Capitulo 24

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Capitulo 24

—Día 200—


   Un nuevo amanecer entre la soledad de su apartamento, Shizuo poseía oscuras ojeras bajo sus ojos y sus manos se veían más lastimadas que como usualmente se veían. Él, como los últimos días, reposaba en el gran sofá de su sala mientras fumaba un cigarrillo, Mizu dormía sobre sus piernas sin quejarse del humo y el sol quemaba sus pupilas mientras aparecía detrás del sin fin de edificios de Ikebukuro.

   Su alarma ni siquiera había sonado, Mizu despertaba entre maullidos y Shizuo, dejando las cenizas del cigarrillo sobre el cenicero, acarició con su otra mano al felino que no tardó en alzar su mirada para verle. El rubio acarició las orejas del felino en busca de subir sus ánimos, pero solo una sonrisa seca se mostró en sus labios.

   Tras una ducha rápida y un cambio de ropa, el mercenario se vio al espejo solo para repetirse que pronto encontraría a Izaya y que lo volvería a tener a su lado. Sin embargo, alguien como Shizuo sabía que las cosas no serían tan fáciles de llevar, sabía que vendrían muchos más problemas y que Izaya saldría perjudicado. Eso solo le irritaba. Le molestaba no ser suficiente para proteger a la persona que amaba.

   El rubio entonces escuchó nuevamente las voces burlonas de su cabeza, vocecillas que habían estado calladas por el hecho de que la bestia no había tenido nada de lo cual preocuparse, pero habían vuelto gracias a su alteración. Aquellos desconocidos timbres de voz habían vuelto a su mente para decirle que todo iría mal, para decirle que merecía todo el mal del mundo por ser un monstruo, para recordarle que no podía ser feliz y estar tranquilo porque era una bestia. Shizuo solo servía para destruir, e Izaya no podría cambiar ese hecho.

   Su mirada estaba clavada en el espejo, pero pronto lo dejó ante los maullidos de Mizu quien se estaba asomando a la habitación. Por ello salió del cuarto con un desastre en mente y tomó una taza de café antes de servirle la comida al felino que le seguía curioso. Al mirar hacia el gato, éste le miraba con intriga y le rogaba con la mirada una caricia, Shizuo no se pudo negar y terminó por acariciar la cabeza del minino. Luego de eso y de ver a la criatura comer, el mercenario salió del apartamento para iniciar un nuevo día de trabajo e investigación.

   No fue mucho el camino cuando el rubio se vio frente a las puertas giratorias de la empresa. Bufó al entrar y se vio confundido al notar que la sala principal estaba un poco vacía, cosa que no era normal. No esperaba que con llegar diez minutos antes al trabajo, habría diferencia alguna. Dejando eso de lado, Shizuo continuó con su caminar hasta que llegó a la oficina de Tom, allí sabiendo que Shinra y Celty estarían ayudándole a buscar información.


—Buenos días, hombre— saludó Shinra al alzar su mirada, pero la sonrisa que tenía se borró por completo de su rostro al detallar al recién llegado—. Hoy te ves peor que ayer ¿Has dormido? ¿Has comido bien?— Preguntó el castaño en lo que acomodaba sus lentes.


   Shizuo se limitó a alzar una mano en señal de saludo, algo rápido y sin abrir la boca ante el resto de personas en la oficina, ignorando por completo las preguntas de Shinra. A paso tranquilo y con las manos entre los bolsillos se acercó al escritorio de Tom para ver por qué estaban tan centrados en la computadora, y el jefe se preparó para explicar la nueva situación, otro problema para la lista.


—Han desaparecido un par más de mis muchachos— comentó el castaño mayor al quitarse sus gafas y sobar sus sienes—. No hemos podido tener señal alguna de los secuestradores de Izaya, pero nuestros radares han captados otras señales en la comunicación, como si alguien desconocido quisiese infiltrarse en nuestras computadoras. No hemos podido rastrear la señal, pero ellos tampoco han logrado llegar a nuestros servidores.

Un Gatuno AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora