Noche 4 [Primera cita]

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No le tomé importancia a la picadura de mi cuello, no debe ser nada. Sólo me coloqué una bufanda, además hace frío, el otoño da paso al invierno, y a mis padres no le resultó raro que desayune así. Intento no preocuparme demasiado por lo que pasó la noche anterior, ¿Qué gano con eso? Pensarán que estoy enloqueciendo y me encerraran en un instituto mental.

Dante también vino a desayunar y fue cuando le entregué los pastelillos que eran especialmente para él. Al principio dudó por un momento pero no se pudo resistir mucho tiempo a los deliciosos pastelillos de chocolate. Pero no duró más de unos minutos, porque mamá dijo que Ruy estaba en la puerta entrada. Dante volvió a su cuarto como la ultima vez.

En cuanto a mí, lo primero que hice fue esconderme bajo la mesa del comedor. Fue mi primera reacción. ¡Él vino a buscarme para tener una cita! Fue algo así: mamá me dijo que él estaba en la puerta. Papá me tranquilizó diciendo que ya lo conocía y que es el hermano de mi mejor amiga y nos llevamos de lo más bien. Eso me dio valor para ir y saludar.

–Hola, Li. –me saludó como siempre, me besó en la mejilla con la diferencia que sus labios rozaron mis comisuras. Casi me desmayé de la emoción. Fue un poco incómodo pero me encantó.

–H-Hola. –fue todo lo que dije. Me comporté como una completa idiota.

–Supongo que tu papá ya te lo dijo. –soltó una adorable risa.

–S-Si... Me-Me lo dijo... Y m-me encantaría... mucho. –susurré sin tener el valor de mirarlo a los ojos y las uñas de mis pies, pintadas de azul, parecían más interesantes que Ruy en este momento.

–¡Genial! ¿Tienes algo que hacer esta noche? –negué con la cabeza. En realidad tengo que hacer más pastelillos para que Dante me perdone de nuevo –Okey. Pasaré a buscarte las 8. ¿Está bien?

Sus ojos brillaban mucho, son preciosos. Él estaba tan cerca de mí que podía oler su perfume varonil –S-Si.

–Ponte linda, más de lo que siempre estás, obviamente. Nos vemos en la noche. –Ruy volvió a acercarse para besar de nuevo mi mejilla como despedida y se alejó caminando tranquilamente.

Yo cerré la puerta lentamente, teniendo una sonrisa boba en mi rostro, mis piernas comenzaron a temblar. Y más a un cuando se acercaba la hora de nuestra cita.

¡Sólo falta una hora para que Ruy venga y todavía no termino de arreglarme!

Nada de la ropa que tengo me gustaba para usarla en esa ocasión. Fue cuando vi el conjunto que tenía cuando nos conocimos, fue hace tres años, Ruy no me interesó mucho en ese momento pero con el tiempo me fue gustando.

–Creo que llevaré esto. –el conjunto era simple, unos jeans negros con las rodillas cortadas y una musculosa blanca con volados. Simple, creo que demasiado.

–¡Ruy ya está aquí! –me avisó mamá. Casi se me cayó la botellita de perfume de las manos. ¡No podía llegar en ese momento! ¡Aún no estaba lista!

Me di por vencida y fui a la sala para verlo, mamá y él se encontraban hablando animadamente. Ella le preguntaba sobre cómo iba en los estudios y él le recordaba que aún estábamos en vacaciones –Hola. –interrumpí aclarando mi garganta, él giró al verme y me sonrió.

–Siempre tan linda, Lian. –dijo mientras se ponía de pie. Éste muchacho me da mucha ternura, además hace que me sonroje mucho.

–Gracias. Pero tú te vez muy bien. –le hice un cumplido intentando no sonrojarme más de lo que ya estaba. Ruy en realidad estaba muy guapo, con sus típicos jeans oscuros y su chaqueta de cuero. Todo un chico malo, en realidad, él es tierno, divertido y atento.

–Bueno, prometo traerla sana y salva, señora. –le dijo a mi mamá sonriendo, tomó mi mano y nuestros dedos se entrelazaron. ¡Casi me desmayé en ese momento! Pero claro que no sería idiota, aprovecharé esta cita al máximo. Y eso hice.

Ruy me llevó a caminar en la playa, luego visitamos el museo y yo vestida de lo más simple, pero a él no pareció importarle. Es más, alagó mi ropa diciendo que recordaba que la llegaba puesta cuando nos conocimos, fue romántico. Luego de eso tomamos un helado en el parque, el cielo siempre es gris aquí. Pero en ese momento se veía hermoso, bonito y mucho más con Ruy a mi lado. Cuando la cita terminó, él me acompañó a casa. Llegué sana y salva como lo prometió a mi mamá.

–Y... ¿Cómo la pasaste? –me pregunta recostándose por el marco de la puerta antes de que yo la abra. Sus ojos son preciosos, verdes oscuros.

–Me divertí mucho. –respondo nerviosa, ni siquiera puedo mirarlo a los ojos. Aún así me encanta que sea así de atento y tierno conmigo.

–¡Que suerte! Creí que te aburrías, no soy muy bueno para las citas y lo sabes. –suelta una risa de nuevo –Yo también me divertí, pero no podía concentrarme en nada.

–¿Qué?

–Tu presencia me distrae y no puedo fijarme en otra cosa, bonita. –responde dando unos pasos hacia adelante. Su mano sostiene mi mentón con delicadeza.

¡Increíble no!

–¿L-Lo siento? –fue lo único que respondo a cambio. Tonta.

–No pidas disculpas por ser hermosa. –murmura a unos centímetros se mi rostro. Para entonces ya tengo mis ojos cerrados, esperando –Siempre quise hacer esto.

¿Entonces que espera?

Ruy termina por atrapar mis labios entre los suyos. Claro que correspondo, no estoy loca aún. El beso es un poco más rudo de lo que imaginé pero que más dá, somos jóvenes llenos de vida. Tal vez la cosas se nos están saliendo de las manos a ambos, sus lengua no le da tregua a la mía, pero cada vez quiero más y más. No me juzguen.

Todo el momento se ve arruinado porque Dante abre la puerta y nos mira con el ceño fruncido –¡Papá, los tortolitos llegaron! –grita mientras gira con su silla de ruedas.

Interrumpió mi momento con Ruy. Niño entrometido.

Me despido de Ruy y entro a la casa de mala gana, yo quería pasar un ratito más con él. Por estar pensando en la cita y en Ruy, casi me caigo por tropezar con Dante –¡Fíjate! –exclama dándome un empujón.

–¿Por qué tan gruñón?

Él comienza a moverse mientras una sonrisa maléfica se posa en su rostro –¡Le diré a mamá que oí chasquidos del otro lado de la puerta!

Corrí tras él pero tiene ventaja gracias a su silla de ruedas. Al llegar a la sala lo encuentro diciéndole a nuestros padres lo que pasó. Pero de una forma muy exagerada y se atreve a hacer sonidos vergonzosos.

–Papá, mamá. Yo estaba pasando por la entrada muy tranquilamente con mi silla cuando comencé a escuchar sonidos obscenos detrás de la puerta, algo como ¡Muah! ¡Muah! –dice frunciendo los labios como una trompita y luego sacó la lengua intentando simular los chasquidos que oyó –Fue muy extraño, entonces me acerqué a abrir la puerta y ¡Ésta! –me apunta con su dedo acusatorio –Estaba muy cariñosa con el tonto de Ruy. No sabía donde terminaba su boca y empezaba la de ella.

Sip, quiero que la tierra me trague en ese instante.

–¡No es cierto! Sólo fue un besito, lo juro. –hablo rápidamente levantando las manos. Por suerte ellos le piden a Dante que se vaya a su cuarto para que ellos pudieran castigarme severamente y que él no lo vea. Pero, en vez de eso, mamá me da un pequeño abrazo mientras mi papá me interroga, quería saber lo que pasó exactamente, por si acaso. No me opongo y les cuento la cita maravillosa que tuve con Ruy. Fue perfecta.

El Dueño De LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora