Capitulo 19

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Capitulo 19

—Día 195—


   En cuanto Shizuo, hecho un manojo de pensamientos, dejó el apartamento, Izaya sonrió para si mismo como si fuese el mejor villano de todos los tiempos. El felino sentía que pronto haría que Shizuo cayese bajo sus garras, que cumpliría el deseo de ambos y que su vida se pintaría por completo de un color rosa apasionado. Sentía que todos sus problemas serían enterrados y olvidados por completo, porque al lado de Shizuo sentía que todo era posible.

   Izaya admitía que era como un adolescente nuevamente, pues tenía esa sensación de emoción en cada beso que le robaba a Shizuo, se sentía protegido en brazos del mercenario por más que sus manos estuviesen manchadas de sangre, su corazón se aceleraba cada que lograba que el rubio reaccionara ante sus travesuras, cuando lograba que el mayor se sonrojara o le mirara de forma aterradora debido a sus ocurrencias.

   Por ello, luego de que la puerta del apartamento cerrara, corrió a lanzarse a la cama en la que dormía y se abrazó dichoso a la almohada más grande que estaba allí. El felino reía como si su plan avanzara a la perfección, cantaba victoria como si supiese lo que ocurriría en cuanto Shizuo volviese al apartamento. Pero por tanto pensar, su emoción le paralizó por completo; Izaya se sentó en la cama con un rostro neutral y se mantuvo tranquilo por un par de segundos.

   Había planeado cómo seducir a Shizuo, cómo moverse con sensualidad, qué frases podía volver algo pervertido, qué usar para provocar, cómo ser la perdición del mercenario sin que éste lo supiese. Pero no había planeado qué hacer después de todo, no sabía qué hacer si su plan funcionaba, porque para él no era simplemente tener sexo. Izaya quería algo especial y sabía que Shizuo también deseaba algo inolvidable.

   Su rostro en cuestión de segundos enrojeció, sus manos se aferraron a la cómoda almohada y su cola se volvió un ovillo a su lado. Izaya vio una película en su mente, una película erótica donde cada escena era vergonzosa, donde cada sonido le erizaba la piel, donde toda su perversidad se convertía en inocencia. Quizás el felino era el As de la seducción, pero no sabía nada de relaciones en la cama, o por lo menos eso era lo que Izaya pensaba.

   Así que terminó por suspirar irritado, Izaya había caído en su propia trampa. Por algunos segundos escondió su rostro en la almohada, movió sus pies nervioso y sus orejas se empezaron a mover de lado a lado, curiosas o indicando que el felino pensaba en la solución a sus problemas. Pero se vio rendido casi al instante al no encontrar una buena respuesta a su pregunta, y cayó de espaldas a la cama.


—¿Cómo carajos voy a comenzar a tener sexo con Shizuo? ¿Lo tiro a la cama y le quito el pantalón?— Las preguntas salían solas de su boca. Izaya sabía que hablaba solo, porque Mizu no podría contestarle, y eso le irritaba más—. ¿Qué tal si no puedo desabotonarle la camisa? Pasaré pena y el se reirá de mi.

   "Pero él te ama, de seguro te besará y seguirán en lo suyo", Izaya fingió aquella voz mientras Mizu le miraba, como si el pequeño gatito fuese quien le hablaba y le contradijera. Mizu, por otro lado, solo le mantenía la mirada fija y de vez en cuando ladeaba la cabeza, como si no entendiese la situación.


—Pero, ¿qué es lo nuestro?— Izaya se lo pensó—. No sé cómo reaccionar si Shizuo llega y me dice que sabe de sexo, que sabe qué hacer. ¿Querrá decir que lo ha hecho con alguien más?— Entonces el felino mayor se levantó con el ceño fruncido—. Realmente dañaría el momento y me darían ganas de golpearlo.

Un Gatuno AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora