Los días pasaban de manera normal. Sin embargo, Osomatsu sabía que el segundo mayor estaba totalmente atento a lo que pudiese pasarle. Ahora que sabía de aquella libreta y sobre el peso que sentía en sus hombros el mayor de todos los hermanos, Karamatsu no dejaría de apoyarle ni un segundo de su vida. Esto le conmovía de cierta forma a Osomatsu pero, también le hacía sentir nervioso ante lo demás que ocultaba con egoísmo y temor. Sabía que tarde o temprano tendría que decirle el resto a su hermano.
Aquella ocasión en la que Karamatsu derramó lágrimas en su hombro, Osomatsu estuvo por poco de decirle todo lo que tenía en su cabeza. Quería realmente hablar con alguien y Karamatsu era perfecto. Era quién más le apoyaba y escuchaba. Sabía que podía confiar en él pero, volvía a darle vueltas al asunto y sus labios se sellaban de una extraña manera. Una triste y extraña manera. Sólo se quedaba aquel nudo en su garganta seca, sedienta por ser escuchada. "Hey, olvídalo, quizá no le interese escuchar tus tonterías aburridas", solía escuchar desde el vacío. Sabía perfectamente quien decía aquellas palabras tan bruscas. No podía evitar verle y escucharle una vez que era consciente de su presencia. Su voz retumbaba en toda su cabeza y no le dejaba pensar de manera clara. Había una mezcla de emociones, que incluso podían hacerle perder los estribos. Su reflejo en el espejo era totalmente diferente al que esperaría. "Asesino...", escuchaba desde aquel reflejo, quién no paraba de reír al ver la expresión de espanto en Osomatsu. Su sonrisa era realmente macabra y esos ojos carmesí demasiado penetrantes.
-Asesino...-Escuchaba el mayor desde aquel espejo que yacía frente a él.
-No...Cállate...
-Eres un asesino. ¿Y sabes qué es más gracioso? Que amas a tu hermano. Lo amas de una manera tan sucia que incluso a mí me asquea. ¿Qué crees que pensará cuando lo sepa? Y no olvides al resto. Van a odiarte, se burlarán de ti y te verán con asco. ¡MALDITO ASESINO INCESTUOSO!
-¡¡¡NO, CÁLLATE!!!
Cerró su puño y con toda su fuerza lo llevó hacia aquel espejo para quebrarlo. Los pedazos de vidrio caían al suelo de uno por uno. La mano de Osomatsu comenzaba a sangrar mientras intentaba recobrar su aliento. Cubrió sus oídos con ambas manos pues la risa burlona del otro era demasiado estremecedora. Cayó de rodillas al suelo y comenzó a derramar lágrimas con desesperación. Gritó con fuerzas solo en su cabeza pues, sabía que no debía hacerlo para evitar ser escuchado. Su cuerpo estaba tenso y su pulso demasiado inquieto. Se abrazó a sí mismo mientras caía al suelo y se recostaba en posición fetal, continuando con su llanto. ¿Cómo era posible que nadie hubiese escuchado el ruido del espejo quebrándose? Tal y como aquello parecía desapercibido, el sufrimiento de Osomatsu lo era también.
Por otro lado, Karamatsu siempre había sido el más bondadoso con cada uno de sus hermanos. Se esforzaba por apoyarles y hacerles sentir que podían confiar en él. Por supuesto su trato era diferente cuando se dirigía a Osomatsu pero, eso no desviaba su preocupación por los otros. Trataba de charlar con ellos cuando les veía cabizbajos y sus consejos eran bastante buenos, aunque no siempre les dieran la importancia que podrían realmente necesitar. Siendo el menos afortunado de todos ellos, Karamatsu siempre recibía un trato un tanto triste. Era común que le ignoraran o que le trataran mal para mofarse y juguetear en forma de entretenimiento. Chibita, un amigo de infancia para los sextillizos, había sido testigo de aquello cuando intentó reclamar las deudas que estos le tenían, jugándoles la broma pesada de un supuesto secuestro. Sí, realmente había secuestrado a Karamatsu y le había atado para que este no huyera. De no ser porque sus hermanos eran realmente unos despiadados, aquella idea hubiese sido muy buena y aterradora para cualquier madre que ame a su hijo. Finalmente, Chibita se dio por vencido al ver la crueldad existente hacia Karamatsu por parte de sus hermanos. El de azul había quedado herido físicamente y emocionalmente de muchas maneras. Había decidido entonces no ser tan amable. En cierto aspecto, había dado un ligero cambio a su personalidad, volviéndose más firme con los demás.
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-Mi Contraparte-
Fiksi PenggemarEl mayor de los sextillizos pasa por mucho estrés después de la muerte de sus padres. Ahora carga con mucha responsabilidad y además de ello, tiene algunos secretos que se guarda por temor a lo que diga el resto de sus hermanos o peor aún, de lo que...