Capítulo 25 - Tequila.

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Cerré la puerta generando un fuerte sonido. En otra ocasión hubiera maldecido en voz baja regañandome mentalmente por dañar la cerradura pero hoy todo me importaba un carajo. Me saque la sudadera volviendo a colgarla en el perchero y la gorra la deje en el mueble arrojando las llaves ahí mismo. Más tarde la llevaría al cuarto de lavado.

Todo mi ropa estaba empapada por la lluvia. Mi cuerpo se sentía incómodo con toda la humedad entrando hasta en los lugares más profundos que no sabía que existían. De mi cabello escurría agua, tanto que podía exprimirlo y hacer un charco en la entrada. Ojalá la vida real fuera como una modelo recién salida del agua o una actriz llorando bajo la lluvia. Pero estoy segura que imitaba a la perfección a un gato mojado con cara de pocos amigos.

Escuche unos pasos bajar por las escaleras casi tan rápido como la manera en que me escabullí en dirección a la cocina buscando una copa en la parte alta de la alacena pero mi estatura no llegaba a alcanzarlo. Bufé dándome por vencida yendo por el maldito tequila guardado al fondo de un cajón que suponía estar prohibido para mí.

Las decepciones y el tequila siempre eran mis fieles seguidores en lo que llevaba de vida. Estaba tan enojada e indignada por todo que no era capaz de hablar. Mi mente repetía una y otra vez la discusión, de principio a fin, que había tenido hace un par de minutos, era como un disco rayado que sólo me ocasionaba mayor rabia a medida que pensaba en ello.

Me gire para ir al sofá y mis ojos se encontraron con los de Matthew quién me examinaba con cautela. Ignore su presencia pasando de largo hasta mi objetivo donde finalmente me senté y encendí la televisión en el canal de deportes.

Merezco un poco de respeto, quizá.

Sonreí involuntariamente tragándome todo el coraje que tenía acumulado, lo sentía como veneno en la boca, llenándose poco a poco hasta que se derramaran las gotas. Su definición de respeto distaba mucho de la mía y eso me había quedado más que claro.

Simplemente no lo podía creer. Lleve la botella a mi boca donde le di un trago gigante que atravesó la garganta quemando todo a su paso, me contuve de hacer muecas y sólo relamí el sobrante en mis labios. Mientras yo miraba cuadros de arte Niall estaba coqueteando con Clarise. Mientras yo le daba consejos de superación a Matt, Niall estaba de camino a su casa con la chica para pasar la noche juntos. Mientras confesaba a Matt que Niall me gustaba y lo quería, él  estaba besando otros labios y tocando otra piel.  Y no necesariamente de Clarise.

Me reí amargamente antes de dar otro trago. Es que en verdad no podía procesarlo pero todo tenía sentido ahora. Porque al día siguiente lo escuche distinto en la llamada para posponer los planes de ese día por la tarde.

Maldita sea... Ni siquiera podía culparlo, después de todo estábamos hablando de Hailee y ni volviendo a nacer podría llegar a pensar siquiera en compararme con ella. Falta sólo con mirarme al espejo y entender su motivo. ¿Por qué estar conmigo teniendo la oportunidad de regresar con su viejo amor?

—Mila... ¿Está todo bien? —la voz a mis espaldas se hizo presente.

Ni siquiera lo miré, sólo subí el volumen del televisor para escuchar al narrador del partido de fútbol. Le di otro sorbo al líquido caliente. No debía importarme, no éramos pareja, no teníamos reglas y sin embargo esto se empezaba a sentir como una puñalada por la espalda.

Lo peor es que nunca lo mencionó. No lo mencionó al día siguiente, en el viaje en tren, en la noche anterior a la boda o en la maldita boda. Sencillamente decidió olvidarlo como si no significará nada y tal vez fue eso, sólo tal vez no significó nada pero se contradecía con las semanas posteriores donde parecía que el único objetivo o excusa de ir a las fiestas fuera besar a alguna de ellas.

L O N D R E S [ N.H ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora