Capítulo 38 - ¿Te quiero o...?

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Abrí los ojos parpadeando poco a poco para acostumbrarme a la luz intensa proveniente del ventanal. Mire el techo por lo que fueron minutos eternos repasando a detalle cada uno de los sucesos ocurridos anoche. Esas sensaciones en mi cuerpo volvieron. Mi sonrisa fue creciendo considerablemente mientras jugueteaba con mi playera de algodón entre mis dedos. La habitación estaba vacía con un gran hueco dejado por Niall. Sin embargo, su esencia persistía en el material, especialmente la almohada. Rodé por la cama envolviendo las sábanas y abrazando el objeto esponjoso.

Milagrosamente no sentí ese pánico habitual llenarme por las mañanas. Tampoco tuve pesadilla alguna e incluso pude dormir bien las horas adecuadas sin mostrar interrupciones en mi sueño. Más feliz no podía estar. Mis ojos bajaron al objeto plateado en mi dedo sin poder dejar salir un pequeño chillido de emoción.

Luego de hacer mi rutina de higiene diaria, baje las escaleras con mis pantalones de franela cuadriculada azul con negro y mi playera negra holgada. La casa estaba sorprendentemente limpia y ordenada como si la fiesta de año nuevo no hubiese ocurrido. Camine por cada rincón buscando a Niall pero él no estaba aquí. Todo se limitaba a una mansión solitaria, extremadamente gigante y el doble intimidante a lo que ya era.

Por último llegue a la cocina para calentar un poco de té. Fue justo cuando mis ojos vieron en la barra un papel doblado a la mitad con letra manuscrita.

"Pase a la ciudad por algo de comida. Espero llegar antes de que notes mi ausencia o al menos no muy tarde para que no sufras extrañandome ;)"

Reí entre dientes pasando mis yemas por la textura de las letras remarcadas.

Con amor, Niall.

Mordí mi labio inferior antes de dejar a un lado la nota y tomar el té. Estuve caminando un rato por el jardín bajo la luz del sol, absorbiendo toda la vitamina D que me pudiese ofrecer mientras ordenaba mis pensamientos. Mi mente armó escenarios de Niall y yo, como ir a museos o castillos en ruinas y besarnos sin que nadie vea. Correr por todo este jardín tratando de atraparnos, despertar y verlo a mi lado en un sueño profundo, sentarlo frente a mí para poder pintar su retrato, tirarnos en el césped de mi jardín o el suyo a media noche mientras él cuenta las estrellas y yo sus pecas... Mi mente ahora era un desorden de ideas espontáneas que igualaban a los libros y películas románticas.

Caminé al paraíso de libros con olor a madera vieja e historia. Tome un libro al azar y comencé a leer en voz alta, luego vi a lo lejos una guitarra acústica y mis ojos se iluminaron. Fui por ella hasta tenerla entre mis manos ahora sentada en uno de los mullidos sillones del lugar apreciando su diseño particular.

-Camila -se quejó haciendo pucheros. -¡Odio esto!

-¡Vamos, Andrew! -avance para acariciar su espalda pero no me lo permitió. -No digas eso, yo sé que amas las guitarras ¡tienes toda tu habitación decorada de ellas!

-Ya me cansé -hizo una mueca y yo sonreí. -No me sale la canción que quiero tocar y ya me duelen los dedos.

-A mí también me dolían al principio, después te acostumbras. Es cuestión de práctica -me encogí de hombros -, y si quieres lograr algo debes de perseverar. No te rindas tan fácil, no te enseñe eso.

-Bien, mamá -giró sus ojos empleando un tono de voz irritante.

-No me llames así -arqueé la ceja. -No me gusta.

L O N D R E S [ N.H ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora