Capítulo 14 - Sin etiquetas

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—Entonces, Camila... ¿Llegarás a su casa, te disculparás por tu actitud de borracha en su cumpleaños y listo problema resuelto?

Una vez más Danielle se burlaba de mis intentos por recuperar a Niall. Quería disculparme por lo sucedido, necesitaba hacer las pases con él y arreglar el desastre que había ocasionado al dramatizar las cosas. Harry tenía razón, no quería perder mi amistad con él sólo por un jodido beso que por cierto fue de los mejores que he recibido en años. Él realmente sabe mover esa linda boca y si pudiera no me despegaría en ningún momento aunque fuese lo último que hiciera.

Pero sus labios mágicos no son el punto.

El punto es hablar con él después de que Dan contrate a un fotógrafo, en este caso a Matthew. Nuestras salidas continuaron por la última semana reunidos en el mismo lugar, una cafetería y terminado en alguna exposición de pintura o fotografía. En una de las tantas charlas que tuvimos de temas banales, se me escapo decir que no sabía que regalar a una amiga que estaba a punto de casarse. Fue en ese momento que me pregunto si tenía un fotógrafo ya asignado.

Y heme aquí tan impaciente por irme del lugar como mis ganas de graduarme de la Universidad hace unos años. Mi mirada constantemente iba y venía en dirección a mi reloj de mi mano izquierda, intentando que el sueño no se apoderará de mi cuerpo a la vez que movía repetitivamente mi pierna. Desde muy temprano Dan había llegado a mi casa para ir a escoger el ramo de flores que usaría el gran día.

—Funcionará, créeme —le sonreí.

—Eso espero —movió la cabeza. —¿Es él? —señaló a un chico a lo lejos.

—Sí, es él.

Venía a paso rápido, casi corriendo, un poco acalorado y con una cámara colgando de su cuello y una mochila en su hombro derecho. Le ofrecí rápidamente mi botella de agua intacta antes de que se desvaneciera en el suelo.

—Gracias —sonrió mirándome con sus ojos color avellana. Moví mi cabeza y ojos en dirección a Dan.

—Usted debe ser el señor Grint.

—Puede llamarme Matthew. Lamento la tardanza pero es que acabo de venir de una sesión de fotos para una chica a punto de cumplir los dieciocho y el tráfico es horrible.

—No se preocupe, a todos nos pasa.

—Lamento esto, chicos. Pero tengo que retirarme he dejado algo pendiente.

—¿Ya te vas? Oh adiós —se despidió él.

—Ten cuidado y no pierdas la esperanza si no funciona —gritó Dan.

—Bien, nos vemos.

Me retiré caminando para tomar un taxi y llegar lo más rápido a la zona residencial. Una sensación de hormigueo recorrió mis palmas y mi estómago. El nerviosismo no se iba tan fácil, respirar se había vuelto un reto y mis manos cosquillosas comenzaron a transpirar.

El sol estaba ardiendo como nunca antes lo había sentido en esta ciudad. Para Santa Bárbara era la temperatura más baja del verano pero aquí en Londres ya me había acoplado a las lluvias recurrentes. Necesitaba aire fresco y no la sensación de vapor en mis fosas nasales. Hice la parada al vehículo subiendo en él de inmediato, al menos era un poco más fresco que el exterior.

Tal y como había dicho minutos antes Matthew, el tráfico estaba horrible. Me amarre el cabello en un moño desordenado, hice a un lado el blazer rosa pálido que traía puesto dejando cubrir mis piernas antes de que se tostarán más de la cuenta con el sol. Di un bostezo, mi ojos se llenaron de lágrimas y una logró escapar, los cerré pero por poco y quedó dormida.

L O N D R E S [ N.H ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora