Ssik

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Jungkook no podía dormir, pero aún así algo dentro suyo le decía que debía permanecer impasible en la cama. Aquello le hizo recordar las noches de su infancia, en las que su madre volvía drogada a casa. El niño, en su habitación, la oía gritar y agonizar; pegar a los muebles. De algún modo sabia que debía esconderse bajo las sábanas y no salir nunca, pues lo que hubiera allí fuera, inspiraba peligro.

Aquello cesó cuando la mujer lo abandonó, en un momento donde supo que no tendría represalias por abandonar a su hijo, pues ya era un adolescente apto para trabajar. Se marchó dejando una enorme deuda tras de si.

Taehyung dormía en el otro extremo de la cama, según transcurría la noche Jungkook se había separado de él progresivamente a medida de que sus pensamientos se volvían más oscuros.

Si se concentraba mucho, la sala se quedaba en silencio absoluto y era capaz de oír la respiración de Jimin en el salón; era como si percibiera que estaba despierto, y al otro chico le ocurría lo mismo.

Tan solo quería ir al salón, observarlo dormir de cerca.

Jungkook se destapó, con intenciones de incorporarse, pero en aquel momento Taehyung se revolvió para acomodar la almohada.

Le palpitaba el corazón a mil por hora, como si el simple hecho de deshacerse de sus sábanas resultara peligroso y traicionero. Era como un niño pequeño esperando los regalos de Navidad.

Miró al techo.

Se concentró en el gotelé. En las paredes. Se concentró en el reloj. En la ropa tirada por el suelo.

Posó las manos sobre su abdomen y comenzó un juego de dedos donde daba vuelta a los pulgares sin tocarse una sola vez; debía hacerlo cien veces, y en caso de fallar, volver a empezar de nuevo. Resultaba agotador, pues sus manos temblaban y fallaba cada dos por tres.

"A la mierda"- pensó

Se levantó con un silencioso salto, y entonces oyó un gemido de dolor.

Provenía del pasillo.

Jungkook miró a Taehyung con esperanza de que no se hubiera desvelado; Jimin andaba por el pasillo y se dirigía a su habitación.

A la velocidad de la luz, se enfundó de nuevo en las sábanas para tratar de hacerse el dormido.

Jimin apareció en el umbral de la puerta con una mueca de dolor mientras masajeaba su pie.

Jungkook no pudo evitar abrir los ojos para mirarle.

-¿Qué haces aquí?- susurró nervioso incorporándose.

Jimin se acercó a la cama y se arrodilló junto a él. Impulsivamente, Jungkook se separó un poco.

-¿Por qué coño hay chinchetas en el pasillo?- se quejó inaudiblemente.

Tenía los ojos cansados y el pelo revuelto. La camiseta de Jungkook se le pegaba al pecho y una pequeña gota de sudor recorría su frente.

Jungkook reprimió una risita como pudo, divertido por saber que Jimin había pisado las chinchetas como tantas veces le había ocurrido a él.

Se miraron perdidos el uno en el otro.

-No puedes dormir, ¿no?- Jimin posó su mano sobre la pierna de Jungkook la cual estaba tapada por la sábana.

Era un tacto dulce, sin segundas intenciones.

Pero a Jungkook le recorrió el cuerpo una energía eléctrica, entreabrió los labios.

-Taehyung duerme, Jimin- susurró preocupado mientras sentía el tacto del chico sobre él.

-Lo sé- Jimin tragó saliva- Solo quería decirte que no podría haber soñado con una Navidad mejor.

Jungkook sonrió.

-No han estado mal.

Jimin repitió su gesto, melancólico.

-He estado pensando en esta película, Cuento de Navidad- susurró pensativo.

El castaño frunció el ceño.

-¿Por qué me cuentas eso?

-Porque es como...- trató de explicarlo, se acercó más a Jungkook - Como si fueras mi espíritu, el del Presente.

Jungkook ladeó la cabeza.

-Ya no tengo nada sin ti- prosiguió Jimin- No puedo dejar de desear que también seas tú el Espíritu del futuro.

Jungkook no podría haber soñado con unas palabras más hermosas saliendo de la boca de aquel testarudo chico. Su alma se ablandó por dentro, y miró a Jimin como quien mira a una estrella; como algo brillante y lejano.

Jimin tenía la mirada baja y se había sonrojado.

Pero quizá las estrellas no debían estar siempre lejos.

Jungkook podía cambiar eso.

Con el único valor que albergaban sus temblorosas manos, se incorporó para hacer que Jimin lo mirara; el chico lo miró de verdad, con una expresión desnuda, como si estuviera dándole permiso para que lo llevara volando a donde él quisiera. Jungkook trató de parecer seguro, pero no engañaba a nadie, ambos jóvenes eran un manojo de nervios torpes y desesperados.

Jimin tiró levemente de la camiseta de Jungkook, y este ultimo acarició la mejilla del rubio. Tan solo se miraban, como si fueran obras de arte concebidas para encajar sus pupilas. Sus mentes recorrieron todos aquellos momentos que habían pasado hasta llegar hasta allí.

Jimin se humedeció los labios y los posó sobre los de él, finalmente, abriéndose una senda en el paraíso de aquel violinista enamorado. Lamentaron todas las veces que se habían hecho daño mientras que Jungkook acariciaba el cuello de Jimin ,desesperado, tratando de obtener más agua de una fuente vacía.

Lo necesitaba ahí más que nunca; lo más cerca posible. Jungkook, temblando, perfiló los labios del chico con la lengua y terminó mordiéndoles, contagiándose en su boca del familiar sabor óxido de la sangre de su herida; Jimin gimió.

Lo habían deseado demasiado tiempo.

Jungkook supo que era hora de parar cuando el rubio deslizó su mano fría por la camiseta del castaño, detuvo el beso lastimosamente, quedando su frente pegada a la de él.

Ambos jadeaban lo más bajo posible, sumidos en su mundo.

Se habían besado en la misma cama donde Taehyung dormía, el beso supo a traición y lágrimas, a desesperación y tristeza.

Y ambos lo sabían.

-No podemos hacer esto- susurró Jungkook acariciando la cabeza de Jimin , el chico estaba a punto de romperse.

Jimin asintió con los ojos cerrados, golpeándose mentalmente.

Salió de la habitación tratando de no desvanecerse antes de llegar a la puerta. Jungkook dio la espalda a la escena del crímen, quedando en shock.

Acarició la carita dormida de Taehyung, que no tenía ni idea de lo recién ocurrido.

Él no tenía la culpa de nada, e iba a pagar las consecuencias. El corazón de Taehyung se estaba rompiendo en todos los sentidos posibles.

Y aunque Jungkook sabía que todo aquello era su culpa, también pensaba en el bienestar de su propio corazón.

Y supo que una parte de él estaba empezando a pertenecer a quien acababa de robarle el aliento.




Stradivarius 🎵 Kookmin/KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora