—Te he sacado del círculo a golpes y puedo sacarte de aquí también, si insistes—amenazó Nate a Kyle mientras me cogía de un brazo y me ponía a su espalda.
—Vamos—bufó el otro chico dibujando una sonrisa maliciosa en su cara golpeada—. Solo bailábamos, nos lo estábamos pasando bien, solo eso, a tu amiguito le gustaba.
—No es cierto—dije. Pero con el ruido de la música estuve seguro de que solo Nate pudo oírme. Kyle siguió allí impasible y sonriente.
—Lárgate—escupió Nate con odio mientras separaba las palabras como si las hubiera susurrado.
Kyle me lanzó un beso con sorna y luego se giró lentamente y comenzó a abrirse paso entre la gente, que increíblemente le dejaban pasar sin rechistar. Nate también se giró y me escudriñó con la mirada de arriba abajo como si intentara reclamarme algo.
—Pensé que eras tú—dije mientras le miraba fijamente.
—No tienes que darme explicaciones—el chico puso mala cara, me agarró de la mano fuertemente y luego comenzó a caminar entre la gente mientras tiraba de mí—. Vamos, Rebeca ha llegado.
No la había visto al entrar, pero en un rincón del local había una escalera de caracol que subía hasta la planta de arriba. Nate me subió por aquella escalera a toda prisa. Arriba había varios compartimentos circulares separados por cortinas de terciopelo del mismo rosa que el dibujo del cisne pintado en la fachada, y con la palabra VIP escrita en un lateral en letras doradas. Nate abrió la segunda cortina y entró, empujándome a mí dentro con él.
—No me puedo creer que te estuvieras restregando con ese tipo después de lo que te ha hecho hoy—me reclamó en un bufido de mal humor como si estuviera celoso.
—Creí que eras tú—le dije de nuevo mientras él se acomodaba en el único sillón de cuero negro que había en la estancia—. ¿No me crees?
La estancia era grande, allí cabrían por lo menos unas doce personas. El sillón de cuero era circular y había una mesa en el centro de madera oscura. Sobre ella había una cubitera vacía, y junto a ella un paquete de cerillas con el logo del club.
—Yo te he visto—dijo casi en un grito.
—Estaba de espaldas—me defendí subiendo el tono de voz. Aquello era realmente frustrante—. Y me ha agarrado como habías echo tú, por eso...
—No tienes que darme explicaciones—me cortó levantando una mano y cruzando las piernas como un niño caprichoso al que le han quitado su juguete en el recreo—. Es solo que pensé, que ya que te estoy ayudando a encontrar a tu hermano, te limitarías a acostarte conmigo solamente, y no a zorrear con los tipos que me odian.
Me mordí la lengua en un arrebato de ira producido por la humillación de sus palabras, crucé la sala, agité la mano y le abofeteé con todas mis fuerzas. El tortazo resonó en aquella habitación como un petardo y Nate giró la cabeza por el impacto.
—Tienes razón—le grité mientras dejaba escapar una lágrima de frustración fuera de mis ojos—. No tengo por que darte explicaciones.
El chico se paró de repente y me agarró de las muñecas fuertemente, tan fuerte que solté un grito de dolor.
—La próxima vez dejaré que te viole delante de todos—me dijo como si me despreciara—. Y si vuelves a pegarme te corto la mano.
Estuve apunto de echar a correr. No lo hice. Primero por que Nate aún me tenía sujeto con fuerza, y segundo por que la cortina se abrió con un sonoro ruido y por ella entro una chica.
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El Disfraz
Novela JuvenilLucas es un chico normal, que ya está acostumbrado a los lios de su hermano mayor. Sin embargo uno de esos lios le alcanza sin que Lucas pueda remediarlo, y de la noche a la mañana se encuentra inmerso en una historia de delincuencia, búsqueda y sob...