#VEINTINUEVE

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«Capítulo especial/Las mentiras que dijimos»

Dos meses después.

Estábamos a mitad de abril, el clima era agradable.

Pero vamos, quién quería saber del clima.

Haré un pequeño resumen.

Empezando por las pequeñas luciérnagas, su madre después de tantos intentos por que la perdonarán, ellas al final pudieron congeniar. Y yo no podría estar más que feliz.

Matilde se casó, así. Ella conoció después de muchos años al amor de su vida, las pequeñas lo llaman abuelo y el está más que encantado de tenerlas como nietas.

Me encontraba en mi oficina, tenía unos casos para más tarde. Estaba aburrida no hablaba con Killian desde la mañana, resulta que tuvo que ir a disculparse con un socio por chocar su auto.

Así es, ese maldito imbécil no cambia.

Comencé a dar vueltas en mi silla y a cantar una melodía.

Mi abuela y yo estábamos como nunca, la amaba. Pasábamos mucho tiempo juntas y me encantaba.

Sinceramente pase de ser una mujer solitaria, a una con una familia.

Una gran y amorosa familia.

Tenía una sonrisa de idiota, seguí dando vueltas en la silla hasta que alguien abrió abruptamente la puerta.

Haciendo que yo me cayera de bruces contra el piso.

– ¡Princesa de la torpeza! —Esa voz la conocía a la perfección.

– Mierda— susurré sobando mi cabeza, la levanté un poco encontrándome con la despampanante figura de mi mejor amiga.– Princesa del hielo.

Titubee, hace mucho no la veía.

Ella alzo una ceja y sonrió de lado.

– Cielos, tú nunca cambias. —Se acercó a mí y me ayudo a levantarme.

– ¿Enserio estas aquí Naydelin? —La abrace con fuerza y ella soltó una pequeña risa.

– Estoy aquí Lara.

– Tengo hambre, vayamos al buffet de tacos. —Solté eufórica.

– No se diga más, estoy igual que tú.


(***)

– Agrégale más salsa a los tacos, la cebolla no pica nada. —Refunfuñe preparando el taco de Nay.

– Tú quieres que me dé indigestión por haberte llevado aquella vez donde venden comida tailandesa— soltó una risa. – Recuerdo que no salías del sanitario, el dueño tuvo que llamar al personal después de que saliste.

Mis mejillas en ese momento estaban tan encendidas como el fuego. Todo el restaurante se me había quedado viendo aquel día, pero que iba a saber que se me aflojaría el estomago con esa delicia de Kai Med Ma Muang (pollo con arandanos).

Ella solo reía más.

– Ni lo menciones, pasé la peor vergüenza de mi vida. —ella llevo sus tacos a la boca.

En ese momento fue mi turno de reír, su rostro era todo un poema.

– ¡Cabrona esto pica como el demonio! —no pude evitar soltar una risotada.

Llevó su jugo a sus labios, pero no funcionó así que comenzó a llorar y volverse histérica.

Salió corriendo hacia la cocina seguida por la vista de todas las personas.

Así es, la gran empresaria haciendo el ridículo en un restaurante de tacos en Chicago.

Al volver seguía con la pose de diva intacta, a pesar de que todos la veían con burla y algo de pena.

MI JEFE ES UN PERFECTO Imbécil.|COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora