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...

Llegamos a su casa, Lauren se encuentra con Mateo su novio y no pregunten qué hacían me llevé un susto de muerte cuando los vi en la sala, teniendo relaciones... ya saben pero lo que más me asustó fue cuando dijo que no podría dormir con ella porque estaba Mateo.

Me sonrió de seguro piensa que me hace un favor pero no es así, miro a Christopher no creo ser capaz de poder dormir con él no, mucho menos teniendo en cuenta de las cosas locas y delirantes que se me ocurren estando él cerca, en término coloquial quiero permanecer virgen.

Christopher parece considerarlo un poco más, me muerdo el labio inferior.

—Vamos —Christopher se despide de Lauren y Mateo para llevarme a su habitación.

La habitación es blanca, una cama con sábana de pelota de fútbol un escritorio con millones de cuadernos y libros esparcidos y desordenados, un sofá en una esquina frente a esta una televisión plana más allá una puerta, el baño.

—Dormiré en el sofá, tranquila —Me relaja mientras se dirige al sofá.

Él ya está en pijama me observo, short rosado, remera básica blanca, zapatillas con calcetines y nada más, creo que estoy muy bien vestida como para dormir con Christopher.

Lo encuentro observándome con un brillo en sus ojos que nunca había visto.

Le sonrío para luego sacarme las zapatillas y entro en la cama, me tapo hasta la barbilla, antes de cerrar los ojos pienso en dar las buenas noches a Christopher, hago a un lado la sábana al mismo tiempo que me siento en la cama, avanzo hasta el sofá donde él se encuentra durmiendo.

Me acerco y deposito un beso en su mejilla él hace un movimiento brusco y nuestros labios se juntan por accidente, él ríe contra mi boca.

—¿Creías que te iba a dejar ir sin un beso de verdad? —Me pregunta mientras se sienta.

Me siento como flotando, nada de esto parece real.

—Buenas noches —Es lo único que logro formular.

—Buenas noches a ti —Me acerca a él y abraza.

Vuelvo a la cama, es raro estar en la misma habitación con el hombre que más quieres y estar así de alejados, si no fuera por mi sentido común estaría al lado de él acurrucada esperando no tener pesadillas.

Mas cierro los ojos rogando no pensar en la estúpida emperatriz de sangre.

El ruido de pisadas me despierta, primero parpadeo varias veces para que mi vista se ajuste a la oscuridad, por suerte la lámpara que está en la mesita de noche logra alumbrar tenuemente, primero viví un momento de confusión pensando que estaba en mi habitación ahora se que no, Christopher está durmiendo plácidamente.

Soy de esas personas que cuando está durmiendo y escuchan el más mínimo ruido se despiertan paradas y con un revolver en la mano, lista para disparar por así describir. Me acerco a la puerta, ya no se escuchan los pasos, cuando la abro no encuentro persona alguna.

La cierro, ¿Me estoy volviendo loca?

Juraría que escuché pasos, no sé si afuera o dentro de la casa, los pasos eran apresurados como si alguien estuviera corriendo.

Me vuelvo a acostar suelto un largo suspiro, ¿Para qué? ¿Para qué todas estas cosas? Me declaro creyente y sé muy bien que todo esto tiene un propósito... el problema es que todavía no sé muy bien cuál es, trato de dormir cerrando los ojos con fuerza.

Pero escucho otra vez el sonido, pisadas cerca de aquí me paro haciendo mucho ruido, cada movimiento que hago suena como explosiones nucleares.

Christopher también se levanta me mira preocupado, esta vez puedo dimensionar de donde viene el sonido... por la ventana, me acerco a la ventana, pego mi cara a ella y veo un movimiento.

—¿Qué es eso? —Pregunta Christopher poniéndose al lado mío.

Hago a un lado la cortina y abro la ventana, Christopher se tensa y me toma una mano.

—¿Qué vas a hacer?

—Iré a saber qué es todo esto —Me suelto de su agarre y salgo por la ventana al patio trasero.

Mi respiración se torna agitada miro todo el patio, una melena rubia me llama la atención corro hacia ella, ahora caigo en la cuenta de que llevo calcetines sigo corriendo de igual manera, la figura no se percata de que la persigo así que apuro el paso, estoy tan cerca de ella...

Una vez cuando era más chica y estaba jugando al fútbol con Andrea, me tiré encima de ella para que no marcara otro tanto estaba así de cerca como lo estoy ahora de esa chica y salté sobre ella, la aplasté sobre el pavimento y la retuve allí ahora hago lo mismo, salto en el aire y caigo sobre la figura, en vista de otras personas esto podría parecer una abrazo pero no es así, tomo su cabello rubio entre mis dedos y estiro.

—¿Quién eres y qué haces aquí? —Le estiro más, ella jadea.

No, no jadea se está riendo, me quedo sorprendida entonces la chica se levanta de la nada suelta un grito y corre, la mitad de su cabello queda en mis manos.

Me repongo y corro tras ella, mis piés ardiendo por las piedras que le han lastimado. Llegamos en el patio delantero escucho pasos tras mío sigo corriendo, la chica sale del patio hago lo mismo, ella corre hasta un auto rojo que está aparcado en una esquina, busco una piedra miro el alumbrado público que no me sirve de ayuda ya que se prende y apaga rítmicamente.

Mis manos tocan algo duro, el alumbrado público emite una débil luz haciendo que pueda ver la piedra en mis manos luego se apaga, el auto prende sus luces, su motor ruge, llevo mi brazo derecho hacia atrás y luego tiro la piedra no recuerdo donde, ni cuándo pero alguien una vez me dijo que, mientras más alto tiras una piedra, más lejos llegará.

La piedra que tiré acierta en la ventana trasera y la rompe el coche se detiene, luego arranca y se pierde.

—¿Qué rayos...? —Escucho un jadeo.

Me giro y encuentro a Christopher mirándome raro preocupado tal vez, no sé describirlo, tampoco me creo capaz de hacerlo.

—¿En qué estabas pensando? —Me recrimina.

—Ella, ella es la Emperatriz de Sangre...

Christopher parece al borde de llorar, estallar, pero lo que hace es abrazarme.

—¿Sabes que no podría vivir sin ti?Cuando saliste sin más de allí... yo, no pude evitar pensar en otra cosa que verte muerta.

Me tenso y giro el anillo que me regaló con nerviosismo.

—Algunas veces no pienso en el daño que puedo causarle a una persona por mi falta de racionamiento pero, estuve tan cerca de atraparla Chris... tan cerca, estuve tan cerca de saber quién era de saber el motivo por el cual está obsesionada por ti aunque no es que no sea evidente de seguro tendrás muchas admiradoras homicidas.

Me aprieta más contra él.

—La única que me importa y me seguirá importando, eres tú —Alza mi mentón con su mano y me besa.

...

Andrea en multimedia

La Emperatriz de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora