✘35✘

44.1K 2.1K 4.9K
                                    

Con lo difícil que ha sido salir de la maldita casa ruidosa, con lo difícil que ha sido encontrar el camino a casa sin que las manos frías de Yuta hicieran añicos mi cordura, con lo difícil que ha sido llegar a casa.

-No... -me quedo sin habla.

-Mierda. 

Justo eso.
¿Es en serio? ¿Nos olvidamos de algo tan simple?

Adiós agarre a la cintura, adiós mano bajo mi playera, adiós al calor del momento. 

-No hagamos ruido. -propone llevando sus labios a mi oído. ¿Por qué su solución es siempre no hacer ruido? Es claro que eso nunca funciona. 

Me aferro al picaporte, estos escalofríos no son apropiados. Pero vaya que se sienten bien.

-No seas idiota. -muevo mi cuello, alejando mi pobre canal auditivo de sus adictivos torrentes de aire.

-¿Ya regresaron?

Yuta se aleja en un segundo y se apoya en el marco.

-Em, si. -con el pretexto de guardar me celular voy acomodando mi blusa.- ¿Espera visita? -pregunto aclarandome la garganta y dirigiéndome a la cocina, donde la señora Park mantiene un ojo en el castaño que no termina de entrar en la casa.

Hay tres juegos de platos puestos, un par de copas y la estufa acaba de ser apagada, el horno suena y ella saca una bandeja. Espera jodidas visitas.

-Sí. -sacude sus manos en su delantal.- Esperaba que ustedes llegaran mucho más tarde... -revisa el reloj. Una mano se escabulle en el bolsillo de mi short. Mierda.- No son más de las 10... -habla para si misma.- Como sea, ayudame con los platos. -pone la lechuga en el tablero de cortar y añanade entre risas:- Ya veo que no bromeabas cuando dijiste que volverían pronto. -se dirije a Yuta.

Antes de aceptar, Yuta toce un par de veces.

-En realidad, -se apoya de mi hombro.- regresamos porque me sentí mal. -toce de nuevo.

La cara de la dueña de la casa cambia, obligándome a girar mi cara en dirección al japonés, ¡¿en qué momento ha puesto cara de perro lastimero?! Hace tres segundos estaba metiendo su manos en mi bolsillo trasero.

-Oh... -se apoya de la barra.- Pobrecito, ¿tienes fiebre?

-Sí. -afirma con seriedad.- De hecho, estoy muy caliente.

¡¿Cómo mierda se le ocurre?!

Ahora soy yo la que toce, fuerte. Tapo mi boca antes de que me quede sin un pulmón o que mis ojos se vayan a marte. Y todavía tiene el descaro de reírse. Limpio un par de lagrimas que se me han salido.
Puedo sentir mis mejillas arder y mis latidos dispararse con culpabilidad. Aunque trate de sentirme enojada, no puedo; una pequeña gran parte se regocija de la manera tan descarada de este ser.

-Creo que es contagioso. -da un paso atrás y me observa.- ¿Te sientes mal, Eunri?

-Yo creo que está en mi misma situación. -me toma del brazo y nos sienta en el comedor.

¿Qué demonios con la mentira? ¿Quién se cree esto? Aunque, bueno, el que casi deje mis intestinos al tocer no ha ayudado. Y tampoco es de mucha ayuda sentir su calor corporal. Detesto amar tanto su perfume.

-¿Quieren que les prepare algo? -ofrece como toda madre lo haría.- Creo que no tenemos medicinas... O al menos no que estén en tiempo de consumo. -se gira a los gabinetes.

Doy un respingo al sentir esos toscos dedos posarse en mi rodilla. Oh, zeus, ayúdame de nuevo. La piel expuesta denota como todos mis poros van reaccionando a la vez que el japonés sube cada vez más su mano, pareciera que me hago arcilla en sus manos; así se siente la parte interna de mis muslos ante dichas caricias posesivas.

[ Don't be so rude ] [ yuta ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora