Capitulo 6

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Capitulo 6

—Día 90—


   Era muy temprano cuando Shizuo abrió los ojos con pesades. El cielo mantenía el hermoso color azul de la madrugada e Izaya dormía felizmente al lado de su dueño, acurrucado a su pecho a causa del frío.

   Era inimaginable que, en tan poco tiempo, una criatura que al principio podía esconderse en la palma de una mano, ahora tenía el aspecto de un niño, casi un adolescente. Para el mercenario, tener a Izaya a su lado se había vuelto una costumbre, no se arrepentía de haberlo acobijado pues agradecía que éste cada vez le tuviese más confianza. Sin embargo, el rubio tenía curiosidad en cuanto al pasado del felino, y asimilaba que debía de ser algo lo suficientemente malo como para tenerle miedo a alguien que no fuese él.


—Enano— saludó cariñoso el mercenario mientras arropaba mejor al minino. Éste apenas y movió sus orejas en cuanto despertó, dedicándole una tierna sonrisa a su dueño mientras abrazaba su peluche ya no tan nuevo—. Tendré que salir más temprano y regresaré muy de noche; llamaré a Shinra para que cuide de ti en lo que estoy afuera.— Y con tal comentario, la sonrisa del niño se volvió un gesto de enfado y total desacuerdo.


   Izaya se levantó rápidamente, tambaleándose por tener los músculos tensos, y negó ante las palabras de su dueño.


—¡No vayas!— Suplicó el minino, aferrándose a los brazos del rubio—. No me quiero quedar con el Sr. Shinra, me da miedo. Puedes dejarme... solo, pero no me dejes con él— La suplica en la mirada del menor cada vez se intensificaba, su voz de a poco se quebraba y sus ojos se llenaban lentamente de lágrimas.

—Izaya, no puedo dejarte sólo por tanto tiempo.— Shizuo luchaba consigo mismo para salir de aquella habitación, pues ver a Izaya en ese estado, era posiblemente su única debilidad—. Shinra es mi amigo, no te hará nada. Tienes mi número si necesitas de algo. Este trabajo es muy importante y no lo puedo rechazar.

—Entonces llévame contigo, prometo que no haré nada que te moleste— Sollozó finalmente el gatuno niño. Un camino de lagrimillas se dibujó en cada una de sus mejillas mientras se aferraba al brazo del mercenario.


   El hecho de que Izaya estuviese tan desesperado, era un gran problema para Shizuo. El felino no podía aceptar que le dejaran sólo, menos con alguien como Shinra, y eso era algo intrigante para el mayor, quien se hacía ideas de los miedos ocultos que el azabache no le había dicho aún.


—Pequeño..., mi trabajo es...— por un momento, el rubio se trabó con sus palabras, pero no podía caer ante el chantaje del menor—. Mi trabajo es muy peligroso y no voy a arriesgarte, Izaya. Quiero protegerte, por favor, déjame hacerlo— Replicó el mercenario tras un suspiro de irritación. Con suavidad tomó entre sus manos el rostro del felino, Izaya hippeaba en busca de calmarse y su dueño, con cuidado, disipaba las lágrimas que se habían escapado.


   Las temblorosas manos de Izaya se posicionaron entonces sobre las de Shizuo; eran mucho más pequeñas, pero eran cálidas. Izaya entendía a la perfección, y agradecía internamente que Shizuo se tomara tales molestías por protegerle, no había duda de que le quería mucho. Eso, aun así, no evitó que apartara su mirada de la del rubio, seguía triste, pero había decidido no ser un estorbo.

Un Gatuno AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora