Capítulo 41- Niñero

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Relamí mis labios parcialmente secos y de textura áspera, tragué duro sintiendo sed al instante

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Relamí mis labios parcialmente secos y de textura áspera, tragué duro sintiendo sed al instante. Estirando mi mano tome el vaso de cristal con agua a mi derecha esperando no mover mucho la cama. La aridez de mi garganta fue disipada y proseguí leyendo el libro entre mis manos con los lentes más abajo de su lugar en el puente de mi nariz.

"Hay más de mí en él que en mi misma. De lo que sea que nuestras almas estén hechas, la suya y la mía son lo mismo".

Gire mi vista al escuchar un susurro apagado. El cuerpo a mi lado se movió entre las sábanas que ocultaban su rostro de las luces que destellan en dorado al entrar en contacto con su cabello esponjoso y revuelto. Inevitablemente una sonrisa surco mis labios ante el titubeo de unas pestañas aleteando sobre dejar observar el mar oculto detrás. La palidez brillaba como arena blanca mientras que los lunares trazaban un camino desde su cuello hasta la parte baja de su espalda. El rubor color durazno se extendía por sus pómulos y nariz llamando mi atención por completo justo antes de centrarme en la leve sonrisa coqueta de labios rosa pálido. Unos pestañeos más sirvieron para acoplarse al sol.

—Buenos días —hablé primero casi sin reconocer mi propia voz.

—Buenos días —la ronquez sobresalió. Mis dedos se deslizaron por su cabello y él cerró los ojos al tacto, suspirando y volviendo a abrirlos. Podría vivir el resto de mis días con la imegen frente a mí y sería la persona más dichosa del universo. —Déjame adivinar, ¿Cigarettes After Sex?

Negué dudando sobre hacer o no un chiste sobre lo que acababa de decir.

—Error —tomé mi teléfono encendiendo la pantalla para que pudiera observar la canción que se reproducía. —Se llama Since we're alone de Niall Horan —mordí mi labio. —Es muy bueno en lo que hace, deberías escucharlo, suena fenomenal.

Su risa contagiosa se escuchó por toda la habitación, eso hasta que la opaco el rugido de su estómago a falta de alimento.

—Creo que es hora de preparar el desayuno —me removí. Una mano en mi muslo me detuvo, su cuerpo entero se acercó hasta lograr enterrar su cabeza entre las almohadas y mi cintura con sus manos apresando mis piernas. —Estoy segura de que tienes hambre.

—La tengo —el sonido de su voz se ahogaba contra mi blusa. —Pero prefiero quedarme aquí contigo.

Mi corazón se encogió ante sus palabras y la forma en que su cabeza se movió contra mí tal fuera gatito. Mis manos que se perdieron entre sus mechones decidieron hacer a un lado el libro en mi regazo, quitar los lentes y los audífonos inalambricos para poder deslizarme y quedar a su altura. Nos cubrimos con las sábanas blancas mientras nos contemplabamos el uno al otro. La fragancia que su piel desprendía era exquisita en todos los sentidos y estaba dispuesta a emborracharme de él. Un par de caricias y besos fueron regados bajo el manto blanco que nos cubría del mundo exterior, encerrados en nuestra propia cápsula donde el tiempo no tenía lugar.

L O N D R E S [ N.H ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora