XXI

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...

Paso los dedos por las grandes ondas de mi cabello, creo que estoy bien para la fiesta ni tan llamativa ni tan desapercibida, lo justo y necesario.

Ya son más de las nueve de la noche mamá hoy no fue a trabajar y Andrea está con ella, Christopher me dijo de que vendría a por mí dentro de unos minutos, el timbre de casa suena.

Tomo la cartera de mano y bajo las escaleras con cuidado, mamá me guiña un ojo mientras abre la puerta.

Mi mundo se congela, corro hasta donde está Christopher y cierro la puerta tras mío.

—¿No me itainvitarás a... ?

Lo beso, con urgencia, con anhelo, con desesperación. Mis manos alborotan su cabello limpiamente ordenado él gruñe y me toma de la cintura, suelto un pequeño jadeo.

Lo necesito, no puedo vivir sin él.

Christopher se aparta.

—Christopher no digas nada, sólo bésame.

—Kristen, ¿Qué pasa?

Mi respiración es agitada, mis manos tiemblan sobre sus hombros.

—Es que no puedo vivir con la idea de perderte, ¿Entiendes?

Él me mira raro, no puedo leer su expresión.

—Nunca me perderás, ni yo a ti.

Asiento y deposito mi cabeza en su cuello.

—¿Estás enojado conmigo?

—¿Por qué?

—Solo responde.

Acaricia la piel desnuda de mi nuca enviándome escalofríos.

—No puedo estarlo ni aunque quiera.

Suspiro aliviada.

—Estaba tan preocupada.

—Bueno, tenemos que ir si no nos queremos perder de la fiesta que por cierto será muy loco.

—Obvio, estamos hablando de graduados siempre salen de control.

—Que intenten salir de control contigo y... —Su mandíbula se tensa.

No puedo pensar en otra cosa más hermosa que eso, me encanta.

—Lo mismo digo, estás advertido.

Me mira directamente a los ojos, sus largas pestañas oscuras en contraste con sus ojos claros haciendo un juego de colores hermoso.

Sonríe de lado tal vez por la expresión de boba que pasa por mi rostro cada vez que me quedo observando su belleza.

Toma mi mentón y nuestros labios se juntan, esta vez una corriente de energía se extiende por todo mi cuerpo siento que pierdo las fuerzas para estar parada no puedo llenar completamente mis pulmones de aire y no puedo hacer movimientos coherentes, solamente tengo una imagen en mi cabeza.

La Emperatriz de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora