XXII

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...

Miro de Carolina a Harry y así sucesivamente, hasta que el constante temblor del cuerpo de Christopher me pone en alerta.

—¿Qué hacen aquí? —Pregunto mientras enredo mis dedos con los de Christopher.

Su mano se encuentra fría y puedo sentir el temblor ahora casi imperceptible.

—Nosotros... —Carolina mira a Harry, este asiente—. Lauren nos invitó a la fiesta.

—Es decir, recibimos una invitación a esta fiesta de su parte —Aclara Harry.

Y vuelvo a sentirlo, ese golpe tan familiar que en estos últimos días me persigue día y noche. Me falta el aire, como si un tornado se hubiera llevado todo de mí y me dejara vacía.

Lauren, hace tan sólo días atrás estaba sospechando de ella, sufrí mucho por lo que sospechaba, mi relación con Christopher corría peligro, seguía corriendo, hasta este momento.

—No... —Murmura Christopher y luego me mira.

Sus hermoso ojos se oscurecen cuando me observan, no sé si es por el juego de luz o por otra cosa.

—Ella —Él observa a la pareja frente nuestro y luego vuelve a negar.

Yo no puedo soportarlo más, me aparto de Christopher y hago a un lado a Carolina para que me deje salir. Escucho que alguien viene tras mío pero no volteo a ver de quién se trata.

Mi visión se torna roja por la rabia, por eso quería que me quede con tanta urgencia, por eso insistió tanto para que suba y me cambie.

Para verlos, para hacerme sentir mal como ahora, para que me aleje de su hermano, para dejarla libre.

Y ahí está, al final del pasillo se encuentra Lauren con una sonrisa dulce, camina directo hacia mí y sólo puedo detenerme.

—¿Qué haces aquí y así? —Me lanza una mirada inquisidora, observándome de pies a cabeza, ¿Qué quiere?

A mi ojo izquierdo le agarra un tic, ¿Quiere saber cómo me sentí al verlos? No le daré el gusto, ¿Quería que me quede con ellos?

—Muy bien, la verdad que me sorprendí al principio pero luego bien.

—¡Que suerte! Lo hice con ese propósito, la verdad es que...

—No quiero saber —La corto y paso al lado suyo—. No quiero saber de tu verdad, ni de ti.

Aprieto el paso y cuando salgo de la casa empiezo a correr, las lágrimas resbalan por mis mejillas y el viento las seca al doblar una esquina tropiezo y me caigo.

Quema.

Lloro, hundo mis dedos en la tierra y empiezo a gritar, Lauren.

No pudo hacerme esto, todo este tiempo había sido ella.

La Emperatriz de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora