XIV

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...

Llego a la casa y toco el timbre.

Inés me atiende fuerzo una sonrisa, la señora me mira mal.

—Adelante.

—Gracias.

Que humor, creo que a algunas personas no les cae bien el que trabaje aquí. Sigo a Inés hasta la biblioteca, donde seguramente se encuentra la señora Esmeralda.

Inés abre la puerta dejándome entrar, un gesto muy amable de su parte demasiado amable para ser verdad, miro sobre mi hombro a Inés que cierra sin dejarme ver su rosto.

La señora Esmeralda se encuentra en su escritorio, como lo había supuesto.

—Buenos días Kristen.

—Buenos días Esmeralda.

Ella se levanta, toma un libro en sus manos y pasa al lado mío.

—Mi hija te está esperando en su cuarto, perdón por traerte hasta aquí era solamente para darte este libro que había encontrado, espero que te sirva.

—Muchas gracias.

—Trabajarás hasta después del medio día, ¿Te parece?

Asiento.

—Ok, nos vemos en el almuerzo.

Salgo de la biblioteca, esta vez no hay ninguna Inés esperándome fuera para conducirme hasta la habitación de la niña que ya había olvidado el nombre.

Llego hasta la sala donde una gran escalera se encuentra, miro por si las dudas, pero ninguna Inés aparece. Alzo los hombros y subo.

Acabo en un pasillo donde una puerta particularmente decorada me llama la atención, está pintada en rosa chillón y en el medio está escrito el nombre de "Rebecca" con que así se llama.

Toco la puerta una vez.

Escucho unos pasos, una risilla, un murmullo de voces y luego la puerta se abre.

Una castaña me recibe, sus ojos se agrandan cuando me ve.

—¿Tú eres...?

—Tú profesora.

—Oh —Su cara se vuelve roja—. No...¿No estás muy pequeña para ser mi profesora?

Contengo las ganas de rodar los ojos, otra vez... ¿Es que tienes quince años?

Bah, ya estoy acostumbrada.

La Emperatriz de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora