Día 1 [Viaje]

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Han pasado 8 noches desde lo que pasó en la fiesta y desde que recibo esas notas. La noche anterior Dante casi derriba la puerta de mi habitación cuando escuchó la ventana romperse, creyó que me pasó algo malo. Después de eso, nos costó bastante a ambos, pero logramos dormir. Dante no quiso ir a su cuarto, entonces le hice un lugar en la cama.

Esa mañana, mamá estaba preparado el desayuno, luego gritó al ver la ventana rota. Yo recogí los cristales rotos pero al abrirla claramente se dio cuenta de que faltaba el vidrio –¡¿Qué pasó con mi ventana?!

Dante y yo nos miramos asustados. La verdad no es opción y decidimos mentir. Al ir al comedor, Dante es el primero en enfrentar a mamá –Hola Ma. –saluda como si nada y luego se detiene al ver el rostro de ella.

–¿Sabes qué destrozó mi ventana? –pregunta seria pisando el suelo con un pie repetidas veces.

–Eh... Nou. –sube y baja los hombros. Ahora es mi turno... lamentablemente no soy tan buena mintiendo como mi hermano.

–Sé que uno de ustedes rompió la ventana y dejó media masa preparada para pastelillos de chocolate sobre la mesada. –con esas palabras, mamá prácticamente ya me está echando la culpa, fue mi culpa y la de Sheldon. Pero no tiene por qué saberlo.

–¿Nosotros? Claro que no. –me acerco a la mesa y me sirvo un poco de café con leche. Ella me mira atentamente mientras yo intento desayunar con normalidad, cosa sumamente difícil. Me muero de los nervios.

–Hija. –dice en un tono serio al mismo tiempo que cruza los brazos.

–Fui yo mamá. Estaba jugando con Sheldon. –interrumpe Dante con las mejillas llenas –Accidentalmente mi balón golpeó la ventana y la rompí. –aclara su garganta cuando traga su comida.

Mamá lo mira por un momento y luego le da un pequeño jalón de oreja –Pensé que ocurrió algo malo. ¿No están lastimados? –después del jalón, le da un fuerte abrazo a Dante lo que le molesta mucho más.

–¡Mamá! Estoy bien, nadie resultó herido. –contesta rodando los ojos –Sólo la ventana. –agrega mientras intenta quitársela de encima.

Aclaramos el supuesto accidente y papá regresó de la casa de los abuelos con una noticia. Debíamos ir de viaje para visitarlos. Ya había mencionado que mi abuela está enferma.
Es por eso que ahora me encuentro en el asiento trasero del auto de papá, toda la familia vamos pero yo, y no creo que sea la única, me siento muy incómoda y nerviosa. Aún recuerdo el accidente como si fuera ayer. Además creo que Sheldon se hizo dentro de su jaula y el olor es insoportable.

–Mamá. ¿Por qué vino el gato? –digo sería agitando mi mano delante del rostro –Ya sé echó a perder.

–No exageres cariño. –responde papá sin despegar la vista del camino. Sus manos están apretando el volante fuertemente.

–Es que Sheldon suelta gases cuando está nervioso. Nunca a viajado antes. –Dante deja el juguete favorito del gato dentro de la jaula, se trata de un pequeño ratón peludo de color azul, entonces Sheldon comienza a jugar con él para que deje de soltar sus apestosos gases.

Media hora de viaje después, yo soy la primera en salir del coche cuando papá estaciona frente la casa. Doy una profunda respiración y luego estiro los brazos, además de otras cosas como... mi trasero adormesido.

Ayudo a bajar las maletas porque, si, nos quedaremos varios días aquí hasta que las vacaciones acaben. En la puerta nos recibe el abuelo acompañado con su viejo sabueso, ahora tienes un amiguito nuevo Sheldon. La casa se encuentra ubicada en los suburbios, las casas, la mayoría, están habitadas por ancianos o personas que sólo vienen de vez en cuando ya que viajan mucho. Por eso es normal no ver muchas personas por las calles, sólo unas pocas.

–Abuelito. –digo para luego correr hacia él y darle un abrazo. Él me corresponde, luego se aleja un poco y sonríe.

–Hola pequeña, no tan rápido, ten cuidado. –saluda con el mismo cariño. Rodo los ojos ante su comentario, tengo cuidado, no hace falta que me lo recuerden.

–¡Tom! –saludo al sabueso mientras acaricio su cabeza con mi mano libre. En la otra tengo mis maletas.

Papá saluda a su padre con un apretón de manos mientras que mi mamá le da un abrazo, Dante recibe un choque de puños a lo muy macho y Sheldon ladridos por parte del sabueso. Naturalmente se llevarán como perro y gato.

–Pasen, pasen. Preparé las habitaciones. –habla en dueño de casa mientras entra teniendo sujeto a Tom del collar para que no ataque a Sheldon. Él muy amablemente, nos llevó a las habitaciones que son para cada uno de nosotros pero hay un problema, a Dante y a mí nos harán compartir una habitación.

–Ya estoy grande para estar con ella. –se queja cruzándose de brazos, en su regazo lleva a Sheldon, aún dentro de la jaula y en el respaldo de la silla está su mochila con un poco de ropa y lo esencial para la higiene.

–No pienso estar en la misma habitación con esa bola de pelos y de gases. –hablo mirando a un lado. Dante pone una cara de horror y abraza la jaula del gato.

–No escuches eso Sheldy.

–No discutan, hay otra habitación disponible en el ático. –interrumpe el abuelo sonriendo, sus arrugas se estiran un poco.

Bien, ya saben quien debe ir. La casa es enorme y bastante vieja, el ático está lleno de cosas antiguas y es un poco escalofriante –Yo iré, mi hermana es cobarde y le asusta un sucio ático, sin ofender abuelo. –comenta el muy descerebrado –Aunque me tarde toda la noche, arrastrándome por las escaleras, yo llegaré a mi habitación. –agrega haciendo una pose dramática. Es pésimo actuando.

–Basta, no me da miedo. –tomo mis maletas con firmeza y comienzo a subir las escaleras, paso el primer piso y llego a las viejas escaleras de madera que llevan al ático.

Mira el lado bueno, tienes el ático gigantesco sólo para ti. –dice mi conciencia. ¿Eso es bueno? Al estar frente a la puerta oscura, tomo el picaporte y la abro lentamente. Hace un sonido oxidado porque falta lubricar las bisagras. Adentro encuentro un largo pasillo oscuro, de un lado está la pared y del otro hay muchas cosas amontonadas, cubiertas con sábanas blancas y mucho polvo. Tanteo la pared con mi mano en busca del interruptor de luz y lo encuentro con felicidad a mi derecha. Enciendo la luz pero la misma parece estar ubicada del otro lado del pasillo de reliquias. Camino lentamente hacia allí y giro a la derecha, siguiendo la luz, para encontrar una cama bien arreglada, una mesita de luz, un pequeño estante en donde puedo dejar mi ropa y otras pertenencias y una armario antiguo.

–Esto está bien para mí. –asiento mientras dejo las maletas sobre la cama y comienzo a desempacar. El reloj de mi muñeca me dice que son las 22:00 hs. Ya veo por qué me siento tan cansada. Cuando estoy a punto de tirarme en la cama a dormir, mi celular comienza a sonar. Oh no, debe ser él.

–Hey Ruy. –digo soltando un suspiro, me alivia saber que ese psicópata no me perturbará esta noche. No sabe dónde estoy, aunque... espero que no se moleste al no encontrarme en casa.

Hola hermosa, que bueno escuchar tu voz. Quería saber si te gustaría tener nuestra segunda cita. ¿Qué dices?

Es muy tierno y me sonrojo cuando me dijo hermosa, por suerte él no está aquí para verme.

¿Quieres abrir la ventana de tu habitación? Llevo 20 minutos arrojando piedritas a tu ventana y escondido detrás de un arbusto.

–Ruy, no hace falta. Mis padres te conocen. –contesto rodando los ojos.

Pero fingir que no y entrar a escondidas a darte una visita es emocionante.

–A mi me encantaría pero... No estoy en casa. –hablo soltando una risita apenada.

¿Qué? –en ese momento escucho que la llamada se corta como si nada. Espero que él esté bien.

El Dueño De LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora