#SEIS.

23.7K 1.2K 17
                                    

– Necesito los archivos ahora.— refunfuñaba él Sr Vahamonde.

Bueno, después del viaje se podría decir que volví a mi rutinario trabajo, lo cual ejecuto de maravilla.

– De acuerdo. — le extiendo los documentos en perfecto orden y este los examina con precaución, para después marcharse a su oficina.

– Vaya, sí que regresó de malas...— Comenta Lola, una compañera.

– No tienes una idea. — comento yo, tomando mis cosas y saliendo de la constructora para recoger al par de luciérnagas.

(***)

– ¡Lara! — Gritan ambas corriendo hacia mí con entusiasmo.

Nos abrazamos un poco y les extiendo unas crepas con nieve, avanzando hasta una banca donde disfrutarlas.

Ahí me cuentan cómo les fue con Matilde y la escuela. Hablamos un poco sobre el viaje, donde pude contarles mi anécdota con mi amigo el guardia.

Pasamos un buen rato, hasta que las tuve que dejar con su nana.

– Oh, querida. Me alegra verte tan resplandeciente como siempre. — me abraza Matilde.

– Puedo decir con seguridad que tú también estas igual, o mejor. — reímos un poco, mientras degustamos una taza de té de jazmín.

– Que cosas dices. — se toca las mejillas sonrojada. Esta señora no podría ser más tierna.

Luego de tener un almuerzo con las niñas y Matilde, vuelvo hacia la constructora para poder preparar los documentos para el nuevo cierre de acciones.

– ¡Oh santo cielo! Lara, te he querido contactar durante dos horas y nada. La junta se adelantó y el jefe esta que hecha fuego porque no has llegado a su lado.— me informa Lola.

Rápido me pongo a sacar las copias que necesitará, las hojeo una por una y entro en la sala de negocios.

Malísima idea.

Todos en la sala se giran a verme, pero la peor mirada es la del Sr Vahamonde.

Santa cachucha.— ver tantas novelas mexicanas me afecta.

Sonrió forzosamente y me siento en mi respectivo lugar, dejando la carpeta al lado de mi jefe.

Bueno, la junta prosigue satisfactoriamente. Pero al parecer el humor de mi jefe sigue impune.

Temo porque todos están saliendo de esta y me dejan con él a solas.

Oh, si alguien pudiera salvarme... No debí comerme dos platos de pasta. — Pero es que la condenada estaba riquísima Matilde es una magnifica cocinera.

Miro a los ojos a mi jefe y trato de sonreír inocente.

– En mi defensa, es culpa de Matilde por cocinar delicioso. — acuso con mis manos, moviéndolas de un lado a otro.

– Creo que a veces, es mejor que no diga nada. — Sonríe burlón, bueno creo que poco a poco está cambiando su temperamento ¿No?.














Alexandra Cuevas.

MI JEFE ES UN PERFECTO Imbécil.|COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora