Nightmare

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No había cambiado.

No para él.

Sus dedos eran ahora más amarillos y delgados, al igual que sus dientes. Su cara se había visto reducida a unos pómulos afilados e intimidantes pues todo músculo bajo su piel había desaparecido por completo, al igual que el color de ella.

Sus arrugas eran aún prácticamente imperceptibles, al fin y al cabo alguna vez había sido una mujer hermosa.

Seguía teniendo aquella espesa melena castaña oscura, ahora enredada y desaliñada por el viento. Un abrigo carmesí, pobre y desteñido que le quedaba cinco tallas más grande, su minúsculo cuerpo se doblaba y temblaba al igual que sus labios pálidos. Su corazón se contrajo al igual que su expresión cuando vio a su hijo tendido en el suelo.

Jungkook la miró sin ninguna expresión en el rostro, no supo si fue debido al shock o al tremendo odio que acumulaba en su interior.

La mujer dejó caer sus delgadas piernas al suelo, abriendo extensamente sus brazos.

-Hijo mío- dijo con la voz ronca- He vuelto a casa.

Jungkook se levantó del suelo, y se colocó cerca de su madre, imponiendo su delgado cuerpo con su figura, apretó los puños y respiró varias veces tratando de controlarse.

Aquella mujer lo había abandonado hacía cuatro años, sin dejarle nada tras de sí. Se había llevado todo el dinero que habían ahorrado, y Jungkook podría jurar que lo había gastado en drogas y alcohol con tan solo mirar su demacrado aspecto.

Le repugnaba.

Si no se tratara de su madre-a pesar de que Jungkook no se sentía como si lo fuera-la hubiera golpeado hasta matarla de haber vivido en un mundo sin reglas. Pero, ¿De qué hubiera servido?

La mujer trató de abrazarle las piernas a su hijo.

Le cogió las manos para besarlas, como una vagabunda desesperada por comida, ansiosa de aquello que buscaba, cínica.

Jungkook sabía que estaba actuando.

La apartó con fuerza de su cuerpo, retrocediendo unos pasos.

La mujer le miró confusa.

-Coge lo que quieras- dijo tratando de parecer calmado- Cógelo todo si es lo que quieres, pero no me toques.

Su madre se levantó del suelo corriendo hacia él, con los brazos extendidos, trató de agarrarle las mejillas entre sus manos ásperas y cortantes.

-¡No digas tonterías, hijo mío!- gritó desprendiendo un tremendo hedor a tabaco con su aliento-Mira como has crecido; eres ya un hombre, ¡Un hombre! Mi hombrecito...

Parecía estar delirando, tenía las pupilas dilatadas oscureciendo aún más sus ojos profundos, tenía la expresión descolocada.

Jungkook se separó de su lado tratando de que las lágrimas no se le escaparan de nuevo; tenía los ojos ardiendo, su mente estaba confusa; todo aquello parecía una pesadilla, una terrible pesadilla sin fin y sin curso; sin sentido.

Ella no podía estar allí, no podía. ¿Por qué había vuelto?

Le había costado años aceptarlo, aceptar que su madre lo había abandonado y dejado a su suerte. Pero había regresado para echar su mundo abajo, por cuadragésima vez, pues Jungkook era puras ruinas.

Se zafó de su presencia y corrió hasta su habitación, cerró con cerrojo la puerta y agarró la bolsa de basura vacía que había en un extremo de esta. Abrió el armario, cogió toda la ropa que cupo en sus manos temblorosas, se aseguró de meter también prendas de Taehyung.

Stradivarius 🎵 Kookmin/KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora