Capitulo 28

358 50 9
                                    

Capitulo 28

—Día 205—


   Habían pasado días en los que Izaya, bajo el efecto de la anestesia y de las medicinas que le eran regularmente inyectadas, por fin abrió los ojos, y con ello grandes ganas de vomitar le invadieron. Sus ojos fueron cegados por la deslumbrante luz blanca de la habitación y al querer mover un dedo, su cuerpo fue atacado por punzadas que le recordaron que aún no había muerto; estaba inmóvil y en un gran peligro, pero no muerto.

   Fue en medio de sus nauseas y de un breve dolor de cabeza que se fijó en el hombre de amplios hombros que estaba de pie frente a la camilla, mirándole con atención. Su corazón no tardó en acelerarse, eso mostraba la máquina a la que estaba conectado, y su ceño se frunció ante la fría mirada de aquel viejo que tantas pesadillas le había dejado, su piel no podía estar más pálida y el dolor en su respirar, más fuerte.

   Nathaniel Fonikov era un hombre de buen porte que con una mirada podría congelar la sangre de su presa, uno de los mafiosos más peligrosos del continente Euroasiático y con las mayores influencias en todo el mundo con su venta de fármacos adulterados, perfumes ilegales y demás tóxicos posiblemente mortales. Ese hombre, con sus 56 años, guardaba un alma negra bajo su físico admirable y perfectos rasgos rusos.


—Orihara Izaya, es un placer volver a tenerle frente a mis ojos, sobre todo en esas deplorables condiciones— la neutral voz misteriosa del hombre resonó en los oídos del felino, trayendo consigo un sinfín de malos recuerdos y tremendas ganas de correr. El respectivo acento ruso permanecía en sus palabras, a pesar de haber vivido por años en Japón—. Ya escapó una vez de mis instalaciones, fue admirable he de admitir; logró escapar de mi seguridad. Pero hemos vuelto a encontrarnos, y no volveré a cometer el mismo error de antes.


   Izaya se veía sin poder hablar, su garganta dolía y a pesar del dolor que estremecía su cuerpo, el muchacho apretaba sus puños en desesperación. Su cabeza era un lío, y justo en ese momento deseó haber muerto en aquella caída de 20 pisos. Pero entonces a su mente volvió Shizuo, e Izaya imaginó que el hombre no le buscaría por pensar que había muerto en la explosión. Cada vez más pensamientos negativos venían a él y todo era por culpa de Nathaniel.


—Le di el tiempo suficiente para que buscara un escondite digno de un sicario de su estatus, quizá que abandonara del país, pensé que sería más inteligente— rio con amargura el hombre, rodeando en un par de pasos la camilla, cada vez acercándose más al azabache. Con sus palabras, le hacía creer a Izaya que todo estaba planeado—. Pero fue sin pensarlo con Shizuo Heiwajima, algo predecible; al principio fue difícil encontrarle pues no sabíamos de la vivienda de Heiwajima, pero al tener su rastro, solo bastaba esperar para actuar.


   Izaya se vio aterrado, su semblante no cambió pero su ritmo cardiaco aumentaba de a poco y la máquina le delataba, cosa que extasiaba al mafioso que disfrutaba de su miedo. El hombre al parecer había seguido sus pasos, no se veía impresionado con la situación, todo estaba calculado. El felino pensó entonces en volver a ser un pequeño gato, en escapar de allí, pero estaba demasiado asustado y débil como para siquiera moverse.


—Después de todo lo que he hecho, parece que sus caminos siempre se verán cruzados de una u otra manera; que terrible— comentó el mayor con neutralidad, ciertamente molesto, mientras miraba un cuadro que estaba en la pared. Izaya no entendía de qué hablaba el mayor—. Eso les puede llevar a su perdición, ¿No le parece, joven Orihara?

Un Gatuno AmanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora