21. El final que tanto temía

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La música se volvió casi inaudible, solo podía escuchar el palpitar de la sangre en mis oídos. Adam se separó de mí y caminó entre la gente hacia la salida. Llevaba una sudadera negra con la capucha subida, por lo que apenas le había visto la cara. Cruzó la sala con la cabeza agachada como si pretendiera ser un fantasma y pasar desapercibido. Lo logró. Nadie más que yo le prestó atención.

Intenté seguirle de cerca, pero parecía como si la gente agolpada en la pista se hubiera puesto de acuerdo para interrumpirme el paso. Cuando llegué a la escalera ya le había perdido de vista, por lo que subí los escalones de tres en tres, rezando por que mi hermano estuviera donde me había dicho que me esperaba.

Salí a la calle, la cola de gente que quería entrar al local daba casi la vuelta a la esquina, había gente apoyada en la fachada de los apartamentos contiguos. Solo había un callejón al lado del local. Uno que estaba entre el local y la salida a Central Park Wells. No me dio miedo adentrarme en el callejón, pese a que estaba tan oscuro como la boca de un lobo, por que Adam estaba parado en la mitad y alerta, como si esperase que algo fuera a ocurrir. Casi corrí hasta él con la mano levantada para golpearle. Me paré en seco en cuanto vi su aspecto.

—Tienes que irte de aquí, y no vuelvas nunca más, ¿me oyes?—me dijo a media voz entre un susurro y un grito.

— ¿Eso es todo lo que tienes que decirme?—le pregunté furioso. Adam estaba pálido, tenía unas ojeras horribles y había adelgazado unos cuantos kilos desde la última vez que le había visto—. ¿Dónde has estado?, ¿Qué está pasando?, ¿Por qué hay un tipo haciéndose pasar por ti?

—Es complicado—soltó. Se adelantó un paso y me abrazó con fuerza. No por que yo lo necesitara, sino por que lo necesitaba él—. Vete, enano, y no hagas más preguntas, no preguntes por mí y no te relaciones con esta gente. Es peligroso.

—Adam—me separé y le cogí de la cara para mirarle con pena—. ¿Qué pasa?, si es por Nate, no tienes que preocuparte ni ocultarte más, yo le pagué tú deuda.

Mi hermano rió amargamente y me miró con los ojos llenos de lágrimas.

—Nate Butler es el menos de mis problemas ahora mismo—dijo con cierta desazón.

— ¿Entonces que pasa?—le agarré de los hombros—. Por que no entiendo nada, ¿Por qué te escondes?, ¿O de quien?, ¿Por qué no vuelves a casa?

—Ya te he dicho que no hagas preguntas—me riñó—. Tú solo déjalo estar y vete a casa. No vuelvas por aquí, que nadie sepa que me estás buscando.

— ¡Todos saben que te estoy buscando!—imperé—. ¡Mírame!, ¿Por qué crees que estoy aquí?, yo no pego para nada en este lugar.

—Lucas...

—Te ayudaré, sea lo que sea en los que estás metido, soy tú hermano, en mí puedes confiar, te ayudaré—le dije.

Mi hermano volvió a agarrarme de la cara y me apretó los mofletes como cuando era pequeño.

—Lo sé, enano, no se trata de confianza, ni nada que tú puedas hacer—declaró sin esperanza—. Tú no puedes ayudarme, no en esto.

—Algo podremos hacer juntos—insistí.

— ¡No!—gritó con desesperación. Se apartó de mí y yo me aparté de él por que la situación se volvió violenta. Adam comenzó a caminar ansioso y se pasó las manos por el rubio y ya de por sí alborotado pelo—. Lo siento, no quería gritarte.

Sus ojos estaban casi tan tristes como los míos.

—Si de verdad quieres ayudarme haz lo que te pido—me suplicó con la mirada—. Por favor, no me busques más, estoy bien, salgo adelante, estoy...tratando de salir adelante, pero no puedo hacerlo si no hago más que preocuparme por ti, por que me estás buscando por estos lugares tan peligrosos.

El DisfrazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora