Día 5 [¿Qué pasó anoche?]

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Me levanto de la cama cuando siento unas fuertes ganas de atender el llamado de la naturaleza, no debí beber mucha agua. En cuanto quiero abandonar el suave colchón, un musculoso brazo se apodera de mi cintura dejándome sin escapatoria. Ruy está a mi lado y con el torso desnudo. No lo mires, se fuerte Lian. Pero Ruy también está fuerte con esos brazos y abdomen trabajado. ¡Basta!

–¿Ruy? –lo muevo un poco, no sé si está dormido o despierto –¿Me devuelves mi cintura? –hablo sacudiéndome un poco y consigo que abra los ojos.

–No quiero. –se queja haciendo una mueca y ahora sus dos brazos están rodeándome. Dios dame fuerzas para no derretirme, como un cono de helado al sol, en sus brazos.

–Quiero ir al baño. –me sacudo de nuevo. Un poco más impaciente ahora.

–Está bien. –Ruy roda los ojos y me suelta de mala gana –¡Es muy temprano! –se queja contra la almohada. Hago una mueca y corro escaleras a bajo para llegar al baño, en el ático no hay y es por eso que debo bajar.

10 minutos después~~~~~~~~~~~~~~~~
–Libre al fin. –digo soltando un suspiro, creo que tardé demasiado arreglando mi cabello y cepillándome los dientes. Ahora que Ruy y yo estamos juntos debo mantener un aliento fresco así como él lo hace. Siempre que lo beso su boca tiene sabor a menta silvestre. Mientras pienso en mi lindo novio voy caminando por el pasillo, pero algo se atraviesa en mi camino haciéndome tropezar.

–¡Ay! –exclamo cuando siento el dolor en mi pie, acabo de chocar contra la silla de Dante. Él no dice nada y eso me resulta extraño, no perdería la oportunidad de burlarse de mí diciendo que soy distraída y torpe. En vez de eso sólo se hace a un lado en silencio. ¿Y ahora qué le pasa?

–¿Todo bien, Dante? –pregunto pero no recibo ninguna respuesta, él parece estar en transe o algo así.

Ahora que lo observo con más atención... Un poco de su ropa y las ruedas de su silla están cubiertas de lodo, en estos días ha llovido con frecuencia. Pero por qué Dante está cubierto de tierra. ¿Qué pasó anoche?
–Dante. ¿Qué pasó? –sostengo su silla y me arrodillo frente a él. No me mira, mantiene su cabeza agachada por alguna razón. Lo sé cuando él suelta un quejido, está llorando, no puede ser, no puede ser. No debí dejarlo con Milo.

–¿Dónde está él? –le pregunto seria. Un gran nudo comienza a formarse en mi garganta. Es la ira y rabia –¿Dónde está? –repito tomando su rostro con mis manos. Toco sus lágrimas con mis dedos, esto es grave, Dante no llora por cosas simples. No, algo grave pasó.
–Milo huyó... c-cuando subí a tu cuarto anoche. –murmura despacio, no quiere hablar alto por miedo de que su voz falle.

¡Lo sabía! Es un maldito.

–¿Cómo? ¿Por qué estás así? ¿Te lastimó o algo? –pregunto rápidamente, estoy angustiada por él.

¿Qué rayos pasó?

–A mi no... Lastimó mucho a Sheldon. –contesta, pero esta vez ya no soporta el llanto. Se abraza a sí mismo mientras intenta ocultarse para que no lo vea, no es necesario que sienta vergüenza de mí.

–Lo siento. –le doy un abrazo, pasando mis brazos sobre sus hombros pero Dante me aparta de un empujón.

–Debes estar feliz. ¿No? –alza la voz, no se oye triste ahora sino molesto –Nunca quisiste a Sheldon, siempre dijiste que lo odiabas. –Dante me mira con el ceño fruncido y los ojos rojos de tanto llorar. Sin tener otra cosa que echarme en cara, él mueve su silla hasta la habitación en donde durme. La cual no tiene puerta. ¿Milo hizo eso? Parecía tan...

–¡Lian! –escucho a Ruy exclamar. Eso me hace ir hasta el ático de nuevo y ver de qué se trata. Espero que no sea nada malo.

Cuando termino de pasar el estrecho pasillo, el corazón casi se me sale del pecho al ver que Ruy sostiene un pedazo de papel con los bordes quemados. Es una nota de Milo –¿Qué es esto? –pregunta en un tono seco y cortante. Su voz es, suponiendo, como la hoja de un cuchillo oxidado.

–Eh... b-bueno...

–Léelo. –me ordena poniendo el papel en la palma de mi mano. Yo lo tomo con cuidado de no dejarlo caer, mis manos tiemblan mucho.

"Lo siento, gracias por ser mi amiga y por los pastelillos pero esto no puede continuar. Es el fin"

El objeto cae de mis manos porque ya no soy capaz de sostenerme ni a mí misma –Lian. ¿De quién es esta nota? ¡Dímelo! –Ruy continúa haciéndome preguntas pero en mi cabeza sólo hay lugar para esas tres palabras. Es el fin. Siento las manos de Ruy sobre mis brazos pero no tiene intenciones de lastimarme, sino que me sostiene cuando yo ya no puedo hacerlo. Su voz se escucha cada vez más lejana hasta que todos desaparece.

En la habitación de Dante~~~~~~~~~~~
Es mi culpa, mi culpa y de nadie más. Pobre Sheldon. Y espero que Lian esté feliz de que Sheldon ya no esté aquí, al igual que el tonto Ruy. Ellos pueden largarse, no me importa.

–¡Señor Mayer! –escucho a Ruy gritar desde la puerta del ático. Seguramente quiere mostrarle algo o hará alguna broma, él no me comprará así. Él continúa gritando y es cuando me harto, su maldita voz se escucha más cerca, en las escaleras supongo. Entonces salgo de mi habitación sin puerta y lo veo bajar con Lian en sus brazos. ¿Qué diablos le hizo?

–¿Qué le hiciste a mi hermana? –pregunto frunciendo el ceño mientras lo miro. Él me ignora y patea un poco mi silla para hacerme rodar hacia atrás, no noté que estaba en el camino.

–¿Otro desmayo? –pregunta mamá viendo de la sala junto a mi papá con una cara de preocupación enorme. Cuando Lian tuvo su primer desmayo, ellos realmente se preocuparon y la llevaron al hospital, luego los médicos realizaron varias pruebas y determinaron que ella podría desmayarse cuando algo la asusta mucho o la pone nerviosa. Fue una secuela del choque que tuvimos hace 2 años.

Ruy le explicó a mis padres lo que pasó, con ese sujeto extraño que lo golpeó y demás les dijo que desconfío de ella creyendo que tenía otro novio. En resumen se echó la culpa por el desmayo de Lian y mis padres lo hicieron sentir mejor diciendo que no existe otro chico, al que Lian ame, que no sea él. Los compró de nuevo, pero a mí no me engaña.

En cuanto a mi hermana, Ruy fue a la sala y dijo que esperaría a que se recuperara para pedirle disculpas. ¿Pretende tenerla entre sus brazos todo el tiempo? Que cursi –Dante, trae a Sheldon para desayunar. –habla mamá tomándome el hombro.

–No. –niego con la cabeza.

–¿Por qué? ¿Ya comió?

–Él ya no está. –murmuro moviendo mi silla hacia mi habitación. Quiero estar solo ahora.

El Dueño De LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora