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Capítulo 32

Entro a mi habitación.

Dejo sobre mi cama mi suéter y mi valija.

Camino de un lado a otro con mis brazos sobre mi cintura.
De aquí para allá y de allá para acá una y otra vez.

¿Cómo se lo diré?
¿Y si no accede?
Puede que no conteste. . .

¿Será buena idea?
¡Erling! Claro que debes hacerlo.

No des vuelta atrás.

¡Es ahora o nunca!

Doy vuelta una y otra vez al asunto en mi cabeza.

Me siento desesperada, ansiosa e incauta.

Tanto así que siento rodar por mi mejilla una lágrima.

Parece tan sencillo 'Pedir perdón o perdonar' pero no lo es.

Duele.

Duele recordar otra vez todo y caer en cuenta que la herida sigue ahí sin sanar.

Mis lágrimas brotan cada vez más.
Me tiro a llorar desconsoladamente al suelo recostando mi cabeza sobre mis brazos.

¡Dios! ¿Por qué lo permitiste?

Sabías que me iba a doler. Aún así no interveniste.

Ahogo un grito, mis ojos arden. Mi gantanta duele de lo seca que está.

Insisto en mi pregunta.

Pero no tengo respuesta a mi recriminación.

Eso me quebranta más.

Después de unos minutos así. . . cúando estoy más calmada y me he desahogado.

Un silencio perpetuo invade mi cuarto.

No hay ruido alguno.

Y es ahí, en medio del silencio. . . cuando escucho su voz.

"Antes que estuvieras en él vientre de tu madre; te conocí.
Antes que nacieras te separé para .

Mandé a mi hijo a morir por ti.

¿Por qué nada encaja?
¿Por qué te es difícil ésta situación?

Porque lejos de no hay felicidad.

Me has preguntado por qué lo permití y no intervine.

Necesitabas aprender a depender de , formar carácter y aprender a perdonar.

Te estoy preparando para un gran propósito que tengo contigo.

¡No Desistas!

Soy tu Padre y nunca desearía algo malo para ti.

Sólo presto atención a lo que él me dice.
Y respondo.

—Dios. . . pero no sé como perdonar, cómo dirigirme a él.
No encuentro las palabras ni él momento indicado.
Esto es tan difícil.

No te frustres si no sabes cómo te dirigirás a Brad. He puesto mis palabras en boca.

No temas.

Recuerda; mi poder se perfecciona en debilidad.

Seré yo a través de ti.

Tal y como me lo has dicho hoy, cuando orabas con Matthew.

No pienses que no estoy contigo. Que te he desamparado.

Mi presencia no se ha apartado de ti.

No recuerdo muchas veces en las que Dios ha estado conmigo. -Pienso.

He estado cuando necesitabas un abrazo de padre, y cuando él no accedía. Yo te abrazaba a través de tus hermanos.

Cuando Angie lloraba desconsoladamente, ponía en ti ideas para que la hicieras sonreír.

Estuve ahí; cuando Daira insistía en que fueses al cumpleaños de Alejandra.

Abrazándote cuando tu corazón no podía más al ver a Brad y Susan.

Mandé a los padres de la novia de tu hermano Patrick, para que les invitasen a la iglesia.

Tu primera vez en una reunión de jóvenes.

—Fue allí donde se encendió esa llama, esa pasión por ti.
Fue allí donde te conocí, Dios.

¡Si!
Sabía que esta sería una gran oportunidad para que me conocieras.

He estado contigo en cada paso que has dado al transcurso de tu vida.
Y si me lo permites, estaré contigo él resto de vida."

Al escuchar estas palabras, mi corazón se alegra.
Y brotan lágrimas de mis ojos, pero esta vez no son de tristeza ni desesperación. . . son de alegría.

Que hermoso escuchar a aquel que te creó; tu Padre, decirte esto.

Sólo me queda agradecer. Y decirle.

—Ayúdame Dios mío, a que no me aparte de ti jamás.

Dos Vidas. Un sólo AutorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora