CAPITULO 20: No soy como él.

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Ira, miedo, anhelo por venganza, traumas de una infancia perturbada y por supuesto, aquella desesperación que desgarraba día con día el corazón de Osomatsu; aquellas situaciones le volvían alguien distinto. ¿Y por qué no? Cuando sufrimos demasiado, nosotros mismos creamos un agujero en nuestro corazón. Le formamos cicatrices y por las noches le agregamos aquel jugo acido que logra hacer que arda con tal intensidad, que podría costarnos trabajo el respirar. Decidimos hundirnos en todo lo negativo y caer rendidos ante la profunda tristeza que nuestras memorias revocan.

Con el tiempo, si no sanas tu corazón, aquellas emociones comienzan a mezclarse hasta convertirse en el más temible odio. Entonces, sólo entonces, tu cuerpo comienza a producir un calor interno insoportable; incluso podrías desarrollar cierto deseo por ver a otros morir (causarles la muerte). Pero, ¿sabes algo? Al final de cuentas todo ese odio continúa siendo una profunda tristeza. El corazón sigue palpitando con fuerza y aunque esté lleno de cicatrices, aún puede sanar.

Quizá algo que hemos olvidado con el tiempo, es que no importa que otros lleguen a nuestras vidas sólo para hacernos daño y darnos la espalda porque, a final de cuentas, quién decide si puedes ser derrotado o no, eres tú mismo. Nadie más tiene el derecho para derrumbarte y destrozar aquellas metas que planeas. Ninguno de ellos puede seguirte por el resto de tu vida como si fuesen fantasmas por derecho propio. El pasado siempre será pasado y los recuerdos serán simples recuerdos. Aunque es verdad que no podemos borrarlos, ni las sensaciones que alguna vez experimentamos, no significa que sea esa la causa por la que ya no podamos levantarnos, ¿cierto?

Vivir no significa no sentir dolor....sino, aprender a vivir con ello y levantarse para seguir adelante en base a esas experiencias pues, son aquellas las que nos vuelven más fuertes y capaces de afrontar los diferentes obstáculos que la vida nos pone en medio del camino. ¡No puedes huir!

¡NO TOMES EL CAMINO SENCILLO!

Porque.... ¡Tú puedes ser alguien mejor!

¡Puedes con todo esto!

¡Puedes hacerlo!

Realmente eres capaz de eso y mucho más, ¿no es cierto?

...

Así pues, el sufrimiento de Osomatsu le había consumido demasiado porque él jamás se había planteado la oportunidad de salir adelante, fuera de todo su pasado, debido a su inestabilidad emocional que le hacía sentir una tremenda baja autoestima. No podía sentirse capaz de nada y, aunque confiaba en sus hermanos, nunca fue totalmente honesto a causa del temor y la preocupación. Sin embargo, aquella noche por fin había salido su Contraparte; todas esas sensaciones negativas trasformadas en odio. Pero, ¿recuerdan lo anterior? En realidad, Osomatsu sólo se encontraba hundido en una tristeza profundamente dolorosa. Cada golpe que daba a Tougou, le desgarraba aún más y fue cuestión de segundos para que los demás notasen las lágrimas que brotaban del mayor mientras golpeaba con brusquedad al criminal. Una parte de sí quería continuar golpeando pero, la otra quería detenerse y simplemente olvidar todo.

Nadie era capaz de decir o hacer algo al respecto pues, cada uno pasaba por una situación diferente. Karamatsu estaba desangrándose en el suelo e Ichimatsu sostenía con fuerza a Katashi para que este no tuviera la incoherencia de meterse en aquella abrupta pelea. Todomatsu no paraba de temblar y Choromatsu se acercaba al de ojos zafiro para servirle de apoyo, de alguna manera. Pese a que nadie sabía cómo reaccionar, lograron ponerse en el lugar de su hermano mayor y sentir un poco de su dolor. Aún así, sus acciones iban demasiado lejos y nadie quería que Osomatsu se ensuciara las manos de esa forma; sabían que ya había cometido un asesinato anterior pero, esta situación no era nada parecida a la que había descrito en aquella anécdota.

-Mi Contraparte-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora