TRATO

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Capítulo 23

(Matthew)

Hablo con ella y le propongo un trato.

—Te doy hasta mañana para que pienses un sobrenombre para mí. Y yo también buscaré uno para ti. -Le suelto.
—¿Vale? -Insisto.

—Vale. -Responde Erling, después de meditarlo unos segundos.

Ahora he hecho un trato con Erling.

Me intriga.

¿Ahora cual sobrenombre le pongo?
Debo empezar a cranear que sobrenombre le quedaría bien.

Me dispongo a ir a la mesa donde están los demás sentados, dispuestos a comer la parrillada, la cuál se ve exquisita.

Se inmoviliza.

Sus ojos se abren y se encienden sus mejillas, al ver que tomo su mano.

La halo para que me siga. . . sus pies se enredan, su paso falla y termina entre mis brazos.

Una sonrisa se me escapa al toparme con sus ojos, tan cafés y tímidos.
Sus comisuras tiemblan.

Sin cuestionar o admitirlo, me sigue.

Eso me alegra y evita que borre una torpe sonrisa que se ha formado en mi rostro.

Todos están sentados al rededor de la mesa.
Sólo faltamos los dos.

Recorro con mis ojos la mesa, y no.
No encuentro más asientos, sólo dos que están a la par.

La regreso a ver, aún tengo su muñeca entre mis dedos. Me dispongo a continuar caminando.

Camino hacia aquellos asientos, siento la mirada de la mayoría sobre nosotros, ella cede a la presión y suelta mi agarre. ¡Rayos!

Me siento, seguido de ella. Y sin más que decir, agradecemos a Dios por los alimentos y nos disponemos a comer.

Mientras llevo los alimentos a mi boca, y dejo de hablar con los demás, la regreso a ver y escucho que está conversando con alguien.

Inclino mi cabeza muy sutilmente hacia atrás para identificar al sujeto.

Dereck.

Sí, él está hablando con Erling.
¿Por qué habla con él? ¿Qué le dice?
¿Por qué no había otro lugar, y tenía que estar junto a él?

Un momento, por qué estoy prensando así, no debería reaccionar de esa manera tan sobrepotectora o quizás. . . ¿Celos?
¡No! Que va.
Sacudo mi cabeza para retirar aquellos pensamientos.

No digo palabra alguna y me concentro en él plato que tengo frente a mí.
Hago un esfuerzo por escuchar que hablan esos dos. Ya que con los ruidos y habladurías de todos, se me dificulta escuchar.

Un momento, Matthew, no necesitas escuchar lo que dicen.

¡Sí! No lo necesitas.

No hago caso a mi conciencia y escucho.

—Hahaha. -La escucho reír.
¿Qué la hace reír?

—Sí, aquella vez no fui muy cortés, lo sé. -Dice Dereck.

—Podría decir que me caíste pésimo.
Te llamé. . .
—'Persona sin corazón' -Dicen al mismo tiempo.

Escucho sus risas.

Intento concentrarme en los demás y en lo que dicen. Prácticamente hacer caso a mí conciencia.

Termino de comer y me retiro de la mesa.

Dos Vidas. Un sólo AutorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora