[ Don't be so rude ] [ yuta ]

[ our last chance ]

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Our story

Part 2
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Los toques en la puerta me hacen despertar. ¿Cuanto lleva mamá tocando?

Froto mis ojos. Apena logré escuchar, los sonidos del mundo real no son nada comparados con la belleza que escuché en mi sueño.

Es gracioso, incluso después de todo este tiempo, aun sigue siendo el dueño de mi subconsciente.

En mi sueño se presentaba frente a mi puerta con un ramo de flores, como las fiestas anteriores, siempre con aromas delicados y colores vivos; siempre con una gran sonrisa. Y es que se nos volvió una costumbre, siempre que había una ocasión especial se presentaba con dos ramos de flores, uno para mamá y otro para mi. No sé si lo sabía, pero a mamá nunca le habían regalado flores que no fueran bajo una condición o que no le recordaran a sus lágrimas. Siempre le daban las mismas rosas, siempre después de hacerla sentir miserable y de aceptar la culpa por cosas que no había hecho; nadie le había regalado flores de manera sincera, ni cuando contrajo matrimonio. Y el verlo a él llegar con flores y una sonrisa siempre le ayudó, más que las terapias excesivamente caras en el psicólogo.

Por eso cuando se fue, nos rompió el corazón a ambas.

Veo el reloj marcar la primera hora del año nuevo.
He dormido apenas media hora.

Salto de la cama y corro a la puerta.
Por fin mamá terminó el trabajo. Lo único que quiero ahora es uno de sus abrazos.

-¡Mamá! -digo al segundo en que abro la puerta y simplemente me tiro a ella.

Impacto sobre una fuerte superficie.

¿Fuerte?

Un segundo...

Abro los ojos.

¡Mamá no tiene el cabello corto!

Me separo de golpe.

Mis ojos se abren y no me lo puedo creer. Siento toda mi sangre subir hasta mi cabeza y mi corazón no espera para descontrolarse.

-Yuta. -digo en un jadeo.

No puede ser real. No puede estar frente a mi. No después de lo que acabamos de pasar.

Me quedo quieta, el aire se atora en mi traquea y por un segundo tengo la sensación de que voy a desfallecer.

¿Qué está haciendo acá?

-No estoy aquí para pelear. -dice apenas saliendo se su asombro.

Su cuerpo tiembla debido al frío. Tiene incluso la piel más pálida. Una camisa blanca holgada, un cómodo pantalón negro, acompañado de sus sandalias para estar dentro de la casa, ¿se habrá dado cuenta de que salió así? Sus clavículas se marcan aun más por la cadena que cuelga de su cuello... Un momento.

¿Por qué tiene una cadena de plata con un diminuto dije de corazón con una letra E gravada?

No me digas que...

Mis ojos se agrandan a lo más que permite la capacidad humana. ¡Demonios, no puede ser!

¿Cómo pude ser tan tonta?

-¿Era mía, no? -dice adivinando mis pensamientos. Apenas puedo creerme lo que veo.- L-la dejaste caer al salir huyendo. -mi cara se calienta.

No soy capaz de decir nada. No sé siquiera cómo reaccionar.

¿Por qué está aquí? 

Hace dos segundos estaba soñando con él, ¿es que sigo dormida? No, no puede ser, mi corazón está latiendo demasiado rápido como para ser una ilusión; una tan dolorosa.