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Fuegos artificiales. Eso es sus labios contra los míos. Esa sensación afelpada de sus labios se une con la reacción de todo mi cuerpo. Mis sentidos estallan y vuelven a su lugar.

Nos separamos en busca de aire.

—Ves. Fue bueno que te quedaras. —pasa su manos por mi brazos dandome adictivas caricias.

—Deberíamos ponernos más cómodos. —propone tomando mi mano.

—¿Ah?

—Puedes sentarte en mis piernas.

El rojo sube a mi cara. No. Eso es algo que no podría hacer. Soy medio estúpida, pero sé lo que significa.

—Yo... No, Tae. Eso es demasiado. —acomodo mi cabello con una mano.

—Eres tan linda —suelta y levanto mi mirada. —No deberías sentir vergüenza, conmigo no. —se acerca a mi oído. —Yo siempre te voy a tratar bien.

Cierro mis ojos para poder percibir todo mejor. Su olor, su toque en mi hombro, sus besos.

Sus besos, tan buenos como dañinos. Tan adictivos como destructivos. Todo lo que se puede buscar en el último año escolar. Cuando las emociones y las decepciones van de la mano.

—Eun, —dice al despegar sus labios— te ves tan linda.

Mi rostro se calienta. ¿Por qué sus mentiras saben a verdad? El sabor de sus labios es un sabor tan dulce como la hiel.

—Tu siempre te ves guapo —le digo pasando mi mano por su sedoso cabello.

—Pero me refiero a este momento, justo ahora. Te ves muy linda con tu cabellos suelto, sin nadie cerca, nadie más que yo. —sus palabras suenan como la flauta encantadora.

Sonrió y por un momento me permito creer sus mentiras. Por un momento me permito ser la única en sus ojos. Por un momento, nada más.

—No es que pase con muchas personas, solo los de mi salón.

—Compañeros como Yuta.

—¿Eh? —¿por qué saca a Yuta en esto?

—Me pareció verlos juntos en el patio. —se aleja y pone sus brazos detrás de si para sostenerse.

—Si, bueno ahí van muchas personas.

—Pero ustedes no.

—¿Perdón? —esto me es absurdo. No puede venir el a decirme nada, de nadie.

—¿Te gusta Yuta? —me mira serio. —Digo, su compañía.

—Bueno, sé que es tu amigo, pero la verdad es que no lo conozco bien aun.

—Mejor así.

—Tae, ¿no te se bien?

—No me gusta que ninguno esté cerca tuyo.

Sonrío como estúpida.

Estúpida. Así me llama Yuta.

Sacudo mi cabeza. Pero concuerdo con en recuerdo de Yuta llamándome así.

—Me tengo que ir. —no digo más y salgo corriendo, ignorando el hecho que Taeyong esté llamando mi nombre.

Estúpida. Estúpida. Estúpida.

Me repito una y otra vez.

No puedo creer que haya besado a Taeyong. No mentiré que fue lo mejor. Pero, fue lo peor. Tiene novia. Pero claro, me llama y ahí voy yo. Me dice que me quede y lo hago.

¿Qué tan tonta puedo ser?

—Y estoy de acuerdo. —escucho a mis espaldas.

—Déjame en paz Yuta.

—No te lo diría si no vinieras por nas escaleras insultándote.

—Muy mi problema.

—Muy mi curiosidad. —se acerca bajando unos escalones más.

—...

—Yah, tonta deja de ofenderte, no es divertido si no lo hago yo.

—No es divertido cuando lo haces.

—Se hacer muchas cosas que no son divertidas, pero te pueden gustar.

—¿Qué se tienen todos con sus propuestas sobre sexo? —bajo escalones haciendo notar mi desagrado y molestia ante todo en la vida.

—Nada, es lo usual. Inusual es tu comportamiento. De seguro ya te sientes culpable de tus pecados.

—Mira, idiota...

—¡Castigados! —grita la subdirectora. —Nadie tiene hora libre ahorita.

Lo que me faltaba.

—Entonces —se toma el puente de la nariz con sus dedos en un aspecto cansado. —¿Me está diciendo que no hay encargados para la sala de castigos ahora?

—Lo siento mucho, los profesores van a capacitación y los directivos, incluida usted, van a junta. —informa con pena.

—Váyanse. Los quiero aquí el miércoles a primera hora. —se encierra en su oficina y ambos suspiramos al unísono.

No hay más, salgo de ahí, corriendo. Guardo mis cosas en mi mochila, la cuelgo al hombro y con mis audífonos puestos salgo de el colegio dispuesta a llorar o morir de rabia. Lo que venga primero.

[ Don't be so rude ] [ yuta ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora