Día 7 [Amistad]

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Dormí en el armario sobre las sábanas suaves que estaban allí, Lian se encontraba en su cama, abrazando un pequeño peluche de conejo. Casi dormí con paz, casi porque mi espalda es una verdadera tortura además de mi costado. Pero lo mejor es que estás son las últimas heridas que Walter me hará.

Unos ruidos hacen que abra los ojos de golpe, siempre estar alerta, eso me enseñó él por las malas. Pero esta vez es sólo Lian quien se encuentra hablado con su madre –Hija, el desayuno está listo. –la mujer se acerca a la cama y deja una bandeja en el regazo de ella.

–Gracias mamá. –contesta sonriendo y recibe un beso en la frente. ¿Eso hacen las madres? Lian queda sola en su habitación y es tiempo de que le dé los buenos días.

–Hola. –digo en un susurro abriendo la puerta del armario sólo un poco, lo que hace gritar y arrojar la bandeja al suelo.

–Lian, Lian. Soy yo. –rápidamente salgo de mi escondite y cubro su boca con mi mano. Los policías pueden llegar y si me atrapan no podré protegerla, sus ojos me miran y rápidamente me abraza. Eso no lo esperaba pero vuelvo a la realidad cuando ella toca, sin saberlo, mi espalda con sus manos.

–¿Dónde estabas? Creí que...

–Shh... –la callo al escuchar pasos afuera de la habitación. Con la misma velocidad con la que salí del armario, vuelvo a entrar a él para ir a mi escondite.

Desde allí arriba escucho como unos hombres entran al cuarto de Lian –¿Qué ocurre? ¿Y éste desastre? -pregunta uno de ellos.

–N-No es nada, sólo vi un ratón. Pero ya se fue. –responde ella nerviosa. Debería prender a mentir, podría enseñarle.

Esos hombres revisan el lugar y vuelven a abrir el armario, suerte que no me encuentro allí. La madre de Lian la prepara otro desayuno y cuando todos vuelven a retirarse, yo bajo desde el techo del armario. Ella se sorprende un poco al verme salir de ahí –Pensé que te atraparían. –murmura tirando su cabello hacia atrás.

¿Se preocupa por mí? Jamás nadie se había preocupado antes, se siente... bien.

–Jamás atraparán a este ratón. –le guiño un ojo haciéndola reír. Ella toma una tostada y le unta un poco de mermelada para dármela –No, es tu desayuno. Tal vez yo pueda cazar algunas cucarachas. –mi comentario hace que ella casi escupa todo el café de leche que estaba bebiendo.

Hasta comienza a toser –Milo, no... –se interrumpe a sí misma para limpiar su boca.

–¿Dije algo malo? –pregunto ladeando la cabeza.

–Come por favor. –insiste hasta que termino por aceptar, además tengo mucha hambre, no recuerdo la última vez que comí algo. Seguramente fue una polilla o un escarabajo.

Muerdo un gran pedazo de la tostada y sabe increíble, simpre vi que las personas comen esto pero jamás lo había probado –Sabe bien. –hablo con la boca llena. Lo que molesta un poco a Lian por cómo me mira, algunas migas terminaron en su rostro –Lo siento, amo. –me disculpo de inmediato agachando la mirada. Es una costumbre y quiero golpearme por llamar a Lian así.

–No Milo, tranquilo. ¿Me dijiste amo?

–¡Amor! –exclamo sin pensar –Si, eso. –suspiro aliviado cuando Lian no hace más pregunta y, en su lugar, su rostro se torna un poco rojo. No creo que sea nada malo.

Continuamos comiendo en silencio hasta que ella me pregunta sobre algo muy incómodo –¿Qué te hizo cambiar de opinión? Por qué no, simplemente, dejaste que él haga lo que pensaba hacer.

¿Por qué cambié de opinión? No había tenido la oportunidad de elegir, decidí no matar después de que Walter había asesinado a muchas personas, no sólo chicas, yo pude salvarlas así como lo hice con Lian. Fui un idiota, ahora lo sé.

Levanto la mirada para toparme con la de ella, espera mi respuesta –Bueno... Ya sabes que Dante y tú fueron los primeros que me trataron bien en mi vida. Creía que sólo tenía a Walter en este mundo, que no me merecía nada bueno y que debía ser su ayudante por siempre. –doy una pausa para sonreírle –Ahora sé que no es así, sé que puedo elegir, que no me gusta matar ni nada por el estilo. Gracias. –finalizo mirando sus ojos. Al fin pude decirlo.

–No Milo, gracias a ti por salvarme. –ella me sonríe de nuevo. Me gusta su sonrisa.

De repente doy un salto cuando alguien abre la puerta, es un hombre grande y fuerte. Esto pasa por distraerme. Antes de que pueda huir, el sujeto me toma del cuello de mi ropa y me fija contra la pared, eso me hace gritar por las heridas de mi espalda –¿Quién diablos eres y qué haces aquí? –me pregunta con agresividad. Me recuerda un poco a Walter.

–No, déjalo, es un amigo. –Lian toma uno de los brazos del hombre y trata de apartarlo de mí. Él me suelta y caígo al suelo sin más, en la pared quedó un poco de mi sangre.

–Mierda, no lo golpeé tanto. –él hombre maldice levantándome del suelo con facilidad, Lian le indica que me deje en la cama y así lo hace. No deberían molestarse, estoy bien.

–¿Quién es él? –le pregunta el policía a Lian, vi su placa colgada por su cuello.

–Milo, es mi amigo. –repite ella seria. En ese momento siento como su mano toma el borde de mi camiseta y la levanta un poco, rápidamente detengo su mano pero ya es tarde.

–Estás herido. –ella retrocede espantada, mientras que el policía llama a una enfermera. La mujer debe estar aquí para cuidar a Lian y a Dante.

–Oh dios, debo coser esas heridas. –la mujer vuelve a salir para buscar lo que necesita supongo. Yo mismo puedo hacerlo, lo he hecho antes.

–¿Quién te hizo esos cortes? –me pregunta el hombre. Si no respondo sospechará de mí.

–Es que una pandilla me atacó hace unos días, no fui a policía porque tenía miedo de que ellos me maten por decir algo y no creí que sea tan grave para ir al hospital. Tenía miedo. Gracias por preocuparse por mí. –hablo mirando a Lian para guiñarle un ojo disimuladamente. Así es como debe mentir.

–Chico, esto sí es grave, podrías haber muerto desangrado. –dice el hombre apretando el puente de su nariz. No soy un chico pero no voy a contradecirlo.

–Vine a ver a mi amiga para decirle lo que me pasó y usted entró a la habitación. –agrego recostando mi cabeza en la suave almohada. La cama huele a Lian, pero cuando estoy a punto de levantarme, siento una pequeña mano en mi espalda que me invita a quedarme acostado.

–Quédate ahí. La enfermera dijo que debe coser esas heridas. –dice Lian dulcemente. Su mano pasa a mi cabello y lo acaricia un poco, me quedaría así el resto de mi vida.

El Dueño De LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora