CAPITULO 2: Un sentimiento de culpa.

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"¿Están comiendo sin mí, malditos?"- Gritaba el mayor de los hermanos al entrar a la sala donde comían todos juntos. Aunque sonase molesto, en realidad su cara era de molestia fingida así que, podían darse cuenta de que solo bromeaba. Sin embargo, optaban por seguirle el juego y hacer divertido el ambiente de alguna manera.

-¿Eh?, pero sí tú siempre llegas tarde, Osomatsu. Mejor cállate y siéntate ya a comer. –Decía el tercer hermano, tratando de sonar como una madre regañando a su hijo ante un simple berrinche.

-Bien, bien, los perdono. Sólo porque la comida se ve muy bien hoy. –Tomó asiento y rápidamente tomó uno de los platillos limpios para servirse de la comida.

Karamatsu estaba tieso. No podía quitarle la mirada a Osomatsu y aunque intentaba decir algo, simplemente sus labios parecían estar sellados. Sólo podía observarlo mientras comía y bromeaba junto a sus otros hermanos. "Hey.... ¿por qué no paras de reír?.......", pensaba Karamatsu mientras le veía. Comenzó a sentirse mal, le dolía levemente la cabeza y sus ojos pesaban. Quería llorar y no sabía cómo fingir tan perfectamente como lo hacía el mayor. No pudo más y decidió levantarse de la mesa para ir corriendo hacia el baño y derramar unas cuantas lágrimas. Los demás se dieron cuenta pero, decidieron no darle importancia. Sin embargo, Osomatsu, aunque parecía distraído y bastante idiota, notó que Karamatsu no le había quitado la mirada de encima desde que había llegado. Le dio cierta curiosidad pero, por el momento decidió continuar normal para no levantar sospechas, en caso de que Karamatsu no quisiera contar lo que le pasaba.
En el baño, justo en el suelo, yacía el de sudadera azul. Se encontraba llorando mientras recordaba aquello que había leído en aquel cuadernillo. "Ahora entiendo por qué las almohadas estaban desordenadas..... De vez en cuando vas a llorar en la cama de nuestros padres, ¿verdad Osomatsu? No encontrabas otro lugar para desahogarte....donde no pudiésemos verte nosotros.... ¿cierto? Te sientes tan solo y no logramos notarlo. Somos tan estúpidos que no lo notamos. ¡MALDICIÓN, OSOMATSU!.... "

No podía dejar de imaginarse a su hermano mayor entrar a esa habitación y caer en pedazos cada día. El simple hecho de imaginarle con lágrimas en su rostro, era un dolor tremendo en el corazón de Karamatsu. Le hacía sentir inútil. Siempre había querido ser de apoyo para él y esta vez se daba cuenta de que en realidad no le estaba ayudando en nada.

-Osomatsu.....-Dijo casi susurrando, sin energía y con la voz entre cortada.

-¿Sí? –Se escuchó desde el otro lado de la puerta.

-¿Eh?, ¿Osomatsu? –Impresionado, se levantó y se acercó a la puerta del baño para pegar la oreja en ella.- ¿Estás ahí?

-Sí. ¿Puedo saber por qué lloras, Karamatsu?, ¿y por qué has pronunciado mi nombre?

Escalofríos recorrieron la espalda del segundo mayor. Estaba nervioso y temía abrir la puerta. No sabía qué reacción tendría al ver el rostro de su querido hermano. En realidad, Karamatsu le tenía un afecto especial a Osomatsu. Desde hace años le había querido de tal forma, que no se atrevía siquiera a admitirlo para sí mismo. Le dolía el simple hecho de pensar en aquello pues, sabía que era una idea totalmente errónea. Prefería callar y simplemente ser de apoyo para él. El lado negativo de esto es, que a pesar de siempre esforzarse para estar al pendiente de él, esta vez sentía que le había fallado desde que comenzó a amarle. Esa tarde lloraba por aquello que su hermano mayor sentía y por lo que él mismo sentía. No había perdón para sí mismo. Su mano temblaba, no podía tocar la perilla de la puerta sin que su mano se resbalara por el sudor a causa de los nervios.

-Karamatsu... -Hizo una pausa de unos minutos que parecían eternos- ¿Entraste al cuarto de nuestros padres esta tarde?

Se había dado cuenta, no había marcha atrás. Ya no podía fingir que no había descubierto aquel cuadernillo ni las frustraciones del otro. Estaba listo para decirlo todo de golpe pero, su firmeza fue interrumpida cuando el mayor giró la perilla de la puerta para entrar al cuarto del baño y cerrarla nuevamente. Puso el seguro, se sentó en el suelo para dar un largo suspiro y luego miró fijamente a su hermano.

-¿Lo has leído todo? –Preguntó en seco.

-N...No. Sólo fueron pocas páginas. No quería hacerlo sin....tu permiso. –Respondía nervioso el otro. Decidió sentarse en el suelo frente a Osomatsu para mirarle también.- Brot....Osomatsu, sé que soy muy torpe pero, sabes que estoy aquí para escucharte, no tienes porqué soportar todo tú solo. Entiendo que sientas mucha responsabilidad ahora que nuestros padres no están pero, confía en mí, podemos salir adelante juntos. Por favor...

Osomatsu se limitó a sonreír y luego soltar una leve carcajada mientras pasaba su dedo índice derecho por su nariz.

-¿Qué dices?, pensé que lo habías leído todo. Estaba espantado.
-¿Eh?, ¿por qué?, ¿hay algo grave que debas contarme, Osomatsu? –Cuestionaba sorprendido ante aquella reacción del otro.

El de sudadera roja dio un leve suspiro para luego desviar la mirada.

-Karamatsu.... Sé que no suelo ser muy honesto con ustedes. No quiero preocupar al resto así que....por favor no les digas nada. Prometo contarte lo demás después pero, por ahora....Intentemos ser normales. ¿De acuerdo? –Puso esa sonrisa idiota de costumbre, aunque esta vez sus ojos se veían caídos y algo tristes. Finalmente Karamatsu aceptó.

Sin embargo, en ese mismo instante, se acercó para abrazar muy fuerte a Osomatsu. No pudo evitar sentir empatía y ponerse en sus zapatos por unos instantes. No sabía lo que pensaba o sentía pero, al darse una mínima idea, su pecho se sentía pesado y sin decir más, comenzó a llorar nuevamente en el hombro de su querido hermano. El otro sólo correspondió el abrazo. Hubo un largo silencio entonces.

-Mi Contraparte-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora