No se trata de un problema amoroso normal.
Se trata de 'La emperatriz de sangre' Que hará todo lo posible para separar a Kristen y Christopher con notas bañadas en sangre que contienen advertencias y que luego de ser leídas desaparecen.
Si no lo t...
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...
Me quedo mirando debajo de la cama al espacio donde estaba el frasco, no puede ser.
Suelto un grito frustrado, la puerta se abre mientras Andrea me mira inquisitivamente.
—¿Por qué no me contaste que eres la novia de Christopher? —Pregunta mientras se sienta en la cama.
Me levanto del suelo y alzo los hombros.
—Hoy me propuso.
Andrea me mira y chilla, hace una imitación barata de las típicas chicas cuando celebran algo. Blanqueo los ojos.
—¡Que suerte! Y no me lo contaste... —Hace puchero.
Procedo a contarle todo, con lujo de detalles.
—¿Por qué grabaron? —Me pregunto más a mí misma que a Andrea.
—Pues porque de seguro Christopher quería un recuerdo de ese momento, uno muy especial —Dice como si fuera lo más obvio.
—No lo sé...
No me gustó para nada eso o soy una agua fiestas, de verdad.
—Está bien... —Andrea se tira en mi cama—. Yo sabía que él estaba enamorado de ti.
—No mientas.
—En serio, con mirarlos se sabía que ninguno de los dos podía vivir sin el otro —Cierra los ojos.
—Y, ¿Qué tal con tú novio?
—James... —Suelta un suspiro —. Estamos muy bien, ayer tuvimos sexo.
Abro los ojos como platos.
—¡¿Qué?! —Chillo.
¡Andrea solo tiene diecisiete años!
—Ajá, lo que oíste ¿Y tú?
—Por supuesto que no —Me ruborizo.
Yo no tendría que hablar de estas cosas con mi hermana. Me acuesto al lado de ella estoy muy tensa por muchas cosas, una de ellas es la desaparición del frasco.
—Andrea... quiero contarte algo —Suspiro—. Me han estado llegando cartas de sangre o sea, bañadas en sangre, cada una con una amenaza hasta ahora me han llegado dos y...
—¡¿Qué?! —Susurra haciendo que me siente en la cama—. ¿Amenazas? ¿Cartas de sangre?
—Cállate, primero te contaré todo —La silencio—. Sí, son amenazas pero... no sé, creo que es una broma todo lo que la carta dice es que me aleje de Christopher...
—¿Y qué pasa si no es una broma? —Pregunta Andrea haciendo que me tense.
—Por eso te lo cuento cada día me llega una carta en un frasco... y luego desaparece, el frasco.
