Capitulo 31

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 Capitulo 31 

 —Día 210—


   La historia comenzaba desde cero, o casi desde cero. El plan había fallado, el objetivo principal no se había logrado y Shizuo estaba al borde de la muerte. Shinra no entendía cómo eso era posibe, si Shizuo era la bestia indestructible de Ikebukuro, era algo improbable que finalmente existiese una sustancia capaz de llevar al rubio a tan grave situación. Por más que se quisiera tomar el momento con algo de tranquilidad, la tensión era palpable en la cabaña. 

   Luego del largo viaje en el helicóptero de la señora Higurashi, el grupo de Shizuo se encontraba oculto en una cabaña apartada de la ciudad de Ikebukuro, y su localización era desconocida e imposible de rastrear por cualquier otro aparato o móvil existente. Si no hubiese sido por la llamada de Tom y la lealtad y confianza que Higurashi le tenía a la empresa y a Shizuo, capaz no estarían allí para iniciar de cero.

   A pesar de que el plan no había salido como se esperaba, no todo estaba perdido. Gracias a que Shizuo había plantado un USB en la tarjeta madre de la compañía, Shinra y Saburo habían logrado interceptar las señales y robar los datos de la compañía. Tras ello, codificaron algunos troyanos y fue gracias a esos virus que los circuitos de la compañía explotaron, y con ellos, todas las posibilidades de la compañia de recuperar sus datos robados. Fue una buena distracción.

   Shizuo, sin embargo, no despertaba de su agonía silenciosa. Shinra hacía lo posible por mantenerle con vida, por despertarle, pero el organismo de la bestia estaba fallando a medida que las hora pasaban. Shinra intentaba no entrar en desesperación, y por alguna razón, sentía que Shizuo no quería cooperar con su rehabilitación.

   Y era cierto, Shizuo no estaba consciente en el mundo real, él estaba en su propio mundo, sus sueños, un mundo inexistente creado por el mismo veneno de la daga y por su ego arruinado. La bestia estaba en la delgada línea que separaba la vida de la muerte, y tenía la decisión en sus manos, en su voluntad estaba el seguir con vida, luchar por abrir los ojos y seguir la batalla, o si finalmente debía rendirse ante el mundo en el que estaba metido, un mundo de caos al cual estaba adaptado.

   Shizuo disfrutaba de ese mundo de ensueño, donde era un ser humano normal y vivía con la persona que más amaba en el mundo. Su mente nublada le llevaba a las calles de Ikebukuro, a las azoteas en presencia del atardecer, a un departamento pequeño que tenía en su interior muchos libros y fotos viejas.

   "La noche le aliviaba, le arropaba con su frío luego de un caluroso día, le indicaba que pronto empezaría a llover. Salía del Bar de Samuel, ese hogareño lugar donde siempre peleaba y discutía con una persona, y no con una persona, con un chico al que parecía divertirle el hecho de verle molesto.

   Se sentía algo afectado por el licor, podía mantenerse en pie con facilidad pero su mente le llevaba a pensar demasiado, y eso le molestaba. Ser un chico con paciencia demasiado limitada y exagerada fuerza, no hacía más que darle problemas, causar miedo. Convertirse en una bestia no era algo que cualquier chico deseara, o por lo menos no en ese aspecto.

   El cielo estrellado le gritaba que la vida podía cambiar en cualquier instante, que podía ser tan increíble que no le devolvería al pasado, que le haría todo aquello que en algún momento no le dejó dormir con calma. Pero el cielo quizá estaba equivocado o simplemente ese mensaje no era para él.

   Sin embargo, las estrellas le demostraron que el mensaje iba para él.

—Aléjate de mí, cretino— esa irritante voz había resultado conocida—. Te he dicho que no te metas conmigo— y ciertamente, sus amenazas aún sonaban con ese tono cómico que utilizaba para todo.

Un Gatuno AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora