Capitulo 7

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Capitulo 7

—Día 91—


   Tras el largo vuelo, la madrugada hacía su aparición al haber llegado a un lujoso hotel. Shizuo, mientras miraba a través de la ventana la desconocida ciudad, pensaba en que posiblemente Izaya estuviese dormido, rogaba que no estuviese llorando o esperando por él.

   Fue entonces que su celular sonó, vio la hora antes de contestar la llamada, 2:15 de la madrugada, y luego se fijó en el número que aparecía en la pantala: Casa.


—¿Estás bien, Shizu-Chan?— La titubeante voz del felino no hizo más que crispar los nervios del mayor, haciéndolo sentir peor. Por la mente del mercenario, cruzaba la idea de que Izaya estuviese llorando y que Shinra quizá estuviese muerto.

—Estoy bien, enano. ¿Qué haces despierto? Deberías estar entre las sábanas como el mocoso que eres.— Shizuo trató inútilmente de levantar los ánimos del azabache al otro lado de la línea.

—No tengo sueño...— La quebrada voz del menor, esa tierna y susurrante voz que no hacía más que empeorar el ánimo del rubio—. Me prometiste que volverías, y aún veo tu parte de la cama vacía. No quiero dormir sin ti, Shizu-chan.

—Oh Izaya...— El susodicho rascó su nuca con irritación. Pensó entonces en lo alejado que se encontraba de Ikebukuro, quizá a una hora, y lo único que podía hacer era mirar a través de la ventana, con claras ganas de salir de ese hotel directo a casa—. Tienes que dormir, pequeño. Prometo que estaré a tu lado cuando despiertes.

—No creo en ti.—Vociferó el menor— Quiero ver cuando llegues, así que no me voy a dormir hasta que estés aquí.— El arisco tono del felino, por un momento causó que Shizuo se sintiese regañado, afligido, pero pronto escuchó como el azabache hipeaba tras aquella queja, posiblemente en medio de lágrimas.

—No llores...

—¡No estoy llorando! ¡Tonto!— Gritó rápidamente—. No dormiré hasta que llegues, así que regresa pronto...— y tras aquella amenaza, el teléfono fue colgado abruptamente.


   El mercenario, tras alejar el teléfono de su oreja, miró con detenimiento la pantalla del aparato donde aparecía que la llamada había finalizado. Con mayor molestia, tiró el celular a la cama e instintivamente se desquitó con la pared de la alcoba, dando un gran golpe al papel tapiz y agrietándolo por su feroz tacto.

   Sus ganas de volver con Izaya cada vez incrementaban, quería estar a su lado y verle dormir, saber qeu hizo todo lo que debe hacer antes de dormir. Entonces, con la mente abierta, un sin fin de ideas cruzaron por ella: quizá Shinra ya no existe, quizá Izaya aún no había comido su cena, quizá el menor estaba con su peluche en brazos y miles de lágrimas recorriendo sus mejillas. Muchos quizás sólo provocaban que la bestia se enfadara.


—Shizuo— la Señora Higurashi, con una bata rosa y una lazo del mismo color alrededor de la cintura, entró tranquilamente a la habitación tras tocar la puerta, mostrando sus brazos cruzados y mirada fija.


   El susodicho se volvió a su clienta con su semblante neutral, recuperando la postura, y evitó transmitir rabia con sus pupilas, algo que pudo esconder con éxito. Por otro lado, la dama de largos cabellos mostró un fino semblante, sereno y suave, usual en una madre. Aquel gestó provocó que el rubio suspirase resignado, frunciendo levemente el ceño y apartando la mirada en lo que adentraba sus manos a los bolsillos de sus ropas.

Un Gatuno AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora