Misskilling

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Jungkook jamás pensó que algún tipo de orden pudiera llegar a decepcionarlo.

A hacerlo sentir débil.

En un desastre de casa como aquella, lo reconfortante sería ver la ropa colocada en cajones y los platos sucios fuera de la mesa.

Pero aquellas sábanas perfectamente dobladas sobre el sillón resultaban especialmente dañinas.

Jungkook trató de no gritar furioso, y se mordió el carrillo con impotencia y lástima. El lugar ahora parecía vació. Apretó sus puños mientras pensaba en como hubieran sido las cosas si Jimin no lo hubiera besado la noche anterior; podría haber aguantado más tiempo la tentación con tal de que el chico no hubiera escapado de nuevo.

Un sollozo silencioso emergió de su garganta. No podía sentirse más inútil, ningún mal sentimiento superaba la sensación del cuerpo de Jungkook; parecía que no eran sus pies los que le mantenían de pie, como aún inmerso dentro de una pesadilla; deseó que fuera así.

Unos brazos le rodearon la cintura por detrás.

-¿Tu primo se ha volatilizado?- Taehyung apoyó su mejilla en la espalda de Jungkook.

El rubio tan solo buscaba algo de afecto por parte de su chico, nunca pensó que su reciente comentario hiciera que el castaño se girara y lo empujara con rabia, apartándolo de él, como si tuviera algún tipo de enfermedad contagiosa.

Pero el simple tacto de Taehyung había herido a Jungkook, porque pensó que no los merecía, que no merecía nada salvo la desgracia.

-¡No me toques!- vociferó con toda la desesperación que albergaba en su interior.

El menor, asustado, cayó de espaldas al suelo por la fuerza del empujón de su novio. Se miró las manos magulladas por la caída y alzó su mirada hacia Jungkook.

Este último siempre tendría grabada en su memoria su mirada de confusión, miedo y tristeza. No podía creer lo que acababa de hacer; copió el gesto de Taehyung mirando sus propias manos incrédulo por el reciente acto que había cometido, como si no fueran las suyas.

El rubio estaba vestido con una amplia sudadera de Jungkook que se había puesto aquella mañana para respirar el olor que tanto había extrañado, su olor favorito en el mundo. Pero ahora el portador de sus hermosos pensamientos lo había dejado derribado en el suelo sin razón aparente.

A Jungkook se le escurrió una lágrima. Jadeando, trató de dar la mano a Taehyung para levantarlo del suelo, pero el débil chico retrocedió hacia atrás culeando, como si el castaño fuera su peor enemigo.

-Perdóname, Tae...- Jungkook trató de disculparse mientras temblaba.

Pero el chico, levantándose del suelo, se escapó llorando a su habitación; dolido y muerto de miedo. El castaño no tuvo ni fuerzas ni valor para detenerlo.

Oyó el clic de la puerta bloqueándose desde el salón.

Jungkook se derribó en el suelo y lloró entre sus rodillas; no supo si debía dejarlo solo, echar la puerta abajo o salir corriendo.

¿En qué momento Jungkook se había convertido en la persona que era? Jamás sería capaz de hacer daño a su pequeño, pero lo estaba haciendo de todas las maneras posibles.

Se odiaba. Se odiaba a si mismo.

Tanto que comenzó a arañarse los brazos, histérico, profiriendo gritos ahogados de dolor; tirándose del pelo.

¿Dónde demonios estaba Jimin ahora que lo necesitaba?

Sintió el dolor que buscaba al golpear su puño con increíble fuerza contra la pared, haciendo que trozos de pintura se desprendieran al igual que sus nudillos ardieran, desencajados. Estaba hiriendo a todo el que estaba a su alrededor.

Stradivarius 🎵 Kookmin/KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora