No se trata de un problema amoroso normal.
Se trata de 'La emperatriz de sangre' Que hará todo lo posible para separar a Kristen y Christopher con notas bañadas en sangre que contienen advertencias y que luego de ser leídas desaparecen.
Si no lo t...
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...
Viernes
Mi celular vibra sobre la mesita de noche, lo ignoro mientras giro en mi cama tratando de reconciliar el sueño.
"Lástima que no soy él"
Gruño y me tapo con otra almohada la cara.
He estado pensando en eso todo el tiempo, no puedo creer y no quiero creer que él pueda ser la emperatriz de sangre.
Andrés a quien hace pocos días conozco, aquel chico altanero y despreocupado, que tiene el mundo en sus manos.
¿Interesado en mí?
No, humanamente imposible.
Mi celular vuelve a vibrar y esta vez lo tomo y lo dejo caer, debo cuidar más mi celular.
Dos mensajes de Lauren.
Antes de que pueda abrir el mensaje la puerta de mi habitación suena.
—¿Vendrás a desayunar? —Es la voz de mamá.
—Sí, ahora me cambio.
Abro el mensaje con los nervios a flor de piel.
Hola Kris... estoy preocupada, muy preocupada desde hace días que no me mensajeas... no hablamos, nada... ¿estás enojada conmigo?
Suspiro mientras cierro los ojos, no lloraré, no.
Lauren está preocupada porque piensa que estoy enojada con ella.
Quiero soltar una risa histérica, si tan solo supiera lo que pienso acerca de ella.
Ni siquiera me escribiría, ni siquiera me tendría entre sus contactos... ni siquiera me llamaría Kris.
Hola Lauren... te pido perdón estaba con mucho trabajo y no tenía tiempo, casi no miraba el celular ya sabes como soy, si quieres podemos reunirnos hoy
La culpa la tendré siempre, pero no le puedo decir lo que pienso aunque deba hacerlo.
Es mi mejor amiga a pesar de todo, a pesar de mis pensamientos hacia ella.
No tiene la culpa de tener una amiga como yo.
Las palabras de Christopher resuenan en mi cabeza mientras me levanto de la cama.
—Yo tengo que tomar la decisión de decirle lo que pienso o no.
Salgo de mi habitación.
Luego de desayunar me preparo para ir a la casa de Rebecca, estaba atando los cordones de mi zapato cuando escucho una bocina.
