Meses. Habían pasado ya cuatro largos meses.
¿Avances que Victoria tenía en cuanto a la elaboración del repuesto de gracia por su lado? Ni uno solo.
Victoria había descubierto que no existía nada más deprimente que despertar en la habitación de un motel sola, sin su guardián junto a ella.
Despertó con un terrible dolor de espalda y se quedó viendo el techo de la habitación estando aun recostada. Estaba agotada, terriblemente agotada. Había regresado al motel muy tarde en la noche y sólo había logrado dormir tranquila dos horas
Se levantó de manera lenta y caminó descalza sobre el frío suelo hasta llegar al baño. Al llegar, se lavó la cara. Sentía las gotas de agua deslizarse por su rostro, era una sensación que le gustaba. Se secó el rostro y miró su reflejo en el espejo.
Se sentía fatal. Bajó la mirada hacia sus manos un momento, su vista quedó clavada en sus dedos. Algunos tenían pequeñas marcas de haber estado amarrados, y así había sido.
La razón por la cual Victoria se encontraba en St. Louis, Missouri, era porque había encontrado un caso bastante peculiar.
Se trató de un demonio o un ser más o menos parecido a uno. Este ser se había estado llevando almas de distintas personas que tenían algo en relación: una profunda tristeza y la desesperación de encontrar una solución. La forma de invocar al ente era algo especial; se necesitaba una muñeca de porcelana e hilo dorado. Se debían de amarrar cada dedo por separado con el hilo dorado, después mantener pensamientos tristes mientras se destruía a la muñeca.
Tras un rato después, se escucharía el llanto de una niña.
Victoria había hecho aquella invocación. Y tan pronto escuchó el llanto, levantó la vista y vio a una niña de más o menos ocho años con cabellos dorados. Victoria sacó de su chamarra un revólver.
-¿Quién me ha llamado aquí? -preguntó aquella niña.
-Yo lo he hecho -respondió Victoria.
-No me dispararás.
-¿Quién dice que no he de hacerlo?
-Tu moral, joven cazadora -respondió la menor.
Era cierto aquello, Victoria nunca se lo permitiría a menos que fuese una situación más grave.
-O quizá -siguió hablando la infante - también sea porque me necesites.
Victoria le apuntó con el revólver.
-¿Me necesitas, cierto? -preguntó la niña.
Victoria mantuvo el arma apuntando a la niña en todo momento. La menor seguía hablando:
-Oh, enserio me necesitas bastante. Cuéntame de ti, ¿por qué me necesitas? ¿O acaso no quieres por fin hablarlo con alguien después de tanto tiempo?
Victoria respondió:
-Hablarlo contigo implica un mal final.
-Pero para algunos es la liberación de todo -dijo la niña.
La menor decidió seguir hablando:
-¿Sabes algo? No necesito que me hables de ti, yo sé todo lo que te atormenta. ¿Quién es Aiden? ¿Por qué no quieres volver a casa? ¿Por qué te da miedo lastimar a Sam, Dean y Castiel? ¿Qué te ha impulsado a alejarte de ellos? ¿Es cierto que has llorado cada noche desde que te alejaste de Castiel? ¿Por qué te has reprimido de llamarlos como mínimo? ¿Te lastima el no tener a tu guardián a tu lado?
-¡Cállate! -le espetó Victoria con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos.
Victoria bajó la mirada y dejó salir varias lágrimas, hasta que aquella niña se acercó a ella y acarició la mejilla de la nefilim. Victoria levantó la vista y miró a la menor.
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Supernatural: Un Amor Angelical.
FanficLIBRO UNO. Un ángel con gabardina. Una nefilim, cazadora y prima de Sam y Dean Winchester. La pareja celestial ha superado obstáculos que amenazaban con destruir su relación, hasta que ellos llegan a formar una relación sólida. Quieren lograr un mun...