El fin de semana transcurrió rápido, tanto que ni tuve tiempo de ponerme a dieta. — La verdad ni lo necesito, porque tengo un cuerpo M A G N I F I C O.
Mentira, la verdad es que mi doctor me dijo que me vendría bien un poco de menos dulce, pero vamos soy una adulta responsable y haré caso.
Claro, después de acabar el tarro de mermelada de frutilla — y las cinco reservas que tengo guardadas.
Me cambio y salgo de mi departamento. Por mi mente pasan los pendientes del día de hoy y las multas que tengo que pagar del Sr Vahmonde.
Cielos, ese hombre no puede estar sin insultar a ningún policía o sobrepasar la velocidad.
Bajo de mi auto con mi bolso en un brazo y en mi otra mano sostengo un bote de crema de avellana. Abro la puerta de las oficinas. — No sin antes saludar a los trabajadores.
Llego hasta mi escritorio, me siento en mi respectiva silla, dirijo una cucharada de crema a mi boca.
Y a trabajar.
Dos horas después de terminar con las multas, acuerdos y una que otra orden de alejamiento. Terminé. — Si, también me acabé la crema de avellana.
Me dirigí hacia la oficina de mi jefe, toqué, el me dio el pase y entre.
– Buenos días, le traje la carpeta de las multas, etc. Por favor guárdelas, para entregarlas en una semana.— explique lo más tranquila que debía.
– ¿Por qué habría de guardarlo yo? ¿Por qué no lo hace usted? — Alzó una ceja y se reclinó en la silla.
Fruncí el ceño y apreté los labios, sólo era su abogada no su jodida secretaria. ¿Qué se creía?
– Es su deber, no el mío. — Contesté firme, él sonrió un poco y asintió apartando la mirada, tomando la carpeta.
Relajé mis facciones y salí de su oficina.
¿Qué pasó allí dentro?
Alexandra Cuevas.
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MI JEFE ES UN PERFECTO Imbécil.|COMPLETA|
ChickLitNUEVA VERSIÓN/EDITADA Lara Bell, es una excelente abogada que trabaja para un reconocido arquitecto. y cuando describo que es reconocido no todo es bueno, ya que es un hombre temperamental al que le gusta meterse en líos ilegales. Killian Vahamonde...