5. Excitante

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A las ocho de la noche—la hora de cierre—solo quedábamos en la tienda Nate y yo. Él estaba apoyado, evidentemente aburrido, sobre el mostrado con los brazos cruzados. Yo apagué el almacén, recogí mis cosas y me dispuse a cerrar todo para salir.

Ya todo estaba a oscuras cuando caminé hacia la puerta. El cuerpo de Nate se interpuso en mi camino. Antes de que pudiera reaccionar, me agarró por la cintura y me plantó un beso lento en los labios. Lo hizo como si me conociera de toda la vida, con una confianza extraña. Mi loca cabeza se dejó ir hasta que la obligué a reaccionar.

— ¿Qué haces?—le empujé y el chico se tambaleó un poco hacia atrás y se separó de mí—. No puedes hacer esto cada vez que te de la gana.

— ¿Por qué no?—el chico dio un paso hacia delante y yo quedé atrapado entre el mostrador y su cuerpo—. Me gustas, y es evidente que yo te gusto a ti.

—No seas tan creído—susurré.

A oscuras sus ojos parecían negros. Tan negros como la propia noche, pero se podía percibir un extraño brillo de excitación y cautela. Tragué saliva con dificultad. Nate puso una mano a cada lado de mi cintura, perfectamente apoyadas contra el mostrador.

—Pues entonces no tiembles—murmuró suavemente mientras me miraba fijamente—por que eso te delata.

—Hace frió—me excusé para disimular que lo que me provocaba el temblor era su presencia excitante tan cerca de mí y no el frío. Aunque no sabía para que me molestaba si él se había dado cuenta del motivo de mis temblores.

—No hace frío—repuso él.

Acercó un poco más su cara contra la mía y yo respiré con dificultad con forme se iba acortando la distancia entre su boca y la mía.

— ¿No te parece excitante?—dijo con una voz muy sensual. Ya podía sentir en mi boca el aire que salía de la suya—. Tú y yo solos, en una tienda oscura. Siempre he querido hacerlo en una tienda.

—No es nada excitante—negué con la cabeza para alejarme de su boca.

En cuanto volví la cabeza a su posición inicial, su boca se volvió a encontrar con la mía. Esta vez su lengua se introdujo en mi boca casi a la fuerza. El chico hacía presión con su cuerpo y me apretaba contra el mostrador. Su lengua furiosa casi me impedía respirar mientras me invadía.

—Entonces pídeme que me aparte—me ordenó entre un leve beso y otro, el chico picaba mis labios ahora como un mosquito—y te prometo que me apartaré y te esperaré en el coche.

Le miré y guardé silencio. Estaba tan excitado y me sentía tan desconcertado, por que todo aquello era nuevo para mí, que no fui capaz de articular palabra.

—Ya decía yo—el chico rió.

Apartó las manos del mostrador, me agarró fuertemente por debajo de los muslos y me alzó hacia arriba con sus fuertes bíceps hasta dejarme sentado sobre el cristal de este. Luego metió sus manos por debajo de los tirantes de mi mochila y los deslizó hasta abajo. Mis libros resonaron en el suelo cuando estos chocaron contra él.

Sentí sus dedos entrelazarse contra la parte posterior de mi cabeza. Me agarró el cabello de la nuca y me atrajo hasta su boca con fuerza. Me dio un mordisco en el labio inferior y yo solté un jadeo dentro de su boca.

Como si se tratase de otra persona en vez de mí. Metí mis manos entre los dos y desabroché el primer botón de sus vaqueros, mientra Nate me masajeaba el trasero de donde aún no me había soltado desde que me había alzado encima del mostrador.

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