Capitulo 13

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Capitulo 13

—Día 170—


   Tras el rápido desayuno de Izaya con Shizuo y el ronronear de Mizu, el azabache meció sus piernas en las altas butacas mientras pensaba en lo que podría hacer durante el día sin Shizuo. Con fijeza miró al pequeño gato que jugaba con una bola de estambre a su lado, por un momento quiso encerrarle en alguna de las habitaciones, pero sin querer se había encariñado con el pequeño felino.

   Izaya pensaba que el gato le coqueteaba a su querido dueño, Shizuo. El felino meneaba su cola para llamar la atención, se acercaba al mayor para ronronear a sus pies por alguna caricia y se acurrucaba en el regazo del mercenario para dormirse, todo para despertar los celos de Izaya quien no podía evitar fruncir el ceño.

   Sin embargo, Izaya aún quería al pequeño gato bebé que siempre recorría el apartamento. El azabache podía notar que su compañero volvía a sus pies para pedirle cariño, y aunque quisiese tirarle por la ventana, su instinto maternal despertaba al ver los tiernos ojos del gato. Así que entre sus brazos acunaba a su compañero, le mimaba, pero al mismo tiempo le miraba con el ceño fruncido en forma de regaño, pues Izaya no aceptaba el hecho de que Mizu se llevara su puesto en el corazón del mercenario.

   Con un conflicto mental, Izaya terminó por sentarse en el sofá con Mizu entre brazos, con manos ocupadas en acariciar el pelaje suave del gato. Miró atento por la ventana hasta ver una rubia cabellera salir del edificio, frunció el ceño al ver a aquella persona encender un cigarrillo entre sus labios y suspiró con desilusión en cuanto el humo adornó el aire a lo lejos. Izaya odiaba que Shizuo fumara, pero no hayaba la solución para que lo dejara.

   Por otro lado, Izaya veía con igual molestia a las personas que caminaban alrededor de su querido dueño. Notaba las temerosas miradas hacia el mercenario, los repentinos apartamientos de su persona y los susurros entre los desconocidos con sus vistas puestas en el rubio. Aquel disgusto por parte de esas personas, era una de las cosas que Izaya no podía entender, sabía que nadie conocía a Shizuo, ¿Por qué tenerle miedo?

   Para Izaya, Shizuo era un héroe sin capa que tenía un mal caracter con las personas que no conocía, pero que era buena persona con su pequeño y fastidioso ser. Shizuo era el que veía por su bien, que le daba atención y cariño, el hombre perfecto ante sus felinos ojos, pero eso era algo que nadie aparte de él podía ver, porque Shizuo era diferente estando fuera de casa e Izaya no sabía.

   Meow.


—Calladito te vez más bonito— el repentino maullar del gato hizo que Izaya le mirara y criticara sin mucha dureza en sus palabras, y aun así el gato le dedicó una mirada llena de ternura—, Shizu-chan es mío.— Terminó por achinar los ojos, retando al gato en sus brazos, advirtiéndole indirectamente que no se acercara al rubio.


   Mizu maulló otra vez pero de una forma más aguda, Izaya lo interpretó como una protesta, pero no reparó en ello pues su palabra seguía firme. Aun así, el gato bebé evitó moverse de su cálido y cómodo lugar, se acurrucó más en brazos de su dueño y se acostumbró al suave tacto que éste le daba por mera distracción. Ante los ojos de Izaya, Mizu parecía una bola de pelos suaves y azabaches con grandes orejas peludas.

   Entonces una risilla escapó de labios del felino mayor, miró con ternura al gato en sus brazos y jugó con la campana que tenía alrededor del cuello. En sus pensamientos, se burló de su propio comportamiento infantil ante la amenaza de una gato bebé y culpó a Shizuo por su nueva personalidad, porque sin él, de seguro no viviría, o no en las condiciones en las que estaba.

Un Gatuno AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora