despertado y ahora le estaba mirando. Shizuo, sin preocuparse, ignoró el hecho de que Izaya se había escondido entre su ropa, dejando la cola a la vista, y siguió con su baño.

   El felino no se acercaría a la ducha por más que quisiera.

   Entonces, en cuanto la ducha llegó a su fin y el mayor envolvió una toalla alrededor de su cintura, recogió su ropa junto al pequeño curioso que tapaba sus ojos para no ser visto, algo realmente cómico.

   Al estar en la alcoba nuevamente, Shizuo sopló levemente las manos de la pequeña criatura y ésta rápidamente las bajó, dedicándole una sonrisa avergonzada, pero sin pizca de arrepentimiento.


—Iré a hacer el desayuno, pulga.— Mencionó el mercenario con cierto toque de gracia en su voz tras haberse vestido.


   Izaya estaba en la cama, viendo fijamente cada movimiento de Shizuo, hasta que éste se acercó a él para llevarlo a la cocina. El pequeño gato, con sus afiladas uñas, se adhirió a la camisa del mayor para que le llevara, y el rubio bufó en risa por lo flojo que era el felino, agradeciendo que aún fuese tan pequeño como para llevarlo guindado.

   Según Shizuo, Izaya no era la misma criatura diminuta de antes, se podía decir que tenía 5cm más de altura y eso sólo significaba una cosa: sus desastres serían mayores.


—Shi... Shizu-chan.— Esa exclamación por parte del azabache, atrajó plenamente la atención del mercenario, mostrándose claramente impresionado y feliz por haberle escuchado. Fue su primera palabra.


   El gato, mientras Shizuo preparaba los ingredientes de cocina, se encontraba sentado en la mesa, atentó a los movimientos de su dueño. Por más que quisiera negarlo, el rubio estaba feliz de haber escuchado su nombre en labios del minino, se sentía especial y su humor cada vez mejoraba.


—¿Puedes repetirlo?— Aunque estuviese rebosando de alegría, no pudo evitar hacer tal pregunta.

—Shizu-chan.— Repitió el azabache, siendo contagiado por la alegría de su dueño, quien le acarició suavemente la cabeza en forma de mimo, ganándose un ronroneo por parte del menor.

—Por lo menos ahora me puedes llamar sin maullar.— Sonrió el rubio, e Izaya asintió sucesivamente, como si aquello fuese uno de sus más grandes logros, cosa que era probable.


   El guardaespaldas decidió dar por terminada la conversación para empezar a hacer el desayuno, algo sencillo y que no llenara pues igualmente era hora de almuerzo, y Shizuo iba a comenzar con el almuerzo un poco más tarde.

   El felino de ojos carmín no apartaba su hipnotizante mirada de las manos del humano, quizá porque éste tenía el embase de leche chocolatada en sus ellas. La leche chocolata con cereal, era la comida favorita del pequeño minino, y Shizuo le estaba haciendo eso. Por otro lado, el desayuno del mercenario iba a ser un omelet con verduras, pues tenía una gran preferencia por la comida estadounidense y realmente no le molestaba aquel cambio.

   Tras servir en el comedor, Izaya se sentó al lado del rubio en espera de que comenzara a comer. Era una costumbre del felino por no comer sólo. Aquellas costumbres que el gato poseía, eran raramente humanas, y traían un sin fin de incógnitas sobre el pasado de la criatura. Sin embargo, el rubio sentía que Izaya confiaba lo suficiente en él como para no haber escapado. El mercenario llegaba a suponer que su mascota le había tomado cariño, y eso sólo hacía que quisiese saber más sobre él.


—¿Te gustó?— Preguntó el mayor en cuanto terminó de comer, viendo el plato de su acompañante igualmente vacío.

   El minino asintió feliz tras haber relamido su labio. Ese día, Izaya estaba tranquilo y cariñoso, se veía más apegado a su dueño y no se le veía intención de molestarle en lo más mínimo.

   Mientras Shizuo terminaba de lavar los platos, un pequeña duda creció en su mente.

   "¿Podré sacar a Izaya a caminar?", se preguntó a si mismo, lavando ahora sus manos para disipar el jabón de ellas. Entonces se volvió a mirar al pequeño niño gato que estaba en su sala. Se mostraba tranquilo mientras veía televisión, con una gran almohada entre sus brazos y meciendo su cola al borde del sofá. Algo tierno para él.


—¡Shizu-chan!— Aquel llamado había sido notoriamente de auxilio.


   El guardaespaldas rápidamente camino hacia el sofá a ver qué fue lo que había asustado al felino y, estando frente a la televisión, Shizuo vio una reconocida pelicula de terror en la pantalla, La Niña del Aro para especificar. Ella había asustado al pequeño Izaya.

   Quizá era malo, pero Shizuo tenía ganas de reír por aquello, cosa que evitó totalmente. Tras un ligero suspiro de alivio, cargó en sus brazos al azabache y se sentó en el sofá, agarrando el control para cambiar el canal a uno de caricaturas. Sin embargo, Izaya permanecía aferrado al pecho del mayor.


—Sólo es una película, Izaya— murmuró dulcemente el mercenario en lo que acariciaba la cabeza del niño, tratando de alejar los malos pensamientos que ese tipo de peliculas causaban.


   El gato y el ratón que pasaban por la pantalla, fue lo más alegre y divertido que el mayor encontró entre los canales para niños. El par de personajes se golpeaban y tiraban cosas, y los sonidos cómicos llamaron la atención de Izaya, quien se volteó lentamente hacia la televisión para terminar nuevamente con una sonrisa en los labios.

Un Gatuno AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora